
Hace ahora 84 años, el día 18 de julio de 1936, el general Franco se
sublevó contra el Gobierno de la República española. Al comienzo del
alzamiento se produjo un hecho de suma importancia y de gran intensidad
dramática: Franco, comandante militar de las islas Canarias, se dirigió a
los generales del ejército reclamando su apoyo.
¿Cómo reaccionó el Ejército ante aquel llamamiento? Sólo se sublevó un general de los ocho capitanes generales que mandaban las ocho regiones militares en que estaba dividido el país. Del total de
veintiún oficiales generales de mayor graduación dentro del Ejército,
diecisiete permanecieron fieles al Gobierno de la República y tan sólo cuatro se sumaron al alzamiento. Los seis generales de la Guardia Civil se mantuvieron asimismo fieles al Gobierno republicano.
El comandante en jefe de la aviación imitó su ejemplo. Del total de 59 generales de brigada, 42 se mantuvieron fíeles a la República
y diecisiete se sublevaron contra ella. El 18 de julio de 1936 el
general Franco tenía en su contra a la mitad del Ejército. Por otra
parte, hizo fusilar a los dieciséis generales que no pudieron abandonar a tiempo el territorio que él controlaba.
El General Miguel Núñez de Prado y Susbielas, nacido
en Montilla el 30 de marzo de 1882 fue fusilado en Zaragoza el 24 de
julio 1936, fue un militar y aviador español, destacado por su
intervención durante la Guerra del Rif y su papel en la aviación militar
española. Como responsable de las Fuerzas aéreas, en la madrugada del
17 al 18 de julio de 1936 se aseguró de la fidelidad de los aeródromos y
distintas unidades aéreas. En esas horas inciertas, Núñez de Prado se
dirigió en avión a Zaragoza, ciudad que aún no se había sublevado
formalmente, a fin de persuadir al general Cabanellas, al mando la V
División Orgánica, de que no se uniese a la sublevación.
Pero todo indicaba que Cabanellas, ya implicado en la insurrección de
agosto de 1932, también en esta ocasión seguía las instrucciones de los
golpistas, pues no respondió a ninguna de las comunicaciones
telefónicas que el ministro de la Guerra le dirigía desde Madrid.
Núñez de Prado sabía que ir a Zaragoza era ir a una muerte segura y
pidió al ministro y presidente del Gobierno viajar mejor a Sevilla,
donde todavía se podía controlar la situación, aunque su petición fue
desoída y finalmente aceptó la orden de Casares Quiroga por mera
disciplina militar.
Estas fueron las Palabras de Núñez de Prado al diputado Vidarte
después de la reunión con el presidente Casares Quiroga ordenándole ir a
Zaragoza:
"No crea usted que a mí me asusta la misión que se me confiere.
¡Es que es suicida esa gestión y voy a caer, totalmente, en una
ratonera! Pero los militares no tenemos más que una obligación: la de
obedecer. Me complace que usted haya sido testigo de mis razonamientos;
donde yo hago falta es en Sevilla. Mi misión ante una guarnición
sublevada es una locura"».
El general Rogelio Caridad Pita, estudió en la
Academia de Infantería. Nombrado teniente fue destinado a la isla de
Cuba en la que estuvo entre 1895 y 1898. Participó en la Guerra de Cuba
contra los Estados Unidos, a las órdenes del entonces comandante Miguel
Primo de Rivera. Durante la Revolución de Octubre de 1934 fue destinado
en Gijón como gobernador militar. Alcanzó la graduación de General y en 1936, al iniciarse la guerra civil, era gobernador militar de A Coruña y jefe de la Brigada de Infantería. Permaneció leal al gobierno de la II República y por ello, fue fusilado en El Ferrol por el bando nacional el 9 de noviembre de 1936
por su oposición a la sublevación militar. Estaba en posesión de la
Cruz de la Orden de San Hermenegildo y de la medalla de la Campaña de
Cuba. Fue autor de una obra titulada "Historia militar de España", sobre
la época de los Austria.
Sus hijos, Francisco, Carlos, José, Rogelio y Vicente, se exiliaron en México en 1939 tras el final de la Guerra Civil.
El General Enrique Salcedo Molinuevo nació en
Salamanca en 1871, de padre español y madre filipina. Ingresó en la
Academia de Infantería de Toledo en 1888. Participó en la guerra de
Cuba. En 1915 era comandante. En 1919 fue ascendido a coronel del
regimiento y presenció el desastre de Annual. Ascendió a general de
división en 1928. Se casó con una joven gallega, Amalia Portela. A pesar de su amistad con el general José Sanjurjo, no participó en su frustrado intento de golpe de Estado en agosto de 1932.
Poco antes de las elecciones de 1936 fue nombrado general jefe de la
VIII División Orgánica, con sede en La Coruña, por el ministro de la
Guerra, el también militar Nicolás Molero Lobo.
En julio de 1936, Caridad Pita estaba destinado en La Coruña, como
gobernador militar y jefe de la 15ª Brigada de Infantería, a las órdenes
del general Salcedo. En la tarde del viernes 17de julio de 1936
llegaron a Galicia noticias de la sublevación en Marruecos. El general
Salcedo, conservador pero leal, y el general Caridad Pita le aseguraron
al gobernador civil, Pérez Carballo su lealtad a la República,
los sublevados redujeron a Salcedo en su despacho de Capitanía, le
conminaron a que se uniese a la sublevación, Salcedo decidió no unirse
al levantamiento y fue detenido y trasladado a Ferrol.
