"Mataron a mi abuelo por pensar distinto"
 
 La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) inició en Brollón la exhumación de dos represaliados por el franquismo ► En la primera jornada de excavaciones estuvo presente María José Franco, nieta de una de las víctimas identificadas, Gervasio González 
 
"Mataron a mi abuelo por pensar distinto"
Miguel Piñeiro
 
El de ayer no fue un día más para los descendientes de Gervasio González, un vecino de A Fraga (Ribas de Sil) represaliado por el franquismo. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) inició en A Pobra do Brollón la exhumación de los restos del hombre bajo la mirada de una de sus nietas, María José Franco, presente durante la jornada.

Los trabajos se desarrollan en el cementerio de la parroquia de Fornelas. Los restos de Gervasio González no descansan solos en esta zona, aunque sí han sido los únicos identificados hasta ahora. Se sabe que junto a él hay otra persona represaliada durante la Guerra Civil, de identidad aún desconocida.

Un equipo de la ARMH formado por unas 15 personas trabajan en la exhumación ayudados por el grupo de arqueólogos que investigan en el castro de Cereixa coordinados por Xurxo Ayán. Carmen Rodeja, de la ARMH, indicó que en la primera jornada de exhumación se han encontrado con un terreno muy duro, por lo que habrá que tener paciencia. "Sabemos cuando empezamos, pero no qué día terminaremos", asevera.

Carmen Rodeja explicó que hay "evidencias arqueológicas de que aquí están los restos de Gervasio y otra persona más, pero también trabajamos con numerosa documentación que nos ha ayudado a localizarlos". Entre dicha documentación se encuentra la causa judicial, la partida de defunción, la autopsia y diversos informes, además de una importante tradición oral.

LA FAMILIA. María José Franco es una de las nietas y nietos de Gervasio González. Ella no pudo conocer a su abuelo en persona. Lo asesinaron en septiembre de 1936, con la Guerra Civil en ebullición y antes de que ella naciera. Por su madre conoció lo ocurrido.

"Fue María José quien pidió que hiciésemos este trabajo", especificó Carmen Rodeja. "Estoy muy agradecida a la gente de la ARMH. Están dispuestos hacer mucho por una causa a la que todos deberíamos aportar nuestro granito de arena", subrayó la nieta de Gervasio González.

Nerviosa y emocionada. Así se mostró durante el comienzo de la exhumación en Brollón. Vivió en Zaragoza y se mudó a la tierra de su abuelo cuando su marido se jubiló. "Tengo 72 años y esto es lo último que me queda por hacer en la vida", aseguraba María José.

María José insiste en que no conoció a Gervasio más que por las historias que le contaba su madre. Aun así, afirma que lo ha "idolatrado toda mi vida". Lo define como "una persona íntegra, a la que mataron por sus ideas".

María José Franco cuenta que su abuelo no lo tuvo fácil nunca. Pasó muchas calamidades hasta que pudo asentarse con cierta comodidad en Ribas de Sil. "La suya fue una historia muy dura. Con esfuerzo organizó su vida y se la truncaron por pensar distinto y defender la legalidad vigente en aquel momento, que era la República con un Gobierno elegido democráticamente", dice.

Sobre las conversaciones con la ARMH, María José afirma que todo fluyó muy rápido. "El primer contacto fue el año pasado y la verdad es que todo ha sido sencillo hasta ahora", concluye.

LA HISTORIA. Gervasio González fue un agricultor que se vio obligado, como muchos otros gallegos, a cruzar el charco para aspirar a una vida mejor. Al otro lado del Atlántico trabajó en Cuba y Nueva York, ganando el dinero necesario para regresar a Ribas de Sil y construir una casa en Pumares.

A este lugar escapó, escondiéndose de los falangistas que lo perseguían por su vinculación al sindicato UGT. El 5 de septiembre de 1936 lo encontraron, lo sacaron de la vivienda y lo sometieron al tristemente conocido paseo. Su cuerpo sin vida apareció dos días más tarde, la mañana del 7 de septiembre.

Según los datos aportados por la ARMH, Gervasio fue asesinado en el kilómetro 50 de la carretera de Nadela a Campos de Vila. Luego sus restos se depositaron en algún punto del cementerio de Fornelas, donde ayer empezó la carrera hacia su recuperación.

La muerte de Gervasio González no fue la única represalia que soportó la familia. Antonio, hijo suyo, estuvo en la cárcel y la viuda del agricultor asesinado pasó múltiples penurias por lo sucedido. Casi nueve décadas más tarde, los nietos, con la ayuda de la ARMH, están cerca de sacar los restos de su abuelo de la más absoluta de las penumbras.


Fuente → elprogreso.es

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