Nos urge una nueva Constitución


Nos urge una nueva Constitución
@ellibelaresc

Me he preguntado muchas veces qué ven los partidos de la derecha española, todos, en mantener y defender “hasta la muerte” un sistema político basado en la monarquía, y cómo no pueden ver que se puede ser republicano y seguir siendo de derechas, pero con una ventaja: que ese jefe de Estado no sería un señor puesto ahí por ser una anacrónica figura medieval sino por una auténtica voluntad democrática.

Es imprescindible en los momentos del siglo XXI que estamos viviendo que los políticos se replanteen la urgencia de una República, y de la necesidad de activar un Proceso Constituyente que tenga como fin crear una nueva Constitución adaptada a las necesidades actuales de la población, como única forma pacífica de hacer una verdadera revolución democrática, que modifique el actual diseño del Estado y su forma de gobierno y todo sometido a la voluntad popular.

Urge una nueva Constitución que garantice y favorezca una mayor participación ciudadana en el gobierno estatal, autonómico y municipal, mediante todo tipo de medidas posibles, como iniciativas legislativas populares, referéndum o votación online, en un marco de responsabilidad y de transparencia en el sector público, institucional y político. Nos urge una nueva Constitución que nos haga avanzar en la creación de un estado federal, laico y republicano, basado en la transparencia y una mayor participación social. Deben establecerse mecanismos de control y blindaje del sistema público de pensiones. De la misma manera hay que blindar el sistema público de salud, las prestaciones sociales para dependientes, la educación pública y «plantar cara», con todo, democráticamente a los «poderes económicos no democráticos».

Vicente Blasco Ibáñez, en su novela ¡Viva la República!, refiriéndose a la Primera decía: soy republicano, aunque humilde e ignorante, y pertenezco a esa clase de locos que anuncian utopías que al día siguiente son realidades. Sois topos que protestáis ante el menor rayo de luz, y por eso sentís un furor sin límites ante la República, esa sublime locura que acaba con los privilegios que, considerando a todos los hombres iguales, les hace abrazarse como hermanos, y que, reconociendo su libertad, les da derecho a gobernarse por sí mismos.

Sabemos que una nueva Constitución no va a resolver las futuras crisis económicas ni va a quitar la angustia a la ciudadanía que las pueda padecer, pero va a ofrecer al pueblo instrumentos para que participe activamente en los asuntos de sus intereses de forma directa y a través de representantes legítimos. Urge una nueva Constitución que solucione todo lo anterior, y que nos brinde una jefatura del Estado elegida en sufragio universal. La monarquía no sirve para nada, no se sostiene, aunque algunos, quizá demasiados, la apoyen tal vez por cuestiones económicas y de élite.
 

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