
Decir
que la monarquía impuesta por el dictador Franco está en sus horas más
bajas por los casos de corrupción y escándalos en los que está envuelta
es solo certificar lo evidente y da igual quién de los Borbones los
encabece. Toda la historia de todos los miembros de esta dinastía, sin
excepción, ha estado envuelta en escándalos palaciegos, golpes de
estado, latrocinios y corrupciones desde hace más de doscientos años. No se libra ninguno.
La República no se vota, la República se proclama
La pandemia del COVID19 está sirviendo para poner ante nuestros ojos los tozudos hechos
con toda su crudeza: por un lado, ha venido a agravar la crisis que ya
empezaba a sufrir el capitalismo nacional e internacional; por otro,
pone en evidencia la crisis sistémica del régimen del 78, que solo
representa los intereses de la oligarquía, terratenientes y gran
capital.
Antecedentes
Por no irnos muy lejos, en plena pandemia salta a la luz pública lo
que ya se sospechaba: que el emérito comisionista, además de trajinarse a
varias amantes y cazar elefantes en Bostwana, se dedica a tener cuentas
opacas en paraísos fiscales con muchos “milloncejos” nunca declarados a
la hacienda pública. Y su “preparao” hijo, ya rey, en plena crisis
sanitaria, en beneficio de la corrupta institución que representa y para
mantenerse en el poder, decide quitarle el sueldo-bicoca a su padre y
de paso, lavar la cara a la monarquía y tapar las vergüenzas de tan
anacrónico sistema. Lejos de ello el pueblo llano, harto de tanta
mentira se lanzó desde sus balcones a una espectacular y masiva cacerolada
sacando miles de banderas republicanas, de la que se hicieron eco hasta
los medios internacionales, el día que Felipe VI, en plena pandemia,
apareció en la televisión, no para hablar de la corrupción de su
familia, si no para pedir “dejar de lado las diferencias para superar la
crisis del coronavirus”. Ni una sola mención al escándalo de su padre.
Otro intento de presentar a la monarquía como “preocupada” por los
problemas de su pueblo.
Ante el auge del enfado popular contra la monarquía y de las
noticias en medios de comunicación internacionales y nacionales sobre
los escándalos, corruptelas y opacidad de la monarquía borbónica, Felipe
VI quiere dar un giro a los acontecimientos y que cambie la percepción
que se tiene de él y lo que representa. Para ello desde la Casa Real
planifican unas estudiadas y continuadas visitas -ahora- por todas las
provincias del estado para demostrar su “cercanía” (en plena pandemia y
tras el discurso solo lo hizo una vez). Visitas todas ellas y hasta el
momento de escribir este artículo, contestadas por el pueblo (y
reprimidas algunas) que ha mostrado su rechazo
con cientos de banderas republicanas delante de sus narices lanzando
consignas que no dejan lugar a dudas de lo que piensan del régimen del
78. A la par saltan noticias confusas e intoxicadoras, emanadas de
palacio, de cara a la galería: que si van a emitir un comunicado desde
la Casa Real; que si le quitan el título de rey al emérito; que si le
echan de la Zarzuela y le buscan un nido de lujo en República
Dominicana; etc, que lejos de calmar los ánimos siembran más sospechas
de la opacidad de la monarquía. La campaña no les está saliendo como
quieren desde Zarzuela. Y es que, en estos momentos -en que hasta sus
más afines reconocen que está en su peor situación-, a diferencia de
cuando se impuso el régimen del 78, algunas de las élites políticas y
financieras que lo apoyaron entonces ahora se ponen de perfil y decantan
por posibles salidas que no hagan daño a sus intereses. De estos
últimos, vemos medios de derechas como El Español (del oscuro Pedro J.
Ramírez), Ok Diario (del “tribulete” derechón Eduardo Inda) y otros que
están tirando a dar contra la monarquía, no porque sean republicanos,
sino porque obedecen a la voz de su amo, sus intereses y buscan su
salida.
La campaña para salvar a Felipe VI
Ante tal avalancha de manifestaciones republicanas y noticias
negativas, ya diarias, que salen en la prensa internacional de todos los
continentes, los defensores del régimen del 78 han activado todas las
herramientas para contrarrestar las evidencias y “salvar el culo” a
Felipe VI. Y otros, pillados entre sus reiteradas contradicciones y
servilismo a la monarquía escurren el bulto como pueden para que no se
les note mucho lo doblada que tienen la cerviz de tanta flexión
cervical.
