Luis
Dorado Luque nació en Antequera (Málaga) en 1899; era hijo de un
reputado peluquero que tenía una barbería en la calle Estepa. Durante la
guerra de Marruecos fue destinado a servicios sanitarios en el hospital
militar de Málaga, donde adquirió los conocimientos y prácticas para su
posterior titulación como practicante. En oposiciones del cuerpo
sanitario del Estado, aprobó y obtuvo plaza de practicante en el
dispensario antituberculoso del Carmen, en el barrio obrero del Perchel,
en Málaga capital. Vivía en nº 10 del Compás de la Victoria; allí tenía
consulta para personas humildes y trabajadoras. Fue ayudante de su
mentor político, el eminente doctor Almanza.
Su conciencia socialista y Republicana fue reconocida por las
agrupaciones socialistas y de la UGT, que lo auparon a cargos de alta
responsabilidad. En las elecciones de febrero de 1936 fue elegido
diputado por el Frente Popular en Málaga capital. Su presencia en el
parlamento se hizo notar: de 85 posibles votaciones hasta su asesinato
participó en 73, y de un total de 33 sesiones participó en 28.
En la madrugada del 18 de julio, Dorado viajaba en tren de Madrid a Málaga, acompañado por el también diputado socialista Antonio Acuña Carballar.
En Alcolea, el tren fue detenido. Avanzada la mañana varios camiones
del ejército al mando de un capitán de Infantería registraron el tren,
detuvieron a los 2 diputados, y los ingresaron en un calabozo del
Cuartel de San Rafael de Córdoba, en el que también fueron encerrados
los diputados por Córdoba Bautista Garcés Granell y Antonio Bujalance López, comunista el primero y socialista el segundo, y el periodista cordobés, masón y ex diputado socialista Joaquín García-Hidalgo Villanueva.
La primera víctima fue Joaquín García-Hidalgo, la mañana del 28
de julio por causa de un “coma diabético”, que pudo ser provocado
obligándole a comer dulces, sin embargo según Julián Zugazagoitia,
la muerte se debió a una paliza que recibió en su celda. Garcés y Acuña
fueron asesinados la noche del 28 al 29. Luis Dorado y Antonio
Bujalance cayeron la noche del 29 al 30 de julio. El cuerpo de Dorado
fue examinado por un forense en el Cementerio de la Salud de Córdoba,
que dictaminó que había fallecido “a consecuencia de heridas por arma de
fuego en el cerebro y el hígado”.Luis Dorado Luque fue inscrito en el
Libro de Registro del Cementerio gracias a documentos, tarjetas y una
cédula personal a su nombre encontradas en su ropa. Entonces comenzó la
tergiversación de los hechos. La familia nunca tuvo una comunicación
oficial de la muerte, del asesinato. La ocultación de la represión a
efectos legales ya había comenzado. El juez lo inscribió en el Registro
Civil como un “varón desconocido”. Luis Dorado no había fallecido
legalmente. Ambos registros fueron desconocidos por sus familiares, que
también sufrieron represión, persecución y exilio.
Las secuelas de esa ocultación de la verdad se prolongaron
incluso después de concluir la dictadura franquista. Cuando Josefa Ortiz
Lara, viuda de Luis Dorado, solicitó en 1979 una pensión de viudedad al
amparo de la Ley 5/1979 de 18 de septiembre sobre reconocimiento de
pensiones en favor de las viudas y familiares de los fallecidos como
consecuencia de la Guerra Civil, la prestación le fue denegada porque su
esposo no figuraba inscrito como fallecido en el Registro Civil. El
trámite burocrático, hasta que Luis Dorado dejó de ser un mero
“desaparecido” y su fallecimiento se reconoció legalmente, no concluyó
hasta 1993. Sus descendientes no han cejado en el empeño por la
restitución de la verdad, emprendiendo acciones jurídicas contra el
Estado para que se reconozcan las verdaderas causas de la muerte de Luis
Dorado Luque.
Documentos: Todos los Nombres
(Francisco Espinosa Maestre: La Justicia de Queipo; Antonio Gutiérrez
Dorado: “Exilio interior”. Cuadernos para el Diálogo, nº 11, junio de
2006). Cordobapedia y Generaciones de Plata
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