
Liverpool, año 1915. Acero, fuego y hollín recubren una ciudad
oscura, industrial y portuaria. En el barrio de Anfield reside Frank
Deegan, un conocido sindicalista de los muelles del este. Deegan se
dejaba la vida en el muelle. Se cuenta en The Liverpool Pub
que reivindicaba que la lucha obrera debería ser siempre la lucha
contra el fascismo. Irlandés, comunista, hijo de comunistas, siempre
presentó batalla junto a sus compañeros, logrando, entre otras cosas,
que los breaks (descansos) para el almuerzo fuesen parte de la jornada laboral y remunerados.
En
1917, Deegan dejó provisionalmente los muelles para viajar a Francia
junto a los estibadores del puerto de Le Havre y unirse así al frente de
resistencia estibador contrario al embarque de armas. Un siglo después,
dicho gesto se repitió con los estibadores de Génova, Marsella o Le
Havre, negándose a cargar buques como el BahriYanbu con armamento destinado a la guerra de Siria.
Los estibadores se plantaban a menudo ante los patrones y se negaban a cargar los buques.
Me lo contó hace unos años Jaques Numbee, estibador del puerto de Le
Havre. Cuando se negaban a estibar cargas conflictivas, sugerían al
patrón que, si quería ser cómplice de asesinato por embarcar armas
destinadas a alguna guerra, podía cargarlas él mismo. Esa carga nunca se
embarcaba. El patrón no tiene ni idea de cómo se carga un buque.
Frank
Deegan volvió a Liverpool en 1921, pero la empresa para la que
trabajaba ya no contaba con él. En los años posteriores ejerció la
profesión de camarero en el Liverpool pub junto
a los muelles de la ciudad británica. Siguió acudiendo a las asambleas
de los muelles y alertando sobre el peligro latente del fascismo. En
1936 se unió a las Brigadas Internacionales. “Si Hitler y Mussolini
ayudan a Franco para que gane la guerra será una gran catástrofe para
todo el movimiento obrero y para todo el mundo”, clamaba el estibador.
La
lucha en los muelles no cesó. En 1995, los estibadores de Liverpool se
movilizaron hasta bien entrado 1998 contra las políticas liberales que
había diseñado y promovido en los 80 Margaret Thatcher.
En Liverpool, donde se encontraba el muelle más importante del país
entonces, se libró una larga batalla en la que entraría de nuevo en
escena Anfield de la mano de Robbie Fowler, un controvertido y joven
jugador del Liverpool, hijo de obreros y del barrio deprimido de
Toxteth. Fowler, tras marcar un gol en un partido, se levantó la zamarra roja para mostrar otra camiseta con un lema que rezaba “doCKers”
(estibadores, en español), haciendo un juego de palabras con el
logotipo de una conocida marca de ropa. Esta iniciaría acciones legales
contra el jugador. Faltaban símbolos y aquello fue una pequeña bocanada
de aire fresco, aunque de poco sirvió entonces: los muelles fueron
privatizados posteriormente.
Sin embargo, aquello recordó que la
lucha seguía viva con el paso de los años. Ahora, de nuevo, los muelles
de Liverpool se unieron a los paros por Black Lives Matter.
Las reivindicaciones de clase y la adhesión a múltiples luchas nunca
han estado reñidas con la estiba. El antifascismo y el antirracismo
también tienen su eco en los muelles.
Las reivindicaciones de la
clase trabajadora, tal y como nos enseña la historia, ha estado siempre
ligada a la lucha contra el fascismo en todas sus formas. Y los
estibadores así lo hemos demostrado. Conocer nuestras raíces es mucho mas que conocer nuestra historia: es aprender a respetarla, con la obligación de mantenerla viva.
Deegan,
el estibador irlandés, ya había combatido a los fascistas ingleses de
Owald Mosley cuando este realizó un acto en Liverpool. “El primer orador
fue William Joyce, más tarde conocido como Lord Haw Haw. ‘Cuando lo
escuché, mi sangre irlandesa se desbordó (…) y me levanté y comencé a
gritar. ¡Los matones camisas negras me agarraron y me usaron como ariete
contra las puertas cerradas!» recordaba el estibador en una entrevista publicada en 1986.
«La derrota del gobierno español fue un paso en el camino hacia el
fascismo en Europa. La Segunda Guerra Mundial podría haberse evitado si
Franco hubiera sido derrotado. Mussolini y Hitler ayudaron a Franco a
fortalecer el fascismo en Europa. Se prepararon para la Segunda Guerra
Mundial en España”, explicaba Deegan en esa misma entrevista.
Deegan publicó sus memorias en 1980 bajo el simbólico título de “No hay otro camino”.
Participó en múltiples actos para recordar a las Brigadas
Internacionales y alertar sobre el fascismo. La historia de Frank nos
sirve hoy de ejemplo a todo el gremio de estibadores, ya que es una
figura enormemente respetada en Liverpool, donde tuvimos el placer de
escuchar su historia. Fue cuando un grupo de trabajadores fuimos a
conocer la lucha de nuestros compañeros ingleses. Las historias de
nuestros antepasados nos obligan a mantener despierta la memoria y
aprender de los errores. La lucha antifascista también es nuestra, y
existirá mientras exista el fascismo. En los muelles siempre lo
recordaremos. Nuestra mera existencia es pura resistencia.
Fuente → lamarea.com
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