El Borbón y la Botín son optimistas: ¡socorro!

COMUNICA la Oficina de Prensa de la Casa Real este el 1 junio de 2020 que su majestad el rey católico nuestro señor Felipe VI, que Dios guarde, ha presidido un pleno extraordinario de la Cámara de Comercio de España. Le acompañaron las personalidades habituales en estos casos, pero nos ha interesado especialmente una, Ana Botín, vicepresidenta primera de la ins-titución y presidenta del Grupo Santander.

El Borbón y la Botín son optimistas: ¡socorro!

Puede decirse que está estrenando el cargo presidencial, para el que fue reelegida el pasado 9 de abril por una abrumadorísima mayoría del 98,31 por ciento de los votos: una cifra así no la consiguen más que los dictadores en los plebiscitos que se organizan para justificarse ante el pueblo, como bien sabemos los españoles mayorísimos de edad que sufrimos la trágica noche dictatorial de nuestra historia reciente.

Felipe VI leyó un discurso con los tópicos habituales, porque la verdad es que la situación no está como para inspirar originalidades al escriba. Lo más esperado fue que confirmó su seguridad en un futuro muy próspero, cuando superemos este bache sanitario y económico impuesto por el coro-navirus: “No albergo ninguna duda de que seremos capaces de vencer esta crisis”, aseguró, y otros albergues por el estilo. Seguramente el escriba y el rey saben que los vasallos no hacemos ningún caso de sus discursos. Ellos cobran por desempeñar esos papeles por absurdos que nos resulten. 

La banquera mayor del reino también demostró que es capaz de afirmar cualquier cosa, por muy alejada que esté de la realidad. Ha llenado el terri-torio borbónico de sucursales cerradas del Banco Santander, y en las que continúan por ahora abiertas ha tenido la original idea de incorporar una cafetería y una sala de lectura para uso de los clientes: así se toman un café y leen un periódico a la vez que conocen el estado de su cuenta corriente.

EMPLEOS Y DESPIDOS

De acuerdo con la información publicada en la página oficial de la Casa del Rey, la presidenta votadísima del Grupo Santander afirmó que los efec-tos de la pandemia sobre el mercado laboral solamente podrán paliarse con políticas proactivas que atraigan la inversión, el talento y la innovación a nuestro reino borbónico (ella dijo país, que es más soez). En consecuencia, declaró, necesitamos disponer de profesionales formados en la competencia demandada por las empresas. Y remachó que únicamente es sostenible el crecimiento si es inclusivo. Además defendió la necesidad de crear empleos dignos, manteniendo niveles adecuados de protección social y gasto públi-co prioritario. Fue muy aplaudida.

Y sin duda será muy maldecida por los empleados que está despidiendo el Grupo Santander en todo el reino. Hace siete meses, el 27 de noviembre de 2019, los medios de comunicación de masas daban a conocer un informe de los dos principales sindicatos de clase existentes todavía en el reino, con los resultados del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) puesto en mar-cha en el mes de mayo anterior por el Grupo Santander.

Estaba motivado, según su explicación, en la conveniencia de evitar du-plicidades, como consecuencia de la absorción del Banco Popular, en una discutida operación causante de la ruina de sus accionistas, y conozco a al-gunos que no se suicidaron entonces.

Según el acuerdo firmado el 17 de junio de 2019 entre la empresa y los trabajadores, se hacía necesaria una reestructuración en el Banco Santan-der, conducente a una racionalización en las oficinas comerciales. Traduci-do este florido lenguaje a cifras reales, significaba el cierre de 1.128 sucur-sales, con la salida de 3.233 empleados. El mayor número de despedidos se produjo en Andalucía, 398, y en segundo lugar en Madrid, 354. El 67 por ciento correspondió a hombres, y el 33 restante a mujeres.

Sorprendentemente, el 62 por ciento de los afectados por el ERE recayó en trabajadores del Banco Santander, y sólo el 38 por ciento en el extinto Popular, lo que dificulta aceptar la explicación oficial. El 55 por ciento de los incluidos en el ERE decidió acogerse a la modalidad de prejubilaciones, mientras que el 45 restante prefirió recibir una indemnización.

Con este historial muy reciente, la presidentísima del Santander aconsejó en el pleno de la Cámara de Comercio de España “la necesidad de crear empleos dignos” en el reino. Una idea incongruente con los despedidos or-denados por ella en su empresa. Parece preferible conservar a crear. Algo falla en ese discurso. Por eso los borbones no se fían y guardan sus ahorros en los bancos suizos. No es un acto patriótico, pero es seguro.

ARTURO DEL VILLAR
PRESIDENTE DEL COLECTIVO REPUBLICANO TERCER MILENIO


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