El domingo 26, fueron conducidos al vapor prisión “Plus Ultra”, y de
allí al castillo de San Felipe de Ferrol. Encausados por un consejo de
guerra celebrado el 24 de octubre de 1936, y acusados de traición fueron condenados a muerte y fusilados el 9 de noviembre. Murieron entonando vivas a España y a la República.
El General Julián López Viota (12 de febrero de 1878
- 6 de diciembre de 1947) fue un militar español. Ingresó en el
Ejército el 26 de agosto de 1892, comenzando su carrera militar.
Especializado en el arma de artillería, llegó a intervenir en la Guerra
de África. A lo largo de su carrera ocupó diversos destinos y recibió
varias condecoraciones. Ascendió al rango de general de brigada el 3 de
abril de 1934. En julio de 1936 ostentaba el mando de la 2.ª Brigada de
Artillería, con base en Sevilla. También ostentaba el cargo de gobernador militar de la plaza de Sevilla.
El 18 de julio, después de que la guarnición de Melilla se hubiese
sublevado, Queipo y otros oficiales sublevados se presentaron en el
cuartel general de la II División Orgánica. López Viota fue arrestado junto a José Fernández de Villa-Abrille y otros oficiales de la división,
sin que estos ofrecieran resistencia. A partir de aquel momento Queipo
de Llano se hizo con el control de la II División, y lideró la
sublevación militar en Sevilla.
José Fernández de Villa-Abrille y Calivara (Madrid,
1878-1946) fue dado de baja en el Ejército a finales de 1936, el día 23
de diciembre, víspera de la Nochebuena. Luego fue sometido a
consejo de Guerra en 1937 y condenado a seis años de prisión
correccional, que cumplió en Sevilla íntegramente en el chalet del Ave
María, en Nervión, que fue una de las cárceles militares de
Sevilla durante la Guerra Civil. Puesto en libertad en 1942 marchó a
Madrid donde falleció en 1946, con 68 años de edad, en una pensión
madrileña, solo, pobre y abandonado.
La brutal rebelión militar-fascista de julio de 1936 y el asesinato
de generales leales a la República. Fue una traición a la Ley, a la
legitimidad y a sus propios juramentos, que aquellos rebeldes
ultraderechistas y sus "herederos" actuales han tratado siempre de
edulcorar y abaratar mediante vocablos como "alzamiento" o "movimiento".
El general Julio Mena Zueco, fue uno de los casos en
que desde los escalones más bajos de la milicia se llegó al generalato.
Huérfano de un teniente de Caballería, ingresó como soldado de esta
Arma, alcanzando enseguida el empleo de cabo por elección e ingresando
posteriormente como alumno de la Academia de Infantería, de la que salió
como 2.º teniente en 1896. Participó en la Guerra de Cuba.
Después de su paso por distintos destinos, fue al alcanzar el empleo
de teniente coronel, cuando su participación en la Guerra de Marruecos,
al mando de un batallón de Cazadores, puso en evidencia su competencia
profesional. Desde 1923 hasta 1926, en que obtuvo su ascenso a coronel
por méritos de guerra, fueron numerosísimas las acciones de guerra en
que participó, unas veces al mando de columnas y otras formando parte de
otras de mayor entidad; precisamente, en el desembarco de Alhucemas,
formó parte de la del coronel Franco. Como coronel, fue jefe del
Regimiento de Infantería Asturias n.º 31 de guarnición en Madrid. Con
antigüedad de 3 de febrero de 1932, ascendió a general de brigada.
Con este empleo le sorprendió la guerra al mando de la 11.ª Brigada
de Infantería de guarnición en Burgos, ciudad que, desde el principio de
la guerra, formó parte del bando sublevado. Su actuación al iniciarse
el levantamiento no fue lo suficientemente clara para el mando nacional,
por lo que fue arrestado, instruido el juicio sumarísimo y pese
a haber sido declarado sin responsabilidad, motivó su separación del
Ejército.
Y así podemos hablar (y hablaremos) de tantos otros militares que
permanecieron leales a la República, el coronel Carrasco Amilibia, en
Logroño; el general Gómez Caminero, en Salamanca; el general Romerales,
en Melilla; el comisario superior Arturo Alvarez Buyila, en Tetuán; el
coronel inspector de la Legión Luis Molina Galano, en Ceuta. En
Asturias, un consejo de guerra mandó al paredón al coronel de Artillería
José Franco Mussio, comandante militar de Trubia y director de la
Fábrica Nacional de Armamento, así como al comandante de Artillería
Manuel Espineira Cornide, los capitanes Luis Revilla de la Fuente,
Hilario Sáenz de Cenzano y Pinillos, Ernesto González Reguerin, Ignacio
Cuartero Larrea y José Bonet Molina, y el teniente Luis Alau
Gómez-Acebo. El único crimen cometido por estos oficiales fue el de
permanecer fieles al Gobierno.
Este articulo está basado en el que Antonio Alonso Baño ministro de la República española en el exilio publicó en Le Monde el 20 de julio de 1971.
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