6 años de pleitesía y 45 de borbonismo corrupto
Desde que el 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos asumiera el dictado de Franco, para convertirse en rey por obra y gracia de la dictadura, los Borbones han vuelto a la primera escena de la vida política española. No importó su pasado nefasto, ni el detalle que lo legalmente constituido era la República hasta que un golpe de estado la destruyó. Un hecho no menor que cuestiona incluso la lucha por un referéndum, bastaría con volver a la situación que el franquismo abortó.
Desde hace hoy seis años, el heredero de la corona, Felipe VI, se convirtió en Jefe de Estado tras la situación insostenible de su padre. Fue vendido el asunto como un paso hacia la modernización, pero sabían que el destape de sus negocios y escándalos amatorios podía llevarse el reinado por las cloacas. El sainete continuó. El borbón hijo con la ex presentadora del Telediario se convirtieron en rey y reina, y a partir de ahí, a rendirles pleitesía. Por ejemplo, los partidos políticos, salvo ERC, Bildu y la CUP, acudieron prestos a estrecharle la mano a la Zarzuela como gesto inequívoco de reconocimiento de subordinación a la corona. Que no haya pasado por las urnas y que se vanagloriara, por ejemplo, de la represión en Catalunya, no importa a los partidos, algunos de ellos incluso dicen ser -en el colmo del cinismo- republicanos.
Sin embargo, no están tranquilos en palacio. El desprestigio de la institución es absoluto, los casos judiciales parecen atrapar al Borbón padre, el cuñado Urdangarin sigue preso por corrupto, los sobrinos son pasto de la prensa del corazón por sus coqueteos con Vox y otras cosas, la cónyuge frunce el ceño entre modelito y modelito, la hermana canta en youtube y la otra vive en Suiza. La baza fundamental de Don Felipe es la paciencia del pueblo, que parece infinita. Pero todo se acaba.
En la imagen de portada los tres últimos jefes de estado. Curiosamente, ninguno salido de las urnas.
Desde que el 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos asumiera el dictado de Franco, para convertirse en rey por obra y gracia de la dictadura, los Borbones han vuelto a la primera escena de la vida política española. No importó su pasado nefasto, ni el detalle que lo legalmente constituido era la República hasta que un golpe de estado la destruyó. Un hecho no menor que cuestiona incluso la lucha por un referéndum, bastaría con volver a la situación que el franquismo abortó.
Desde hace hoy seis años, el heredero de la corona, Felipe VI, se convirtió en Jefe de Estado tras la situación insostenible de su padre. Fue vendido el asunto como un paso hacia la modernización, pero sabían que el destape de sus negocios y escándalos amatorios podía llevarse el reinado por las cloacas. El sainete continuó. El borbón hijo con la ex presentadora del Telediario se convirtieron en rey y reina, y a partir de ahí, a rendirles pleitesía. Por ejemplo, los partidos políticos, salvo ERC, Bildu y la CUP, acudieron prestos a estrecharle la mano a la Zarzuela como gesto inequívoco de reconocimiento de subordinación a la corona. Que no haya pasado por las urnas y que se vanagloriara, por ejemplo, de la represión en Catalunya, no importa a los partidos, algunos de ellos incluso dicen ser -en el colmo del cinismo- republicanos.
Sin embargo, no están tranquilos en palacio. El desprestigio de la institución es absoluto, los casos judiciales parecen atrapar al Borbón padre, el cuñado Urdangarin sigue preso por corrupto, los sobrinos son pasto de la prensa del corazón por sus coqueteos con Vox y otras cosas, la cónyuge frunce el ceño entre modelito y modelito, la hermana canta en youtube y la otra vive en Suiza. La baza fundamental de Don Felipe es la paciencia del pueblo, que parece infinita. Pero todo se acaba.
En la imagen de portada los tres últimos jefes de estado. Curiosamente, ninguno salido de las urnas.
Fuente → insurgente.org
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