Hoy se cumplen seis años desde que Felipe VI subiera al trono
tras la abdicación de Juan Carlos I, algo poco habitual en la
monarquía. Un sexto aniversario que coincide con un momento de gran
tensión en el que la Corona se cuestiona más que nunca.
Las celebraciones serán más bien discretas, limitándose a un acto en
una localidad del norte de Madrid con los más vulnerables. Luego, un
evento cultural en la capital con la Princesa de Asturias y la Infanta
Doña Sofía.
La Razón revela que existe una creciente preocupación,
instalada casi como una costumbre, por los ataques que arrecian contra
la monarquía en España. Al menos así se vive, asegura este medio, entre
sectores que tradicionalmente han permanecido cercanos a la Corona. Así
es en ámbitos políticos, financieros, académicos y jurídicos.
No son las proclamas de “la izquierda dura de siempre” las que
preocupan. Sí, en cambio, el hecho de que Juan Carlos Campo, ministro de
Justicia, haya hablado en sede parlamentaria de “crisis constituyente”.
También, que se haya producido un acto simbólico más que otra cosa como
la salida de la imagen del retrato del rey emérito en el parlamento de
Navarra.
Preocupa la inacción para proteger el pacto constitucional
Las fuentes consultadas por ese medio entienden que son preocupantes
éstos los últimos hechos, pese a que miembros del propio Gobierno hayan
corregido al ministro. “Todo hace pensar que puede producirse un ataque
frontal en cualquier momento”, señalan.
Esos sectores cercanos a la monarquía echan en falta una acción
coordinada y organizada, con una estrategia definida ya largo plazo,
para defender el pacto constitucional. Crece el sentimiento de que no se
ha aprendido nada de la crisis vivida en Cataluña. Incluso, de que no
se hace lo suficiente para proteger, no sólo a la corona, sino al mismo
orden constitucional.
Lo cierto es que Felipe VI accedió al trono en un momento en el que
se estaba pulverizando el bipartidismo y cada vez se fragmentaba más el
espectro político. Y eso acarreó inestabilidad.
El desafío soberanista en Cataluña puso a prueba todo el sistema como
nunca se había hecho desde la Transición. La intervención del Rey fue
determinante para unir a los constitucionalistas y marcó un punto de
inflexión.
Felipe VI asumió la Corona en un momento difícil para la monarquía
Con todo, al margen de la política y de la propia Casa Real, el
reinado de Felipe VI no ha podido abstraerse a dos polémicas que vienen
siendo aprovechadas para debilitar a la Corona.
Por un lado, el Caso Noos, que conllevó la condena de Iñaki
Urdangarín y la pérdida del título de Duquesa de Palma de Mallorca por
parte de la Infanta Doña Cristina.
Por otro, que la Fiscalía del Tribunal Supremo asuma una
investigación abierta años atrás por el supuesto cobro de comisiones por
la concesión, a empresas españolas, de la línea de AVE Medina-La Meca.
En su discurso de proclamación como Rey, Felipe VI se comprometió con
los españoles a mantener la transparencia y la ejemplaridad.
Consecuencia de la segunda polémica fue su renuncia, el mismo día en que
se decretaba el estado de alarma, a la herencia que pudiera
corresponderle de su padre, a quien, además, le retiró su asignación
anual de 195.000 euros con cargo a los Presupuestos del Estado.
Con polémicas o no, lo cierto es que el hecho determinante para que
crezca la preocupación en la Casa Real y en los sectores que la rodean
es la entrada en el Ejecutivo de Podemos. Asimismo, la dependencia del
Gobierno de los independentistas y de la extrema izquierda.
“La Historia de España en el siglo XX, y la Historia en general,
ilustra el axioma de que en periodos turbulentos la izquierdas radicales
ahogan y superan siempre a las izquierdas moderadas”, explica una de
las fuentes. Algo que no invita, precisamente, a que los sectores
monárquicos se calmen.
Fuente → diarioprogresista.es
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