Ortega Smith, más cerca de sentarse en el banquillo por delito de odio contra Las Trece Rosas

 La Fiscalía remite un informe al Tribunal Supremo en el que insta a investigar al diputado de Vox por sus insultos a las mujeres fusiladas por el franquismo

Ortega Smith, más cerca de sentarse en el banquillo por delito de odio contra Las Trece Rosas / José Antequera:

¿Y qué ha sido de Ortega Smith, ya saben ustedes, el belicoso recluta de Vox aficionado a pegar unos tiros con el fusil ametrallador, de cuando en cuando, en los cuarteles murcianos del Ejército español? Pues el secretario general de la formación ultraderechista tiene un serio problema con la Justicia. Resulta que, cierto día, al hombre se le calentó la lengua en una entrevista en Televisión Española y acusó a Las Trece Rosas –el grupo de mujeres fusiladas por Franco en 1939− de torturar, asesinar y violar vilmente en las checas de Madrid durante la Guerra Civil. El sargento de hierro de Vox trataba de jugar a los revisionismos históricos para blanquear el franquismo cuando, sin darse cuenta, había atravesado una frontera demasiado peligrosa y estaba incurriendo en un posible delito de odio. Es lo que tiene la tele, que es como un diván. Uno se relaja, entra en trance y sin querer termina soltando lo más oscuro que lleva dentro. De haberse prolongado la entrevista un minuto más, Ortega Smith habría terminado acusando a Gandhi de sangriento terrorista; o a Rigoberta Menchú de comunista genocida; o a Nelson Mandela de verdugo carcelero. Cualquier disparate. 

El caso es que la Fiscalía General del Estado ha remitido un informe a la Sala Segunda (de lo Penal) del Tribunal Supremo en el que considera que Ortega Smith debe ser investigado por sus insultos a la memoria de Las Trece Rosas. Según el fiscal de Sala especialista en delitos de odio, Alfonso Aya Onsalo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) recuerda en su sentencia de 6 de julio de 2006 que es de vital importancia que “los políticos, en sus discursos públicos, eviten difundir palabras susceptibles de fomentar la intolerancia, generando un sentimiento lesivo para la dignidad de los aludidos y un riesgo para los derechos de terceros y el sistema de libertades”.

El problema es el de siempre cuando hablamos de la Justicia española: al tratarse de un diputado del Congreso, Ortega Smith goza de la condición de aforado. Ya se sabe: esas inviolabilidades, inmunidades, privilegios y fueros que ostentan injustamente nuestros políticos y que impide que puedan ser juzgados como cualquier hijo de vecino. De modo que, por ley, sólo el Tribunal Supremo puede investigar a Ortega Smith. Y gracias. 

La mano derecha de Santiago Abascal ha terminado en los juzgados tras la denuncia de la Asociación Trece Rosas Asturias y la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica. El diputado de Vox tuvo la oportunidad de retractarse de sus palabras e insultos en el acto de conciliación celebrado en el Juzgado de Primera Instancia número 40 de Madrid pero decidió no hacerlo. En concreto, los denunciantes exigían que Ortega Smith se retractara en televisión, que abonara una indemnización por importe de 10.000 euros (todo el dinero sería donado a un colectivo relacionado con la defensa de la memoria histórica) y cumpliera cinco días de trabajos de exhumación de víctimas de la Guerra Civil y el franquismo. Sinceramente, lo de ver a Ortega Smith enfundado en un mono de trabajo, doblando el espinazo y excavando en una fosa polvorienta a pleno sol −piqueta y pincel en mano y con el himno de la República de fondo−, parecía mucho pedir. Era tanto como obligar a Drácula a dormir sobre un colchón de ajos. En efecto, tal como era de esperar, el secretario general de Vox se negó en rotundo a cualquier acto de conciliación. El traje de mil pavos, los flamantes tirantes con la bandera de España y la gomina no habrían resistido no ya cinco días de trabajos por el bien de la comunidad, sino cinco minutos. Ya se sabe que estos de Vox son más de montar a caballo, en plan señorito. Lo de bajarse al barro y mancharse las manos de tierra y sudor es cosa de proletas y temporeros africanos. No va con ellos. Las élites supremacistas es que son así.

Tras negarse a firmar la retractación, el juez del caso buscó una solución intermedia que los demandantes aceptaron: unas disculpas públicas del secretario ultraderechista. Pero ni por esas. Tampoco hubo suerte. Ortega Smith propuso una matización de sus palabras y no una rectificación en toda regla reconociendo que había falseado y tergiversado la historia hasta manchar el honor de las mujeres fusiladas, por lo que finalmente no hubo acuerdo y el proceso siguió su curso. El pleito entra ahora en su fase más interesante, justo cuando el Gobierno trata de promover una reforma de la Ley de Memoria Histórica que perseguirá duramente los delitos de odio. Si el diputado de Vox es condenado, tal como reclama la Fiscalía, se habrá hecho justicia con Las Trece Rosas, aunque es más que previsible que nunca pida disculpas por sus intolerables insultos a los familiares de las víctimas. A fin de cuentas, un patriota español jamás se equivoca ni pide perdón. 


Fuente → diario16.com

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