

Ana López Gallego, militante de las JSU, una de las Trece Rosas asesinadas por los franquistas en las tapias del cementerio del Este el 5 de Agosto de 1939
Ana López Gallego, “Anita”, nació en La Carolina (Jaén) en 1918, hija de Juan y Concepción. Su padre era minero. Era tal la situación de hambre y convulsión social en La Carolina, que los padres decidieron marchar a Chamartín de la Rosa (Madrid) en 1922. Desde los 6 años hasta final de su pubertad, Ana estudió en un colegio nacional del barrio de Tetúan, después estudió corte y confección, y muy pronto empezó ganarse la vida como modista. Trabajaba en un taller que cosía para gente «bien» por un escaso jornal que le obligaba a prolongar su jornada en casa si quería llegar a fin de mes, ya que su salario era el único ingreso de la familia.
Las interminables horas doblada hacia adelante en una silla de mimbre, aguja y dedal en mano, y las miles de puntadas diarias, hicieron crecer en ella la semilla del sentimiento de clase. Ana adquirió el compromiso político desde muy joven. Con 18 años, Ana era una mujer comprometida en la lucha contra las injusticias que veía a su alrededor y, cuando llegó la sublevación fascista, no dudó en ofrecer su servicio contra los golpistas formando parte de la Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) como secretaria femenina en Radio Chamartín implicándose en la defensa de la República. Precisamente el barrio Tetuán, donde vivía Ana, sufrió continuos bombardeos nazis y franquistas, que ocasionaron cientos de muertos. Ganar la guerra era el objetivo, las obligaciones de Anita incluían la movilización de la juventud de su Radio, organizar actividades que aportaran medios para las tropas Republicanas, incluso se desplazaba como miliciana a los frentes de guerra con la intendencia, o para aprovisionar de ropa a los jóvenes que luchaban.
Terminada la guerra, su novio, el comunista y comisario político Republicano Francisco Agudo, regresó del frente y le propuso huir a Francia, pero ella no quiso dejar solos a sus 3 hermanos menores, Manuel, Juan y José Luis, nacidos ya en Madrid. Era una época de mucho miedo y hambre, Ana iba cada día a buscar leña o chatarra, y al Auxilio Social en busca de una barrita de pan y una sardina para poder alimentar a sus hermanos, lo que representaba un peligro porque los falangistas o quintacolumnistas de barrio se apostaban en las cercanías y podían reconocerla por su participación activa en las milicias de las Juventudes Socialistas, pero ella tomó el rol con valentía..
El 18 de mayo de 1939, el escritor falangista Ernesto Giménez Caballero dijo en una alocución en Radio Nacional de España: “La guerra no ha terminado. La guerra sigue. Sigue en silencio: en frente blanco invisible. Y una guerra tan implacable como la que sufrieron hasta el 1 de abril nuestros cuerpos y nuestras vísceras. Es la misma guerra, son los mismos enemigos. Es la misma canalla que no se resignará hasta su aplastamiento definitivo, histórico”.
Una tarde, paseando junto con su amiga Martina Barroso (otra de las 13 rosas), les comunicaron que las JSU se habían vuelto a reorganizar en el barrio de Chamartin, para combatir desde la clandestinidad al ejército y el régimen franquista. Ana se incorporó al grupo de la JSU del barrio, que era dirigido por Sergio Ortiz, junto con otras compañeras que también formarían parte de las 13 rosas. Ana fue detenida tras un chivatazo el 16 de mayo junto a 3 compañeras de destino (Martina, Elena y Victoria). El 6 de junio fue trasladada al departamento de menores de edad de la prisión de Ventas, una cárcel construida para unas 450 personas, donde vivían hacinadas unas unas 4000.
Tras ser juzgada junto a otros muchos miembros de las JSU, fue sentenciada a muerte. Después de 24 horas, 43 hombres y 13 mujeres, fueron asesinados ante las tapias del cementerio del Este. A las 4,30 horas de la madrugada sonaron los disparos. Ana López Gallego no falleció con la 1ª descarga y gritó a sus verdugos: “¿es que a mí no me matan?”. La 2ª descarga acabó con su vida. ‘Las tristemente famosas 13 Rosas‘ fueron fusiladas en plena orgía de venganza tras la victoria militar del Ejército sublevado.
Los grupos municipales del Ayuntamiento de La Carolina han nombrado a Ana López Gallego, una de las integrantes del colectivo Las Trece Rosas, alcaldesa honoraria durante la celebración de un pleno extraordinario. Ya hay una calle en el pueblo que lleva su nombre.
