
De la tía Genara nunca se hablaba. Que "la mataron en la guerra"
era lo máximo que se decía en la familia de labradores en la que creció
su sobrino, Evelio Fernández, en una atmósfera marcada por el silencio
heredado de generación en generación. El nombre de Genara Fernández
García, maestra en Cirujales (León), su pueblo natal, sobrevivió a los
años, pero no lo hizo su historia. Nadie contó cómo el régimen
franquista acabó con su vida en el campo de tiro de Puente Castro, donde
los fusilamientos se contaron por cientos, y arrojó su cuerpo a una
fosa de la que no se supo nada hasta ahora. Ocho décadas después, Evelio
y su familia han reconstruido los pasos que dio hasta su fusilamiento
al amanecer del 4 de abril de 1941, tras ser condenada por unos
pasquines antifascistas, y por fin Genara, apodada 'la Pasionaria de
Omaña', ha vuelto a su lugar de origen.
El pasado 11 de julio
la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) le
entregó a los familiares los restos de la mujer en un homenaje público y
un año después de que fuera exhumada de una fosa individual del
cementerio de León. El acto se celebró en Cirujales, donde, tal y como
querían los suyos, ha sido enterrada. En la ceremonia, una foto de
Genara, que fue asesinada a los 36 años, reposaba sobre la pequeña caja
de madera que alberga lo que queda de ella. Los asistentes pisaban el
suelo en el que estaba la antigua escuela, el lugar en el que dio clase
la maestra, uno de los colectivos más duramente reprimidos de la
dictadura. "No sabíamos prácticamente nada de Genara. Había mucho miedo
entonces, así que no se hablaba...En la familia era considerado como
algo olvidado, que pasó y punto", cuenta Beatriz Fernández, hija de
Evelio.
Pero en 2018 la periodista Ana Gaitero publicó en El Diario de León
un artículo que se refería a su tía abuela y otra mujer fusilada por el
régimen y entonces la familia comenzó a indagar. Las pesquisas de
Emilio, marido de Beatriz, le llevaron hasta la ARMH y el cementerio de
León, donde el acta de enterramiento indicaba que el cuerpo de Genara
debía estar supuestamente en una fosa individual de la parte civil del
mismo: cuartel A, manzana B, sepultura 6. También lograron recopilar el
sumario de su causa, la 2134/1939, que comienza a instruirse el 19 de
diciembre de 1939, pocos meses después del fin de la Guerra Civil.
En ella la tachan de "revolucionaria", de relacionarse con
"mujeres de moralidad dudosa" y con "muchas personas de probada
desafección al régimen", en definitiva, de ser contraria a la dictadura
de Franco. Según explica Ana Cristina Rodríguez, historiadora de la
Universidad de León y directora técnica de su exhumación, "no está del
todo claro si estaba afiliada a Unión Republicana o al Partido
Comunista, pero sí que estaba muy vinculada activamente a la vida
política de su pueblo". Tras el triunfo del golpe de Estado el 18 de
julio de 1936, Genara, conocida como 'la Pasionaria de Omaña', comarca
leonesa a la que pertenece Cirujales, fue víctima de la depuración
franquista del magisterio. Y suspendida de empleo y sueldo "por sus
actividades contrarias al Glorioso Movimiento Nacional", como les pasó a
miles de maestros y maestras, huyó a Asturias y a Barcelona. Después
intentó exiliarse, pero el barco en el que viajaba fue interceptado, y
regresó a León.
Los 312 papeles que la llevaron al paredón
Ante el veto en su profesión, no le quedo más remedio que
cambiar de oficio, y entró a trabajar como taquillera en los conocidos
Cines Mari de la capital, hoy desaparecidos. La noche del 16 de
diciembre de 1939 terminó de trabajar y en vez de dirigirse a su
domicilio, fue a la céntrica iglesia de San Marcelo. Allí depositó dos
paquetes de pasquines de propaganda subversiva y antifranquista, uno en
la puerta del templo y otro en un banco de la plaza "en posición de gran
visibilidad", según se puede leer en la sentencia que la condenó. Eran
312 cuartillas escritas a máquina y encabezadas por una ristra de
llamamientos como "camaradas trabajadores, pueblo honrado y laborioso" o
"camaradas obreros, antifastistas todos" y en las que se clama por "el
proletariado universal", "el pueblo libre y unido" y hay 'vivas' a "la
España Popular".