Así desde el Gobierno Pedro Sánchez animó el día 27 a Felipe VI a
que dé pasos «para avanzar en la ejemplaridad y la transparencia» de la
Corona ante la crisis institucional abierta (Diario Vasco) y días antes
la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, había reafirmado
en sesión parlamentaria el compromiso del Ejecutivo a favor de la
monarquía “la jefatura del estado no está en cuestión en este país”. Por
su parte, en estos momentos, los medios de comunicación afines hablan
del tour de visitas de los Reyes como si fueran todo aclamaciones y
bienvenidas, manipulando la realidad o en el mejor de los casos,
sesgando la información.
Los del referéndum
Felipe VI y la monarquía tienen otros aliados que con la boca
pequeña se proclaman republicanos y, sin embargo, ponen todos los medios
a su alcance para desvirtuar la lucha republicana sirviendo de
cortafuegos o colchón al sistema.
Hacen del sistema, los votos, el parlamentarismo… su objetivo, su
sala de confort. Entre medias alguna declaración rimbombante para
entretener a sus seguidores pero pocos hechos relevantes que sirvan de
cambio en favor del bienestar general. Tienen siempre la excusa perfecta
para justificar su oportunismo: “hay muchas presiones”, “poco a poco sí
se puede”, etc, etc; cuando no mienten y engañan descaradamente.
A estos republicanos de pacotilla nunca se les ha visto en ninguna
manifestación o acto republicano ni se les espera (por poner un ejemplo:
desde hace años se van a celebrar el día de la constitución al
Parlamento junto al Rey pero nunca han aparecido en las manifestaciones
contra la constitución monárquica). Como mucho llaman a las bases de sus
organizaciones a acudir a esos actos para cubrir el expediente.
En esta tesitura -que a algunos de ellos les viene de lejos, de
cuando renunciaron a la bandera republicana en aras de la pleitesía
(consenso lo llamaron) al régimen del 78 -, estos “republicanos” llevan
años queriéndonos convencer que para acabar con la Monarquía es
necesario un referéndum… y que el CIS pregunte sobre la Corona, para que
se vea lo mal valorada que está.
Para saber que la monarquía está mal valorada (y más en estos
momentos) no hay que ser muy listo, solo saber leer. En cuanto al
referéndum, aun aceptando que el sistema monárquico lo pusiera en marcha
que es mucho decir, ¿Qué garantías hay de que se hiciera con
transparencia?, ¿Sería vinculante?, ¿Habría condiciones de igualdad para
exponer los argumentos?, ¿Los medios de comunicación serían imparciales
y darían las mismas oportunidades a las partes?, ¿Qué garantías hay de
que se respetase el resultado?, ¿Los poderes fácticos se quedarían
callados?… Son muchas las preguntas sin respuesta y todo se mueve en la
incertidumbre de las arenas movedizas de la legalidad monárquica. Pero
esto esos “republicanos” lo ocultan y callan no vaya a ser que a la
gente le dé por pensar.
Ruptura y proceso constituyente
El camino para traer la República solo puede ser mediante la ruptura
con el sistema monárquico y la apertura de un proceso constituyente.
Para ello, los republicanos de izquierda consecuentes de todo el estado
deben cambiar la correlación de fuerzas; aunar y organizar un amplio
movimiento republicano que, en base a unos principios y objetivos
mínimos, les lleve a ese proceso constituyente.
Debemos despertar a la ciudadanía del letargo. Los republicanos
debemos manifestar y transmitir la necesidad de implementar los cambios
que propugnamos en la organización política. La necesidad de unificar y
organizar un amplio movimiento popular es tarea insoslayable. Y lo es
porque hoy no existen mecanismos efectivos de democracia participativa
para convocar un referéndum sobre el proceso constituyente, ni los
poderes establecidos confluyen con el sentir mayoritario de los
ciudadanos como hemos visto más arriba. Por ello, debe establecerse un
momento en el cual consolidar socialmente el compromiso de la ciudadanía
para arrancar el proceso constituyente. Y eso solo se materializará si
la izquierda y los republicanos de este país se ponen a la tarea de
forma coordinada, unida y organizada. Porque la República, no se vota.
La República, se proclama.
*Antonio González, es presidente de la Agrupación Republicana de Móstoles
Fuente → kaosenlared.net
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