Los fascistas no se lavan los dientes
 

A lo mejor no les huele tan mal la boca por lo que dicen sino que lo dicen porque no se lavan la dentadura
 
 Los fascistas no se lavan los dientes
 José Manuel Martín Medem
Los aullidos de los fascistas se están normalizando de una manera muy peligrosa. No le ladran a la luna sino a la democracia. Son la peor canción del verano pero no les faltan altavoces. Las derechas que se dejan contaminar por su ruido están demostrando lo poco que les preocupa ese constitucionalismo del que tanto presumen.

Las cloacas hierven en la boca de los fascistas. Escuchando lo que dicen no es difícil diagnosticar una boca sucia. Lo que no sabía es que no lavarse los dientes les puede provocar la colonización de su cerebro.

Mientras VOX anunciaba la moción de censura, la BBC publicaba un reportaje titulado Por qué cepillarte los dientes es bueno para tu cerebro. Una higiene inadecuada proyecta las bacterias orales hacia el resto del cuerpo y así inundan y calientan las cabezas más dispuestas. Lo confirman los investigadores de FISABIO (Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana), que han publicado sus conclusiones en el prestigioso digital The Conversation.

Una boca sucia, aseguran los especialistas, produce hipertensión y arteriosclerosis. A los fascistas les pone tensos, agresivos y amenazantes. Pero con poco riego en las arterias. Mala combinación para jugar a la moción de censura.

¿Es posible que si se cepillan los dientes se reduciría su mal aliento ideológico? A lo mejor no les huele tan mal la boca por lo que dicen sino que lo dicen porque no se lavan la dentadura. Siendo menos guarros, ¿serían menos fascistas?

En realidad parece más lógico que sean sus palabras las que les envenenen la boca y no al revés. Si lo que hacen son barbaridades, lo que dicen apesta.

Las bacterias del fascismo no se combaten con un cepillo de dientes. Es la higiene de la democracia lo que puede pararles.

Contra su mal aliento político y social no sirven los caramelos de menta. Hay que impedir su impunidad.

 

Fuente → laultimahora.es

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