
La ignorancia política se perpetúa a sí misma y, junto con la
inactividad, constituye un material excelente con el que trenzar la
cuerda que tan útil les resulta a quienes desean ahogar la voz de la
democracia o atarla de pies y manos.
ZYGMUNT BAUMAN, VIDA LÍQUIDA, 2005.
Las primeras nociones de democracia se remontan a la Antigua Grecia. No obstante, la democracia actual tiene muy poco que ver con aquella forma de gobierno patriarcal y clasista de hace unos 2500 años.

Eibar, la primera vez que se ejerció el voto femenino en España, 5/11/1933
En la actualidad, el sufragio universal concede el derecho fundamental
de participación política a todo ciudadano y ciudadana
independientemente de su clase social, etnia o género. De este modo, de
las polis griegas hemos pasado a los estados-nación, y los avances han
sido enormes, no vamos a decir lo contrario. Los derechos fundamentales
que se han negado a tantos colectivos como mujeres, inmigrantes u otras
minorías durante tanto tiempo (hasta hace relativamente pocos años) se
han ido asentando y consolidando a base de sudor, sangre y
reivindicaciones. Sin duda, estamos hablando únicamente de occidente, ya
que en otras parte del globo los sistemas democráticos aun tienen que
avanzar hasta esta dirección, presentando aun un gran número de países
gobernados por dictaduras o democracias que realmente no garantizan los
derechos reales de sus ciudadanos.
Por otra parte, volviendo a las democracias occidentales, en la
actualidad, los modelos políticos del primer mundo se están viendo
tambaleados, y es que el dominio de las élites y los grandes poderes
económicos y políticos ejercen una gran influencia sobre el sistema
democrático, si bien es cierto ya no se muestran de una manera
directamente coercitiva, sino que actúan de una manera mucho más sutil, a
través de mecanismos de influencia de carácter persuasivo (esto no
quiere decir que no puedan usar en muchos casos la fuerza para mantener
sus intereses, pero no se suele dar el caso). De esta forma, los
ideales de la clase burguesa sostenidos en la ilustración, que portan el
baluarte de la libertad individual, así como los ideales más tempranos
del socialismo perteneciente a la clase obrera, se han ido dinamitando y
mostrando una democracia irreal, que hoy en día no resuelve los
intereses de la comunidad y tampoco garantiza una libertad individual
plena.
Las democracias parlamentarias occidentales se ven envueltas en unas
problemáticas de ineficacia, y en muchos casos, de gobiernos poco éticos
que actúan en favor de los intereses minoritarios de las élites o
grandes corporaciones. De este modo, el sueño de un "gobierno para el
pueblo" se ha ido diluyendo hasta la actualidad, donde nos encontramos
con una gran crisis sistémica que es transversal a todas las estructuras
de la vida social (económica, social, cultural y política). El
capitalismo neoliberal se alza como un sistema en constante crisis, pero
que sigue funcionando con gran éxito, ya que se nutre de la desigualdad
para que una pequeña parte de la población con una cuota de poder muy
superior a las demás siga acumulando beneficios a costa del resto de la
ciudadanía, dejando a la democracia parlamentaria en jaque.

Steve Bannon, estratega político de extrema derecha
Se podría hacer una gran cantidad de reflexiones debido a la complejidad
del tema. No obstante, me gustaría centrarme en una cuestión, y es que
para que la democracia parlamentaria funcione, se necesita una
ciudadanía con un pensamiento crítico y con capacidad de discernir entre
decisiones coherentes o no, es decir, saber que problemáticas son las
que afectan a su vida y como su voto y participación política pueden
ayudar a resolver y a comprender mejor los problemas de la vida social.
En las sociedades postmodernas, altamente complejas, una ciudadanía
crítica es la herramienta indispensable para crear desde abajo una
democracia real. Si reflexionamos sobre el contexto actual, no tiene
explicación lógica desde el punto de vista político/social que en España
se siga votando en masa al bipartidismo, con la cantidad de daño
social, económico y político que han causado, sin embargo, aunque el
mapa político ha cambiado, siguen siendo las fuerzas más votadas ¿por
qué ocurre esto? ¿por qué observamos un auge de la extrema derecha en
partidos como Vox o en dirigentes como Donald Trump, Bolsonaro,
Salvini... después de lo que estas ideologías protagonizaron en la
Segunda Guerra Mundial? ¿No sería coherente que la ciudadanía no optara
pos estas opciones, puesto que existen pruebas históricas de lo que
suponen para la sociedad? ¿por qué se repiten la elección de estas
opciones políticas frente a la evidencia y frente a otras alternativas
políticas?
Las respuestas a estas preguntas son complicadas, pero es cierto que
desde la sociología podemos abordarlas con cierto éxito. En primer
lugar, debemos entender que como sujetos sociales somos altamente
maleables, y a través del proceso de socialización nos vamos creando
como sujetos, es decir, generamos nuestra personalidad en base a las
relaciones e intercambios sociales que se dan en el seno de los
principales espacios sociales (escuelas, grupos religiosos, deportivos,
familia, trabajo, amigos, universidad...), este proceso de socialización
nunca para, nos moldea hasta que morimos. De esta forma, somos personas
que nacen en un entorno determinado, y las influencias y
características generales de este entorno nos conforman como sociedad.
En la actualidad, sabemos que existe una democracia desigual, injusta,
sin embargo, parece imposible cambiarla, es un sistema que se resiste a
cambiar, al igual que se resistía en la edad media la sociedad
estamental. Realmente no es el sistema el que se resiste, no es algo
abstracto, son las élites, los grupos de mayor poder y goce de
privilegios los que tienen la capacidad para sostener las lógicas
hegemónicas del sistema capitalista. Esto no quiere decir que no se
pueda cambiar, pero, nos indica que existen unas resistencias que van en
una dirección muy concreta, mantener los privilegios de los que
ostentan el poder.
Sociólogo y crítico cultural estadounidense
Asimismo, para que no se tomen decisiones democráticas como las
descritas en párrafos anteriores, una ciudadanía crítica sería el tipo
ideal de población que hace falta para el buen funcionamiento de una
democracia . Para esto, entran en juego dos instituciones claves que
conforman los principales espacios de información de una sociedad: la
escuela y los medios de comunicación. Por un lado, la escuela debería
mejorar como institución, evolucionar constantemente a la vez que se
transforma el contexto social. No obstante, lo que nos encontramos en la
actualidad es una educación estancada en un modelo hace décadas
obsoleto, un modelo que no puede hacer frente a las problemáticas
sociales que van surgiendo en esta era postmoderna, una era que se
caracteriza por el aumento de la velocidad en los cambios tecnológicos,
ambientales, sociales... debido a los procesos de globalización y la
revolución de las TIC. Así pues, problemáticas como el cambio climático,
la destrucción medioambiental, el racismo estructural, la desigualdad
de genero, la desigualdad entre países... deben ser tratadas en
profundidad a través de la educación. He puesto estos ejemplos ya que
son los más sonados en la agenda pública actual, no obstante, me refiero
a la necesidad de conformar ciudadanos críticos que sean capaces de
aportar una visión realmente comprensiva de su entorno. Para tener
nociones sobre la realidad social y política se deberá enseñar ciencias
sociales, ética, filosofía, psicología, historia... en general,
Ciencias Humanas. Por otro lado, si se quiere enfocar la problemática
ambiental, los alumnos y alumnas deberán entender los principios básicos
de la ecología, la ingeniera ecológica y demás disciplinas que tienen
como objeto de estudio esta problemática. Lo que quiero decir con estas
ejemplificaciones es que no podemos pretender obtener una democracia
coherente con un sistema educativo enfocado únicamente en generar mano
de obra, el cual, ha dejado de lado la que debería ser su función real,
dotar de herramientas a la ciudadanía para que puedan desenvolverse como
ciudadanos libres y críticos.

