
La obra Silenciadas pero no olvidadas repasa la manera en la que la dictadura dirigió su maquinaria contra las mujeres y documenta cerca de un millar de casos de condenadas y ajusticiadas
Los 1.000 nombres femeninos de la represión franquista en Asturias / Marcos Gutiérrez :
La Guerra Civil y el franquismo sumieron a España en
cuatro décadas de oscuridad. Tanto de manera directa como de un modo más
sutil y asumido como cotidiano, las mujeres padecieron doblemente esta
opresión, muchas veces de manera anónima. También en Asturias. Una
completa investigación busca, precisamente, saldar esta deuda o, al
menos, intentarlo. No es sencillo expresar con una cifra la magnitud de
la opresión de la dictadura sobre las mujeres en la región. Sin embargo
dicho análisis cuantifica en 440 los casos de condenadas y en medio
millar los de ejecutadas en Asturias.
La Federación Asturiana Memoria y República
(FAMYR), con la colaboración, asesoramiento y ejecución de la entidad
Covenant Servicios Audiovisuales, acaba de concluir la primera parte del
proyecto Silenciadas, pero no olvidadas. Mujeres y represión franquista en Asturies.
Dicha fase incluye el texto de un libro cuya autora es la historiadora
Mónica García Fernández en el que, precisamente, se trata de sacar
a la luz los casos de mujeres anónimas cuya libertad, autonomía y, en
muchos casos, vida fue cercenada por el aparato represivo del franquismo.
Una represión que no solo fue directa, de tipo político, sino que
también se desarrolló de manera doméstica, en el día a día,
institucionalizada.
«Hace tiempo veníamos reflexionando del poco
trabajo que se había dedicado en estudios memorialistas en Asturias al
tema de la represión de las mujeres», explica Rafael Velasco, presidente
de FAMYR. La semilla de este proyecto surge «en torno a la discusión y
aprobación de la Ley de Memoria Democrática. La ley contempla de forma
específica la oportuna reparación y recuperación de la memoria de las
mujeres» y en directa colaboración «con la dirección general de
Emigración de Begoña Serrano».
«En las siguientes fases implica la
publicación del libro, una exposición itinerante para llevar a
diferentes lugares, así como algún tipo de material audiovisual para
tener un fondo documental», añade. Para su elaboración se ha acudido a
«archivos históricos, bibliotecas y fondos documentales de diversas
entidades».
Opresión institucionalizada
Considera que uno de los aciertos de la obra es no haberse centrado en exclusiva «en
la represión política, que es la que más llama la atención, sobre todo
las más vinculadas con el movimiento obrero y la enseñanza, en
particular maestras republicanas, mujeres vinculadas a huelgas mineras
y, en el tardofranquismo, las vinculadas a la lucha feminista».
Cree
que, asimismo, «era muy importante situar esa represión de género hacia
las mujeres, por el hecho de serlo, que a veces queda oculta». En este
contexto «la Iglesia católica jugó un papel a la hora de situar a la
mujer en un papel doméstico y sumiso, en la línea que la sección
femenina u otras entidades del franquismo defendían».
Persecución política
Uno de los
aspectos más aterradores de la obra tiene que ver con el relato de la
vida de las mujeres que se vieron encerradas durante la Guerra Civil y
los años posteriores en «campos de concentración como el de Figueres»,
donde eran habituales el acoso sexual y prácticas como «raparle el pelo
a las mujeres, una forma de humillación social, represión y
visualización pública con la que se pretendía, humillar y estigmatizar a
esa persona que no encajaba en el canon oficial».
«Muchas mujeres
pasaron por ese campo y en muchos casos sus familias no lo supieron
hasta mucho más tarde», resalta. Se dieron muchos casos de «hijos y
nietos que no sabían que su madre o abuela había estado en un campo,
porque había colaborado con el socorro internacional, por sus
militancias políticas o afinidades con la república». Considera que «en
algunos casos esa represión en silencio, sobre todo la que tenía un
cariz político han tenido algún reconocimiento, aunque sea tardío, pero
muchas otras nunca han podido conseguirlo»
En la obra «hay referenciadas 440 mujeres
con condenas y medio millar ejecutadas. Hay por ejemplo varios nombres
asociados a la fosa común de Oviedo, a las guerrilleras huídas y
asesinadas por la represión franquista», sobre todo en los años «más duros, del 39 al 52».
Uno
de los casos más conocidos que se tocan en el libro es el de Rosalía
Zapico asesinada en El Cadavíu «cuando iba a dar de comer a su hermano
Ramón», guerrillero al que se dio muerte en el barrio gijonés de La
Camocha en 1953. No obstante, sus páginas están llenas de «muchas
mujeres de las que solo se tiene un nombre y un apellido». Es por eso
que otro de los objetivos a futuro de FAMYR es «avanzar hacia homenajes
más completos y poner en valor la biografía de estas personas en fosas
comunes».
Fuente → lavozdeasturias.es
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