Genara fue detenida un día después, a primera hora de la mañana
del 17 de diciembre. "Sus declaraciones son confusas. Ella da varias
versiones. En un principio niega que tenga que ver algo con los
pasquines, pero luego acaba contando que se los entregan y que los deja
donde le dicen. Reconoce los cargos y muestra un cierto arrepentimiento
para que la condena no sea muy dura, cosa que no consigue...", señala
Rodríguez. Unos días más tarde es enviada a prisión y, tras varios
meses, se celebra la sesión plenaria del consejo de guerra que le impone
la pena de muerte como condena por un delito de rebelión militar. En la
sentencia se dice que con los "pasquines marxistas" 'la Pasionaria de
Omaña' tenía el "decidido propósito" de "desprestigiar al Movimiento
Nacional, perturbar el orden público y sembrar el descontento entre las
clases trabajadores". Sin embargo, el fallo no se aplicó inmediatamente y
la maestra comenzó un periplo que la llevó hasta la cárcel de Santa
Cruz de Tenerife y Valladolid antes de ser enviada de nuevo a León.
El 4 de abril de 1941, un año y medio después de su detención,
Genara Fernández es sacada de la prisión a las 6.30 de la mañana y
llevada al campo de tiro de Puente Castro, donde es ejecutada. La
maestra era muy querida en Cirujales, incluso varios vecinos y vecinas
firmaron a su favor durante su procesamiento como último recurso para
demostrar su "buena conducta", pero el régimen fue implacable. Las tres
décadas de férrea dictadura que aún aguardaban hicieron el resto y "el
miedo" impuso "el olvido", dice Beatriz Fernández, su sobrina nieta.
Pero "cuando conocimos todo lo que había pasado y sufrido decidimos que
debíamos hacerle un reconocimiento". Entonces, la Asociación para la
Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) les dijo que podían
exhumarla.
La ayuda de un sindicato noruego
La operación duró apenas dos días, fue una exhumación
"sencilla", recuerda Marco González, coordinador del proyecto y
vicepresidente de la ARMH. Sin embargo, comprobar que eran los restos de
Genara mediante análisis de ADN "se complicó" y al final se constató
que eran sus restos mediante identificación antropológica: "Sabíamos que
buscábamos a una mujer de 36 años y que al lado debía estar un hombre.
Lo comprobamos y entonces pudimos dar por buena la documentación del
cementerio que acreditaba que la mujer estaba allí".
Como ocurre habitualmente, a los trabajos acudieron curiosos y
familiares, pero también un grupo de integrantes del sindicato noruego
Elogit, que viajaron más de 2.000 kilómetros en avión para visitar la
exhumación de esta maestra republicana. Asombrados por el caso de las
desapariciones forzosas en España, varias centrales sindicales noruegas
apoyan económicamente a la asociación, que financia las excavaciones con
sus propios fondos y donaciones ante la falta de ayudas públicas. La
inversión del Estado para rescatar a los desaparecidos de la Guerra
Civil y el franquismo es a día de hoy nula, algo que pretende dar la
vuelta la futura ley de Memoria Democrática
que prepara el Gobierno y que previsiblemente irá a Consejo de
Ministros antes de que acabe julio. La búsqueda de estas personas "no la
tiene que hacer una asociación gracias a la voluntad y a las
aportaciones de sindicatos de Noruega a los que les llama muchísimo la
atención el caso español", esgrime González, sino que "son las
Administraciones Públicas las que deben hacerse cargo".

Pero además de por la visita noruega y lo paradigmático de su caso –el del profesorado fue uno de los principales colectivos represaliados por Franco–,
la de Genara no ha sido una exhumación cualquiera porque ha abierto la
puerta a otras muchas. Hasta ahora, no se habían descubierto fosas en el
cementerio de León, pero gracias a los hilos de los que tiró en un
principio Emilio, el marido de Beatriz, se han localizado varias decenas
más. En la ARMH "pensábamos que con la destrucción del cementerio en
los años 70 u 80 habían desaparecido, pero había otra zona, la parte
civil, en la que todavía se conservan. En León no hay apenas fosas
comunes, puede haber de dos o tres personas como mucho, pero lo habitual
era que a cada una la depositaran en un hoyo, como ocurrió con Genara",
cuenta el vicepresidente de la asociación.
Para Rodríguez, el de esta maestra "ha sido un ejercicio
perfecto de memoria histórica" porque "teníamos una persona represaliada
y casi olvidada a la que se ha dignificado" de su ejecución. Los restos
de la mujer han vuelto a Cirujales y descansa por fin en el panteón
familiar del pueblo. Un proceso clave también para los suyos, que hoy,
ocho décadas después, ya sí hablan de Genara: "Ha vuelto a la familia en
todos los sentidos. Durante todo este tiempo ha parecido que no estaba
en ella porque como había sido fusilada parecía que incluso era una
vergüenza, pero es todo lo contrario. Hay que recordarla y reconocerla.
Estamos felices de que por fin esté en casa", concluye Beatriz.
Fuente → eldiario.es
No hay comentarios
Publicar un comentario