El vocablo "maquis", que acabó siendo sinónimo de resistente o guerrillero, tiene una curiosa etimología. La palabra proviene originalmente de otra italiana de Córcega, macchia, que alude a zonas boscosas cubiertas de maleza. Este término pasó a ser maquia y a designar un tipo de ecosistema mediterráneo presente sobre todo en el sureste de Francia, que se caracteriza por la abundancia de arbustos y árboles termófilos. De ahí que, a los jóvenes que se escondían en estas zonas para evitar el reclutamiento militar forzoso durante las guerras napoleónicas, se los empezara a denominar en dicha región maquisards o maquis.
Luego, la palabra fue adoptada durante la II Guerra Mundial por la Resistencia francesa a la ocupación nazi, principalmente en las áreas rurales: sus miembros se autoproclamaron maquis y, por extensión, la propia guerrilla recibió este nombre. Estos maquis, como los anteriores, se ocultaban entre la maleza –se "echaban al monte"–, pero no para esconderse sino para hostigar desde allí a las fuerzas del régimen de Vichy y a las tropas alemanas. Estos guerrilleros fueron muy activos en zonas montañosas de Bretaña y del sur de Francia y, aunque algunos cometieron excesos de guerra, en su mayoría fueron apoyados y aplaudidos por la población local. Adoptaron el uso de la boina vasca como símbolo y para confundirse entre la población civil (en la foto, un grupo de ellos en 1944).
Paralelamente, el término llegó a nuestro idioma en la inmediata posguerra civil. Por analogía con los maquisards franceses, los grupos armados clandestinos españoles que, acabada la contienda, continuaron combatiendo al ejército de Franco mediante técnicas de guerrilla, especialmente en áreas rurales y boscosas, se llamaron asimismo maquis. Los hubo que lucharon en ambos frentes: en la Resistencia antinazi y en el maquis antifranquista. Con posterioridad, la historiografía ha consagrado el nombre genérico de maquis como sinónimo de guerrillero o resistente.
Fuente → muyhistoria.es
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