
 Juan Carlos I: ¿el rey taumaturgo?
Cándido Marquesán Millán
Cándido Marquesán Millán
No
 citaré los últimos acontecimientos del Rey emérito. La sociedad 
española es suficiente madura para valorarlos. No obstante, a los 
representantes públicos en una democracia se les debe exigir un plus de 
ejemplaridad, como expresa en su libro Ejemplaridad pública , el 
filósofo Javier Gomá . Toda vida humana es ejemplo y, por ello, sobre 
ella recae un imperativo de ejemplaridad. Este imperativo es muy 
importante en la familia, en la escuela, y sobre todo, en la actividad 
política, ya que el ejemplo de sus dirigentes sirve, si es positivo, 
para cohesionar la sociedad, y si es negativo, para fragmentarla. El 
espacio público está cimentado en la ejemplaridad. La política es el 
arte de ejemplificar. Los políticos, sus mismas personas y sus vidas, 
son, lo quieran o no, ejemplos de una gran influencia social. 
Y como son muy importantes para nuestras vidas, atraen 
sobre ellos la atención de los gobernados y se convierten en personajes 
públicos. Por ello, sus actos no quedan reducidos al ámbito de su vida 
privada. Merced a los medios de comunicación de masas se propicia el 
conocimiento de sus modos de vida y, por ende, la trascendencia de su 
ejemplo, que puede servir de paradigma moral para los ciudadanos. Los 
políticos dan el tono a la sociedad, crean pautas de comportamiento y 
suscitan hábitos colectivos. Por ello, pesa sobre ellos un plus de 
responsabilidad. A diferencia de los demás ciudadanos, no es suficiente 
con que cumplan las leyes, han de ser ejemplares.
Sin embargo, una gran mayoría de los medios y de la clase
 política a estos recientes actos del emérito, los consideran o 
irrelevantes o exculpatorios por su papel extraordinario en la 
transición. Se ha construido el mito de Juan Carlos I , plasmado en su 
retrato en todas las aulas y en los lugares oficiales. En los medios, en
 la política, y, por supuesto en la historiografía.
Henry Kamen en su libro La invención de España. Leyendas e
 ilusiones que han construido la realidad de España señala que los mitos
 fortalecen las identidades de los pueblos, pero es importante separar 
la realidad (lo que «sucedió»), de los mitos (lo que algunos quieren, y 
así lo escriben, que «hubiera sucedido»). Opina que ciertos o no, todos 
estos mitos y leyendas son importantes para entender la historia de un 
país: «Tienen un papel en la forma en que elegimos construir, es decir, 
inventar, nuestro pasado». Ahí entra la labor de los historiadores, para
 conocer la realidad histórica. Uno de los más destacados hoy es Ángel 
Viñas , para el cual no es posible todavía establecer un juicio 
histórico sobre el reinado de Juan Carlos I. Eso se hará en el futuro 
cuando haya mayor distancia, se hayan abierto los archivos y se hayan 
despejado muchas interrogantes del período. En una entrevista del 2014 
tras la abdicación de Juan Carlos I se quejaba de que estaban cerrados 
los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores y también de la Casa 
Real, lo cual obstaculizaba el conocimiento de los hechos ocurridos 
durante la transición y el 23-F. Y que gracias a que otros estados 
europeos hayan abierto los suyos se puede ya intuir el marco que en 
Europa rodeó a la transición.
La combinación de la presión popular interna y de la 
política y diplomática externa no dejó al nuevo Rey otra opción que la 
democracia. El mantenimiento del franquismo era imposible. La reforma 
imprescindible. A Fraga Iribarne , embajador en Londres, Harold Wilson ,
 primer ministro, ya le advirtió que la preconizada por Arias /Fraga no 
servía. José María de Areilza , en un viaje por las capitales de Europa 
encontró la misma respuesta. Los británicos no han tenido el menor 
inconveniente en publicar el borrador de las conversaciones de Areilza 
con el responsable del Foreign Office , James Callaghan , posterior 
primer ministro. No es posible compararlo con el español. Habrá que 
esperar a que se reabran los archivos citados, a no ser que, de nuevo 
prudentemente, se haya destruido la documentación.
Los europeos expusieron los objetivos deseables y, entre 
ellos, la legalización de todos los partidos políticos incluido el PCE. 
En definitiva, o España evolucionaba hacia una democracia homologable 
con las europeas o marginada. Llegamos al 23-F el momento de gloria del 
emérito. Su mensaje a la Nación a altas horas de la noche y su 
desarbolamiento de la tentativa golpista le granjearon una legitimidad 
de ejercicio para el resto de su reinado. Pero, ¿cuáles eran las 
alternativas? Si se hubiera puesto detrás del golpe, la desafección 
popular hubiera sido inmensa. Y las consecuencias: no a las 
negociaciones con la Comunidad Europea, no a la OTAN, el oprobio mundial
 y la implantación de un régimen tan marginado como el de los coroneles 
griegos. Oponerse al golpe era la única vía posible. No solo por 
patriotismo y la defensa del interés nacional, sino también para salvar a
 la Corona. En definitiva, Juan Carlos I no hizo, de nuevo, sino cumplir
 con su deber. Y así, termina Viñas, la monarquía satisfizo una deuda 
histórica con la democracia española. Cabe recordar que Alfonso XIII 
apoyó el golpe de Miguel Primo de Rivera en 1923, y que Goicoechea , 
jefe nominal de Renovación Española (partido monárquico liderado por 
Calvo Sotelo ) negoció con Mussolini la preparación del golpe militar 
del 18 de julio del 1936, como ha documentado en su libro ¿Quién quiso 
la guerra civil? Historia de una conspiración .
Fuente → fundacionaladren.com

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