Documentos: Ideal. Nueva Tribuna (Fernando Olmeda). Facebook (Contra la Impunidad del Franquismo). Quienes eran (Santiago de Córdoba). Mujeres en la Historia de Andalucía. Cazabaret, conversa con Santiago de Córdoba Ortega, autor de “Ana López Gallego. Una aproximación histórica de su tiempo
Ana López Gallego, “Anita”, nació en La Carolina (Jaén) en 1918, hija de Juan y Concepción. Su padre era minero. Era tal la situación de hambre y convulsión social en La Carolina, que los padres decidieron marchar a Chamartín de la Rosa (Madrid) en 1922. Desde los 6 años hasta final de su pubertad, Ana estudió en un colegio nacional del barrio de Tetúan, después estudió corte y confección, y muy pronto empezó ganarse la vida como modista. Trabajaba en un taller que cosía para gente «bien» por un escaso jornal que le obligaba a prolongar su jornada en casa si quería llegar a fin de mes, ya que su salario era el único ingreso de la familia.
Las interminables horas doblada hacia adelante en una silla de mimbre, aguja y dedal en mano, y las miles de puntadas diarias, hicieron crecer en ella la semilla del sentimiento de clase. Ana adquirió el compromiso político desde muy joven. Con 18 años, Ana era una mujer comprometida en la lucha contra las injusticias que veía a su alrededor y, cuando llegó la sublevación fascista, no dudó en ofrecer su servicio contra los golpistas formando parte de la Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) como secretaria femenina en Radio Chamartín implicándose en la defensa de la República. Precisamente el barrio Tetuán, donde vivía Ana, sufrió continuos bombardeos nazis y franquistas, que ocasionaron cientos de muertos. Ganar la guerra era el objetivo, las obligaciones de Anita incluían la movilización de la juventud de su Radio, organizar actividades que aportaran medios para las tropas Republicanas, incluso se desplazaba como miliciana a los frentes de guerra con la intendencia, o para aprovisionar de ropa a los jóvenes que luchaban.
Terminada la guerra, su novio, el comunista y comisario político Republicano Francisco Agudo, regresó del frente y le propuso huir a Francia, pero ella no quiso dejar solos a sus 3 hermanos menores, Manuel, Juan y José Luis, nacidos ya en Madrid. Era una época de mucho miedo y hambre, Ana iba cada día a buscar leña o chatarra, y al Auxilio Social en busca de una barrita de pan y una sardina para poder alimentar a sus hermanos, lo que representaba un peligro porque los falangistas o quintacolumnistas de barrio se apostaban en las cercanías y podían reconocerla por su participación activa en las milicias de las Juventudes Socialistas, pero ella tomó el rol con valentía..
El 18 de mayo de 1939, el escritor falangista Ernesto Giménez Caballero dijo en una alocución en Radio Nacional de España: “La guerra no ha terminado. La guerra sigue. Sigue en silencio: en frente blanco invisible. Y una guerra tan implacable como la que sufrieron hasta el 1 de abril nuestros cuerpos y nuestras vísceras. Es la misma guerra, son los mismos enemigos. Es la misma canalla que no se resignará hasta su aplastamiento definitivo, histórico”.
Una tarde, paseando junto con su amiga Martina Barroso (otra de las 13 rosas), les comunicaron que las JSU se habían vuelto a reorganizar en el barrio de Chamartin, para combatir desde la clandestinidad al ejército y el régimen franquista. Ana se incorporó al grupo de la JSU del barrio, que era dirigido por Sergio Ortiz, junto con otras compañeras que también formarían parte de las 13 rosas. Ana fue detenida tras un chivatazo el 16 de mayo junto a 3 compañeras de destino (Martina, Elena y Victoria). El 6 de junio fue trasladada al departamento de menores de edad de la prisión de Ventas, una cárcel construida para unas 450 personas, donde vivían hacinadas unas unas 4000.
Tras ser juzgada junto a otros muchos miembros de las JSU, fue sentenciada a muerte. Después de 24 horas, 43 hombres y 13 mujeres, fueron asesinados ante las tapias del cementerio del Este. A las 4,30 horas de la madrugada sonaron los disparos. Ana López Gallego no falleció con la 1ª descarga y gritó a sus verdugos: “¿es que a mí no me matan?”. La 2ª descarga acabó con su vida. ‘Las tristemente famosas 13 Rosas‘ fueron fusiladas en plena orgía de venganza tras la victoria militar del Ejército sublevado.
Los grupos municipales del Ayuntamiento de La Carolina han nombrado a Ana López Gallego, una de las integrantes del colectivo Las Trece Rosas, alcaldesa honoraria durante la celebración de un pleno extraordinario. Ya hay una calle en el pueblo que lleva su nombre.
Documentos: Ideal. Nueva Tribuna (Fernando Olmeda). Facebook (Contra la Impunidad del Franquismo). Quienes eran (Santiago de Córdoba). Mujeres en la Historia de Andalucía. Cazabaret, conversa con Santiago de Córdoba Ortega, autor de “Ana López Gallego. Una aproximación histórica de su tiempo
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