Hace un año que España olvidó a Franco

Pero aún quedan algunos que desean revivir los fantasmas antiguos

Hace un año que España olvidó a Franco
Enric Sopena

Los herederos de la dictadura han visto pasar con rabia un año desde la exhumación de Francisco Franco de su monumental tumba en el Valle de los Caídos. Hizo falta que llegara a la Moncloa un Gobierno progresista para resolver una anomalía histórica, la del verdugo reposando con sus víctimas, enterradas allí, condenadas durante décadas a compartir hipogeo con el victimario. Otras, más de 114.000 continúan perdidas en cunetas y fosas, lejos de sus seres queridos, sacrificadas en la pesadilla que generó un golpe de Estado y la crueldad de quienes lo impusieron.

Es cierto que algo ha cambiado. El recuerdo gráfico de la capilla ardiente del dictador se ha desvanecido, y en la memoria se superpone la imagen profundamente seria, tremendamente digna, de Dolores Delgado, ministra de Justicia y notaria mayor del Reino aquel 24 de octubre de 2019; sin perder detalle del traslado del féretro con los restos en un helicóptero, con destino a un enterramiento más discreto, menos politizado. Su mirada simbolizaba hacia el mundo la de la España que se sacudía del fantasma antiguo del despotismo, presente bajo una cruz enorme, símbolo real del sufrimiento de tantos españoles.

Hoy todavía quedan quienes desean revivir los fantasmas antiguos, hacerlos suyos y devolverlos a la vida, para continuar su tarea de destrucción. La derecha más extrema reclama a aquellos antecesores con los que comparte el sentimiento de intolerancia, racismo y odio hacia el diferente. Abanderan los vestigios franquistas como cosa propia y centran en el mandato socialista el resentimiento, porque continúan en guerra con todo el que no comparta su ideología. A Pedro Sánchez lo consideran cabeza de un Ejecutivo ilegítimo, y la fiscal general del Estado se ha convertido en un objetivo sobre el que arrojar la ira.

Como dijo en un espléndido artículo Vicente Molina Foix sobre los continuos ataques a la jurista, “no vaya a resultar a la postre que lo que a Delgado no se le perdone sea, más que su cargo de fiscal, su papel de notaria de uno de los hechos más dignos y justos de la democracia española”.

Los franquistas no perdonan ni olvidan, no está en su naturaleza que cultiva la intolerancia. No son muchos, pero esparcen el rencor y lo alientan. Han pasado tantos años que los que quedan resultan copias malas de los que había. Son hijos ya mayores o nietos de los primigenios individuos que respaldaron la tiranía y aprovecharon un régimen ilícito, para obtener privilegios y hacer fortuna en una España en la que el miedo a la represión se combinaba con el dolor por no poder velar a los muertos y a los desaparecidos. Ahora intentan volver.

Pedro Sánchez: como le dijo el Papa Francisco en Roma, guárdese de la ultraderecha y no permita que avance.


Fuente → elplural.com 

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