Trotsky y la Revolución española

En el marco del 80 aniversario del asesinato de León Trotsky, Izquierda Diario presentamos esta serie con algunos de sus principales escritos sobre el proceso revolucionario comprendido desde la caída de la monarquía en 1931 hasta el fin de la guerra civil.

Trotsky y la Revolución española

Este fin de semana se cumplen 84 años del inicio de la guerra civil española. El golpe fascista que comenzaba en el protectorado colonial español de Marruecos el 17 de julio, se extendía por la península entre el 18 y 19 de julio.

Si del gobierno del Frente Popular y la Generalitat hubiese dependido los generales golpistas se hubiesen hecho rápidamente con el poder y el control de todo el territorio. En aquellas horas decisivas se esforzaron el llamar a la calma y exhortar a que la clase trabajadora permaneciera en sus casas, mientras ellos intentaban unas infructuosas negociaciones con los militares sublevados. El temor a que la derrota del golpe diese un impulso definitivo a la revolución social pesaba más que el miedo a la asonada facciosa.

Afortunadamente, las consignas gubernamentales no fueron atendidas por la clase trabajadora. Por medio de sus organizaciones de base, fundamentalmente los sindicatos, organizaron la resistencia en apenas horas. En aquellos lugares donde la clase obrera tomó las calles, levantó barricadas y consiguió armarse, el golpe fue derrotado. El fascismo no lograba imponerse en un solo acto. Se abría así una larga guerra civil, que en su primer año coincidiría con la mayor revolución social de toda la historia de Europa occidental.

El cómo se derrotó el golpe militar explica lo que pasó en los días y semanas posteriores. La clase obrera se hizo con el control de la economía mediante las colectivizaciones, organizó las milicias y la vida social y política en pueblos y ciudades. Las grandes fábricas metalúrgicas se reconvirtieron en fábricas de blindados, los hoteles de lujo en clínicas o comedores populares, los campesinos pobres expropiaron de un solo golpe las grandes propiedades y empezaron a trabajarlas colectivamente...

Lo vivido en esos tres días de julio también evidenciaba, una vez más, la que fue la dinámica de la revolución española desde su inicio con la caída de la monarquía en abril de 1931. Una clase trabajadora que en su acción se separaba cada vez más de sus direcciones tradicionales, bien fuesen socialistas, anarquistas o estalinistas. Su empuje y aspiraciones tenía que permanetemente superar y desbordar la política conciliadora de sus dirigentes. De no haberlo hecho en esta ocasión, el golpe y las “depuraciones masivas” se hubiera impuesto en horas, como pasó en plazas del movimiento obrero tan importantes como Zaragoza.

León Trotsky graficaba así esta dinámica: “el camino de lucha seguido por los obreros cortaba en todo momento bajo un determinado ángulo, el de la dirección y, en los momentos más críticos, este ángulo era de 180º”. Las jornadas de julio y las de mayo de 1937, cuando la clase obrera de Barcelona tuvo que defender desde las barricadas su revolución contra la Generalitat, el gobierno de la República y los estalinistas, fueron los momentos más agudos de esta separación.

El revolucioanrio ruso siguió atentamente los acontecimientos en el Estado español desde el inicio de la década hasta su asesinato en Coyoacán por un agente estalinista, precisamente de origen catalán, en 1940. No lo hizo como un mero espectador, sino en un vivo intercambio y lucha política tanto con las direcciones obreras tradicionales que operaban para el desvío y la derrota de este proceso, como con el grupo de la Izquierda Comunista primero, dirigido por Andreu Nin, y el POUM después, que tenían la oportunidad y la responsabilidad de construir un partido revolucionario que pudiera jugar el papel de dirección alternativa cuando las masas hicieran la amarga experiencia con esa falsa dirección.

Lo hacía convencido de que la revolución española podía tener además una gran trascendencia en un mundo que, tras la crisis de 1929, se encaminaba de nuevo a una encrucijada entre revolución y contrarrevolución. Un triunfo del proletariado español podía ser el pistoletazo de salida para una nueva oleada revolucionaria en Europa y el mundo, la única salida progresiva posible al curso guerrerista entre las potencias imperialistas que estaba conduciendo a la Segunda Guerra Mundial.

A la vez, una revolución social era el mejor empuje posible para que la clase obrera de la URSS pudiera levantarse y protagonizar una revolución política que barriese con el régimen estalinista que había expropiado la revolución de octubre y se había convertido en un gran agente contrarrevolucionario mundial, como demostraría poniéndose a la cabeza del aplastamiento armado de la misma revolución en las calles de Barcelona.

Los escritos de León Trotsky sobre esta intensa década constituyen un valioso legado. Tanto para conocer en profundidad los acontecimientos, las tendencias sociales y políticas profundas que estaban en juego, la política de las diferentes corrientes obreras -muchas veces mitificada o directamente desconodida-... como para descubrir las batallas políticas y estratégicas que el que fue el fundador de la IV Internacional dió desde su exilio para que emergiera una organización revolucionaria que hiciera posible la victoria.

Un legado que merece la pena ser conocido no tampoco como espectadores de la historia, sino como una fuente de aprendizajes para aquellos jóvenes y trabajadores que en pleno siglo XXI, en medio de una crisis sistémica como la actual, aspiran a que los procesos revolucionarios que puedan darse en los próximos años puedan ganar y sentar las bases para construir una sociedad libre de opresión y explotación.

En el marco de este aniversario y del 80 aniversario del asesinato de León Trotsky que se cumplirá este mes de agosto, desde Izquierda Diario inauguramos una sección especial en la que iremos publicando algunos de los escritos del revolucionario ruso sobre las principales etapas y acontecimientos de la revolución española. Todos los textos son parte de la compilación que desde el IPS León Trotsky publicamos en el año 2014 bajo el título “La Victoria era Posible” y cuya lectura recomendamos.

Comenzamos hoy con el artículo“La Revolución española y las tareas de los comunistas”, escrito en enero de 1931, es decir antes de las elecciones municipales de abril y la posterior caída de la monarquía. Un texto que analiza la grave crisis económica, social y política que atraviesa el régimen de la Restauración en sus postrimerías; desentraña las demandas y reivindicaciones democrático-estructurales que actúan de motor de la revolución que se está gestando; desarrolla el programa con el que la clase trabajadora podría ponerse a la cabeza de resolverlas abriendo el camino así a una revolución social; y defiende la urgencia estratégica de construir un partido revolucionario e impulsar el organismos de autoorganización -como fueron los soviet rusos- para la superación necesaria de las direcciones traidoras.


Fuente → izquierdadiario.es

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