

“El abrazo” de Genovés podría ser el abrazo de los demócratas republicanos / Félix Población:
Si
junto en este artículo los nombres de ambos es en razón a uno de los
cuadros más conocidos del pintor valenciano, cuyo significado histórico
marca el inicio de la Transición en España. Genovés, el artista de El
abrazo, falleció en una etapa histórica marcado por la anulación del
abrazo por prescripción sanitaria, al igual que le ocurrió al líder
comunista y perspicaz analista político.
Ambos
se nos fueron sin que en sus respectivas ceremonias de despedida fueran
posibles los múltiples y emocionados abrazos de sus amigos y
camaradas. Por eso creo que la democracia española, en una coyuntura en
la que las adversidades socio-económicas al servicio de las derechas
airadas podrían debilitarla, debería tener -a modo de necesario
refuerzo que la estimule-, un día lo más cercano posible en su
previsiones de agenda para celebrar ese gran homenaje popular pendiente a
Juan Genovés y a Julio Anguita.
Sería una
excelente oportunidad para que el abrazo de los demócratas sume fuerza y
fuerzas de cara al porvenir. Me da que nos van a hacer mucha falta y
que su necesidad se no hará cada día más apremiante. “La crisis
climática y las nuevas pandemias pondrán en marcha un nuevo fascismo
para gestionar la escasez”, dejó dicho don Julio, y me temo que su
premonición va teniendo cada vez más fundadas bases.
Nos
queda su palabra, tan avisada, y también –a modo de alerta para su
interpretación más cabal- aquel nauseabundo veto impuesto por Vox a
una declaración institucional en memoria de Juan Genovés en el
mismísimo Congreso, donde está colgada la obra que plasmó nuestra
convivencia en libertad frente a las sombras retrógradas que ese
partido encarna y representa sin ningún complejo.
A
esa traba de la ultraderecha contra el autor del abrazo de los
demócratas habría que darle la réplica pertinente con un gran acto de
homenaje popular que abrazara la memoria del político y el artista. El
valioso testimonio de su ejemplo y su obra lo merecen. Y la democracia
lo necesita tanto como siempre en este país. Olvidarlo podría ser un
síntoma de que su deterioro es mucho mayor de lo que parece, como
también se desprende de la huida de nuestro exjefe del Estado a una
dictadura extranjera por presuntos delitos de corrupción.
En
esa línea, me han parecido muy preocupantes las declaraciones de Jaume
Assens en una reciente entrevista. Según él, hay una operación en
marcha para tumbar al actual Gobierno de coalición y subvertir el orden
constitucional, así como una pretensión por parte de la derecha de
ganar con la justicia (atrincheramiento en el Consejo del Poder
Judicial) lo que perdió en las urnas. En refuerzo de esa opinión podría
estar la llamada de Felipe VI al presidente en funciones del Consejo
del Poder Judicial para expresar -de modo subrepticio- su
disconformidad con el Gobierno, partidario de que el rey no presidiera
la entrega de los despachos a los nuevos jueces en Barcelona. Para
Pérez Royo, esa llamada contraviene la definición de monarquía
parlamentaria en el artículo 1.3 de la Constitución. La cínica excusa
de la Casa Real afirmando que se trataba de un acto privado, casi añade
más certidumbre a la posibilidad de que el rey se haya apuntado a esa
operación derribo del actual Gobierno.
El abrazo de los demócratas podría dejar de ser un símbolo personificado en las personas de Anguita y Genovés para configurarse como una necesidad en marcha hacia la tercera República Española. Si el rey no se siente cómodo con su papel constitucional, debería tomar la alternativa de la abdicación, siguiendo los pasos de su padre, antes que la derecha y la ultraderecha lo hagan suyo, tal como está ocurriendo. El problema serio para Felipe VI -leí hace poco en las redes sociales- llegará el día en el que los de “¡viva el rey!” sean sólo los que decían “¡viva Franco!”.
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