Pierre Bourdieu, sociólogo Francés
Por otra parte, nos encontramos con los medios de comunicación. No hace
falta profundizar en la gran capacidad de influencia que tienen sobre
nosotros, y que cada vez se hace más omnipresente a través de las nuevas
tecnologías. Los medios de comunicación son las instituciones que
deberían ser la principal herramienta de obtención de información sobre
los acontecimientos más importantes de nuestra sociedad. No obstante, el
problema en la actualidad es muy grave, la gran mayoría de medios
hegemónicos españoles se encuentran en manos de grandes grupos
vinculados a fortunas y corporaciones millonarias, por otra parte,
ejercen su oficio de una manera manipulativa e intencionada, engañan a
sabiendas, mienten, manipulan, sesgan e inventan noticias. Esto, a
través de un canal de comunicación masiva de 24 horas diarias, se
transforma en una percepción de la realidad por parte de la audiencia
alejada de lo que realmente esta pasando. Es un gran problema, uno de
los mayores de nuestro país, nos encontramos con uno de los sectores
comunicativos peor valorados de toda Europa, un gran escollo para el
avance a una democracia real.

Juan Carlos de Borbón y Francisco Franco
Por ultimo, me gustaría poner un ejemplo sobre un tema altamente tratado
en la agenda pública actual, la monarquía. Nos encontramos con un
sistema educativo y unos medios de comunicación que no explican la
monarquía y su contexto en España de una manera objetiva. Es obvio que
en la escuela se nos enseña la monarquía como una figura vinculada a la
democracia y a la transición española, algo que se puede catalogar como
sesgado, ya que la monarquía española actual (que sí que tiene un papel
importante en la transición) tiene su origen en la dictadura fascista de
Franco. Los medios de comunicación generan un discurso muy similar,
alejado de la crítica y de la objetividad, esto provoca que pese a los
casos de corrupción que perjudican a nuestra sociedad, la imagen de la
monarquía cuente con un gran número de personas perjudicadas por ella
pero que la siguen apoyando. Desde una perspectiva sociológica, no se
puede explicar la monarquía desde este punto de vista, es decir, si un
sociólogo diera una asignatura de sociología en el instituto o colegio
no podría apoyar la monarquía como forma de gobierno democrático, sería
el equivalente a que un ingeniero argumentara que el motor de combustión
es menos contaminante que el motor eléctrico, sería una mentira. La
monarquía es una institución totalitaria, vinculada desde hace siglos al
poder coercitivo, que además, representa el poder de unos pocos frente
al resto por el simple hecho de su origen familiar, por tanto, en una
democracia la monarquía es algo contradictorio, nadie debe tener más
derechos que cualquier otro ciudadano simplemente por la familia a la
pertenece, es algo básico, no es un principio democrático, y sería
moralmente necesario contárselo así a lo más pequeños y a los más
mayores. Si explicaciones y reflexiones a través de las Ciencias
Sociales se dieran en los colegios y medios de comunicación, la cultura
política y democrática de la gente se vería beneficiada, y, esto
supondría una gran herramienta de avance en cuanto a la toma de
decisiones colectivas de las sociedades democráticas.
En conclusión, si a la ciudadanía se le dan las herramientas para
entender la realidad social de manera crítica, la democracia mejorará y
los cambios necesarios serán posibles. Nuestro primer paso en la
actualidad es reclamar una instituciones dignas de la palabra
democracia, hasta entonces deberemos hacer el esfuerzo de deconstruirnos
día a día y de navegar entre un mar de noticias falsas y una educación
obsoleta e insuficiente.
Fuente → sociologiadekombate.blogspot.com
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