
España
atraviesa un proceso de honda secularización. Desde mediados de los
setenta y hasta nuestros días los españoles han pasado de ser una de las
sociedades más católicas de Europa a una de las más indiferentes al
hecho religioso. En este proceso, unos ritos han sustituido a otros.
Algo especialmente evidente en materia nupcial.
La cifra. El último informe del Instituto Nacional
de Estadística sobre el movimiento natural de la población (un amplio
estudio que abarca de forma regular los matrimonios, los nacimientos,
las defunciones y otros aspectos demográficos) es claro. En 2019 se
celebraron 165.578 bodas en toda España. 129.240 fueron civiles. 33.869
fueron católicas, una caída del 10% respecto a 2018. En total, apenas un
20,5%.
La evolución. El dato es por sí mismo revelador. Pero la
gravedad del fenómeno se comprende mucho mejor si observamos la
tendencia a largo plazo. En 2001 el 73,1% de los matrimonios celebrados
en España eran católicos. Ocho años después el porcentaje se había
reducido al 45,5%. A mediados de la pasada década caía hasta el 31,7%. Y
a las puertas de los años veinte, a duras penas supera el 20%. Un
proceso muy rápido.
Menos bodas. Todo ello en un contexto de menores compromisos nupciales. En el año 2000 el INE registró 216.451 nupcias. Fue el pico desde que se tienen registros. Por aquel entonces la mayor parte de los matrimonios eran católicos (163.000, también el pico, frente a 52.000 civiles). Durante las dos décadas siguientes los ritos cristianos se han desplomado, mientras que los civiles no han dejado de crecer (44.779 en 1996; 129.000 en 2019).
General. La gente se casa menos. Y cuando lo hace, no opta por la Iglesia. Sevilla,
una de las ciudades acaso más devotas de la península, ofrece un
ejemplo gráfico: mientras a finales de los noventa el 83% de los enlaces
se realizaban por el rito católico, hoy los civiles duplican a las
religiosos. Un proceso desvinculado de la legalización del matrimonio
homosexual, por cierto (sólo representa el 3% de las bodas totales).
Secularizados. No se trata de un fenómeno aislado. España es
hoy uno de los países menos religiosos de Europa. Sólo el 9% de los
españoles, por ejemplo, asocia
el cristianismo a su identidad nacional (el porcentaje más bajo del
continente, sólo superado por Suecia). Casi el 60% del país considera
"nada importante" la religión a la hora de definir la pertenencia a la
nación. Un elevado contraste con el 38% de Reino Unido o el 9% de
Polonia
Y no va a mejorar. Sólo el 37% de los menores de 30 años se considera "católico", por un 55% que no se adscribe a ninguna creencia. La ya religión es cosa de viejos.
Fuente → extremaduraprogresista.com
No hay comentarios
Publicar un comentario