No abandona. Huye
 
No abandona. Huye
David Robles

Juan Carlos I no abandona el país; huye, escapa del país. La prensa que lo apoyó y ocultó durante años sus desmanes, el poder económico que se aprovechó de sus contactos para hacer negocios con las monarquías más corruptas, la clase política que lo defendió, los jueces que lo protegieron y los militares que lo auparon al poder se quedan. Valtònic sí que se tuvo que exiliar.

Si de verdad se hubiese querido poner a salvo la institución de la monarquía, debería de haber renunciado a su aforamiento, entregar el pasaporte, someterse a la justicia y devolver lo robado. El comunicado realizado por la Casa Real es todo un acto de cinismo, pues, seguramente, ya hace días que ha dejado el país y las acusaciones por las que está siendo investigado no se derivan de actividades privadas que le han llevado a amasar una ingente cantidad de millones de euros, sino que están relacionas con su actividad como de Jefe del Estado.

Tampoco nos engañemos, la huida ha sido tomada con el consentimiento y aprobación del Gobierno. Ese Gobierno que también está formado por ministros y ministras de Izquierda Unida y Podemos. Alguien les debería recordar que no forman parte de la oposición; “Unidas Podemos” también es Gobierno y corresponsable de las decisiones que éste toma.

Además, la huida es un síntoma más de la crisis del régimen del 78. Esta crisis no es sólo institucional, de unos de los pilares básicos, la Jefatura del Estado; también es social, ecológica y económica. La Constitución del 78 sólo hace referencia con nombre y apellidos a una única persona, Juan Carlos I, huido de la justicia, siendo la Corona hereditaria a partir del él. (Artículo 57, Sucesión en la Corona: “La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica.”) Pero su supuesta legitimidad nace de la continuidad del franquismo y fue impuesta por un dictador.

Una sociedad moderna, en pleno siglo XXI, no debería permitir, ya no sólo una institución tan antidemocrática como anacrónica como es la monarquía, sino impedir la impunidad y la huida de un presunto delincuente y la ciudadanía no debería de permitir más cortafuegos para salvar a la institución ilegítima desde su nacimiento ni más lavados de imagen.

Quieran o no, la monarquía ha caído, ha perdido toda su legitimidad y no tiene ninguna credibilidad. Está en el pueblo y en las clases trabajadoras aprovechar la grave brecha en el régimen para desafiar al sistema. 
 

Fuente → marx21.net 

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