Felipe VI asiste a la representación de “Antígona”


Felipe VI asiste a la representación de “Antígona”
 @ellibelaresc

‘Antígona’ ha abierto la LXVI edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida con un debate sobre el poder absoluto de la monarquía y con Felipe VI de espectador. La obra de Sófocles, tal vez, es una de las tragedias más hermosas y a la vez crueles escritas nunca; recuerda a los ciudadanos las consecuencias de la falta más grande que se puede cometer: la hybris, la arrogancia de creerse mejor que los dioses. En la obra se contrapone la obediencia a una ley humana (la dictada por Creonte, el gobernante), con el respeto a leyes no escritas de orden divino, que sigue la heroína. Alrededor de esta disputa se desarrolla la fábula. 
 

Antígona es hija de Edipo, rey de Tebas, descendiente incestuosa de su abuela y madre, Yocasta. Tras el enfrentamiento de Eteocles y Polinices, hermanos de Antígona, por el trono de Tebas, establecen un acuerdo: se turnarán el trono periódicamente, pero, en algún momento, Eteocles decide quedarse en el poder después de cumplido su período, por lo que se desencadena una guerra. Ofendido, Polinices busca ayuda en Argos, una ciudad rival, arma un ejército y regresa para reclamar lo que es suyo. La guerra concluye con la muerte de los dos hermanos en batalla, cada uno a manos del otro, como decía la profecía. Creonte, entonces, se convierte en rey de Tebas y dictamina que, por haber traicionado a su patria, Polinices no será enterrado dignamente y se dejará a las afueras de la ciudad al arbitrio de los cuervos y los perros. Esa es la nueva ley. Los honores fúnebres eran muy importantes para los griegos, pues el alma de un cuerpo que no era enterrado estaba condenada a vagar por la tierra eternamente. Por tal razón, Antígona decide enterrar a su hermano, siguiendo una ley divina y por lo tanto moral, y realizar sobre su cuerpo los correspondientes ritos, rebelándose así contra Creonte, su tío y suegro (pues estaba comprometida con Hemón, hijo de aquel). Para Creonte, la falta de Antígona es doble: no sólo está dignificando la figura de un ciudadano desleal, sino que lo hace violando la ley vigente. Así, condena a muerte a su sobrina enterrándola viva en una celda. El hijo de Creonte, Hemón, prometido de la condenada, y Tiresias, un famoso adivino, interceden a favor de la joven. Pero cuando Creonte cambia de opinión ya es demasiado tarde: Antígona se ha ahorcado. Hemón y Eurídice también se suicidan. Aunque tarde, estas muertes provocan un profundo sufrimiento en Creonte, quien finalmente se da cuenta de su error al haber decidido mantener su soberanía por encima de las leyes divinas.

La obra es un clásico del festival de Mérida y me ha llamado mucho la presencia del Borbón en el teatro emeritense. Tal vez ha aprovechado la ocasión para tomar ejemplo y aprender. La obra plantea un devastador debate entre el poder absoluto y la crueldad de los gobernantes (representada por el contradictorio rey Creonte) y el deber de justicia y la ética de Antígona. La tragedia abre en canal emotivas reflexiones sobre el papel del pueblo ante la tiranía, entre las leyes humanas y las divinas, entre la libertad y el absolutismo inquisitorial. “Ser rey es rechazar ser humano”, escuchó atento desde su asiento el Jefe del Estado, Felipe VI. ¿En este conflicto entre hermanos que plantea la tragedia pensaría Felipe en su otro hermano mayor, Albert Solá, hijo secreto del rey emérito? 
 

Los Borbones pudieron ver la obra, pero no se libraron, a pesar de la actuación de la policía, de los abucheos del tipo “los Borbones son unos ladrones”, “Extremadura pasa hambre, ladrones”, “De tal palo tal astilla, no nos engañáis” y también “Hacéis negocios con dictaduras” en referencia a las ventas de armas a Arabia Saudí por parte del Estado español, avaladas por la Corona.

Cuentan las crónicas que en el desenlace de la obra los coros clamaban de repente con expresiones como “rey cabrón”, dentro del guion, algo de lo que la Casa Real fue avisada con antelación.

Termino la gacetilla con este tuit de Miquel Ramos retuiteado por el amigo Arcadi: “Mientras se cancelan conciertos, festivales y todo tipo de actividades culturales, vía libre para que los Borbones se den un baño de masas con sus lacayos en una obra de teatro en Mérida”.
 

banner distribuidora