

Juan Carlos I no se había
trasladado a ningún sitio desde que se decretó el estado de alarma en
marzo. No ha salido del palacio de la Zarzuela, que sigue siendo su
domicilio y donde recibe de vez en cuando a su hija la infanta Elena y a
las amistades más íntimas, que son ahora su principal apoyo. No ha
viajado a Sanxenxo desde septiembre pasado y es muy posible que ese sea
el único lugar al que se desplace este verano.
El grupo gallego, con Pedro Campos a la cabeza, forma parte de ese círculo de incondicionales que nada tiene que ver con las antiguas “amistades peligrosas”,
como definía Sabino Fernández Campo a la corte de Mallorca. Muchos de
ellos están muertos y en su día tuvieron conflictos con la justicia. Los
que aún viven de aquella época prefieren ser invisibles. Según indica El Confidencial,
uno de estos ‘amigos afirma: «No me extraña que haya un grupo de
empresarios que quieran contribuir a su futuro. Me parece justo que lo
hagan. No se le puede dejar como si fuera un perro sin dueño”.
Esta afirmación tiene que ver con la información publicada este por el diario El Mundo que asegura que varios empresarios habrían formado una asociación para que cada uno de ellos aportara 200.000 euros y
así colaborar en el mantenimiento de la nueva vida de don Juan Carlos
si su hijo, el rey Felipe, decide finalmente que debe abandonar
Zarzuela.
La cantidad total sería de dos millones de euros,
que servirían para el alquiler de una vivienda en Madrid y contratación
de personal que le atendería. Esta decisión la habrían tomado una vez
que el anterior jefe del Estado dejó de recibir la asignación que le
correspondía de los presupuestos. Más pronto que tarde el patriarca de
los Borbones dejará el palacio de La Zarzuela. Incluso para ir fuera de
España. Problemas económicos no tendrá.
Fuente → lasrepublicas.com
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