
Según varios autores, Santander fue, durante el Franquismo, “el presidio más grande del mundo”. Tal vez no en extensión, pero sí en concentración de presos. Se calcula que pudo llegar a haber unos 50.000.
La capital cántabra tuvo varias ubicaciones que actuaron como campos de
concentración, y que hoy en día son conocidos y reconocidos espacios de
la ciudad. Pero Santander no fue la única ciudad cántabra
que albergó estos campos de concentración. En total, 9 de estos lugares
se repartieron por toda la costa de la comunidad, ubicándose también en
municipios como Santoña, Laredo o Castro Urdiales.
El periodista Carlos Hernández de Miguel, en su libro ‘Los campos de concentración de Franco’, hace un exhaustivo estudio de las características y al número de presos
que por ellos pasaron durante la Guerra Civil y, en algunos casos,
durante los meses inmediatamente posteriores a la conclusión del
conflicto provocado por el golpe de estado militar.
Sin duda, la mayor concentración de presos tuvo lugar en Santander,
donde hubo diferentes campos de concentración a lo largo de los años,
algunos de ellos de larga duración y estable. Fue el caso del ubicado en
el Seminario de Santa Catalina de Corbán, que
actualmente acoge el Seminario Diocesano de Monte y que operó desde 1937
hasta noviembre de 1939, llegando a superar su capacidad máxima de
3.000 prisioneros.

Los casos más conocidos son los recintos que se habilitaron a lo largo del conflicto en diferentes puntos de la ciudad. La Plaza de Toros, el campo de fútbol de El Sardinero –en su antigua ubicación- y el Hipódromo de Bellavista llegaron a albergar a 20.000 prisioneros. Pero no fueron los únicos. El periodista Isidro Cicero recordaba en una entrevista en este medio
que a estos espacios se sumaron la tabacalera de la calle Castilla
-actual Biblioteca Central-, los Salesianos, el Grupo Ramón Pelayo de la
calle Alta –que era de mujeres-, las Salesas y las Oblatas.
Las Caballerizas del Palacio de La Magdalena
funcionaron como campo de concentración “ejemplar” para el franquismo.
Con una capacidad de 600 prisioneros, llegó a tener más de 1.600 y
estuvo activo hasta noviembre de 1939. La memoria de este campo de
concentración se recuperó en septiembre de 2019 con una performance de 400 personas que recreó una foto tomada en 1938. Actualmente se utiliza como residencia de estudiantes de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
OTROS CAMPOS
Santander fue, sin duda, el principal enclave utilizado por Franco
para instalar los campos de concentración, pero no fue el único. La
segunda ciudad más importante de Cantabria, Torrelavega, también acogió un campo estable
ubicado en varios edificios de la capital del Besaya, entre ellos un
almacén de maderas que ahora mismo no se conserva. Según la
investigación de Hernández de Miguel, estuvo activo durante el segundo
semestre de 1937.

Más fugaz fue el campo de concentración de Pontejos. El aeródromo fue utilizado de forma provisional entre septiembre y octubre de 1937, y sus prisioneros estuvieron a disposición de la Legión Cóndor alemana.
Santoña contó con dos campos estables y de diferente duración. El Dueso llegó a contar con más de 3.000 prisioneros entre 1937 y 1938, y después de esto comenzó su actividad como prisión. Junto a este espacio, el Fuerte de la Plaza, que actualmente es uno de los recursos turísticos de la ciudad, estuvo activo del 37 al 39.
Laredo y Castro Urdiales también fueron campos
estables. Creados ambos por tropas italianas entre agosto y noviembre de
1937, el de Laredo se ubicó en el campo de fútbol y sus alrededores, y a
lo largo de la calle Menéndez Pelayo. En Castro se llegaron a habilitar
tres espacios diferentes con hasta 10.000 prisioneros.
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