Vox

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Néstor Fernández Zapico




Durante los últimos días ha crecido la polarización, la exaltación de la extrema derecha. Este artículo busca analizar el origen y las bases del principal partido ultraderechista en nuestro país, Vox.

El sistema español, en su etapa de declive, generó a Vox. Cabe preguntarse: ¿de dónde surge este metasistema? Para responder a esta pregunta es importante analizar dos características del sistema español: la primera etapa autoritaria de instauración (1960-1975) y su enmarque en el entorno global con una fuerte interconexión. De este modo, Vox surge como nostalgia del gran desarrollo sistémico durante la primera etapa y como imitación de otros fenómenos parecidos en el ámbito internacional.

La nostalgia es un sentimiento común durante el declive de los sistemas, cuando se piensa que todo tiempo pasado fue mejor. Es lógico que un sistema en declive genere un metasistema nostálgico, aunque también cabe decir que al lugar donde has sido feliz nunca debieras tratar de volver, aprendizaje de la Comala de Pedro Páramo. La lógica del cambio, evolución constante de los sistemas, dificulta la adaptación de los metasistemas nostálgicos.

Durante los años sesenta, época del “milagro económico español”, el país se desarrolla de una forma espectacular. En cada familia hay relatos de vida sobre la gran mejora del bienestar durante esa etapa. Por otro lado, el secreto de este gran desarrollo se encuentra en la apertura al exterior tras el periodo de autarquía. Es imposible repetir este fenómeno; ya nos encontramos inmersos en el mundo globalizado.

Esta etapa llevaba en su interior un nuevo sistema menos jerarquizado, abandonando el régimen autoritario, y con oportunidades. El metasistema que nació como sistema en los años sesenta llevaba en sus entrañas un nuevo país ahondando en la evolución progresista. Las contradicciones entre bases y élites llevaron a un sistema con oportunidades.

La segunda característica importante en el surgimiento de Vox es la imitación de otros movimientos del populismo reaccionario -Trump, Le Pen, Bolsonaro, Salvini…-. La fuerte interconexión entre el sistema español y el entorno internacional lleva a la imitación de fenómenos que surgen en otros países. Es importante analizar las razones que subyacen en el auge de los populismos reaccionarios.

La globalización de la economía provoca malestar en una gran parte de la sociedad. La precarización del mercado laboral genera inseguridades. En esta situación aumenta la mixofobia, el miedo/odio al distinto. Los movimientos reaccionarios aprovechan esta situación para volcar el odio en los migrantes. Aprovechan esta situación empleando la clara estrategia populista del chivo expiatorio, es decir, el empleo de una parte de la sociedad como objeto de todos los males.

También destaca el odio al feminismo. La evolución progresista de la sociedad reduce la estructural desigualdad entre hombres y mujeres. Todo cambio genera disonancias en algunas vivencias cotidianas. El populismo reaccionario manipula el malestar de algunos hombres y utiliza el feminismo, al igual que sucede con los migrantes, como chivo expiatorio.

El origen de Vox se encuentra en la nostalgia y en la canalización del malestar fruto de la apertura del sistema al entorno globalizado.

Sorprende el rápido desarrollo de Vox como partido político. En apenas tres años se ha convertido en la tercera fuerza política. En relación con su ideología, dentro de la escala de 1 -extrema izquierda- a 10 -extrema derecha- tiene una media de 9,42 (CIS, 2020), con una percepción social claramente escorada a la extrema derecha. Para ahondar en este fenómeno se analizarán las bases con una ideología muy afín a VOX (9-10 en ubicación ideológica) y el espacio político que potencialmente puede abarcar (7-10 en ubicación ideológica).

Durante los últimos cinco años las personas que se ubican en la derecha-extrema derecha (7-10) han aumentado de forma notable. De representar un 11,8% en 2015 (CIS, 2015) a un 15,3% en 2020 (CIS, 2020). Supone un incremento del 30%. Por otro lado, si se analiza la serie temporal de los últimos diez años este dato no es tan significativo. En 2010 un 13,4% de los españoles se ubicaban en la derecha-extrema derecha (CIS, 2010). El incremento entre 2010 y 2020 es del 14%. Considerable, pero no tan amplio como la evolución durante los últimos cinco años. Cabe destacar una generalidad para los estudios de intención de voto: en la ubicación ideológica de derechas hay mucho “voto oculto”, es decir, muchas personas que no se reconocen públicamente en la derecha, pero votan a la derecha. Por otro lado, la escala de 1 a 10, empleada de forma generalizada, tiene un sesgo hacia la izquierda, ya que la ubicación en el 5 se encuentra en el centro-izquierda; cuando una persona que responde “5” suele querer identificarse como de centro.

Ahora analicemos el dato más significativo: la ubicación ideológica 9-10. Tanto en 2010 (CIS, 2010) como en 2015 (CIS, 2015) representaba un 2%. En 2020 representa un 4% (CIS, 2020). Llevado a cifras absolutas en términos poblacionales, quiere decir que en los últimos cinco años hay 940.000 personas más que se reconocen a sí mismas en la extrema derecha.

Es casi imposible predecir con rigor si esta tendencia continuará al alza, pero la tensión de las últimas semanas muestra una mayor polarización de la sociedad. Por otro lado, cabe mencionar las contradicciones internas del discurso de Vox, debilidad para asentar y ampliar sus bases. Vox, al igual que la mayoría de los partidos populistas de ultraderecha, tiene dos almas:

    1. La crítica anti-establishment. Parte del discurso apela a un supuesto sentido común progresista mayoritario, causa de los males de la sociedad. Ataca a los medios de comunicación progresistas y, en algunos casos, llega a mencionar una supuesta “conspiración globalista”.
    2. La defensa de la patria y el orden. Defiende la estabilidad y la seguridad por encima de cualquier otro valor. Esta parte del discurso se vertebra sobre un ultranacionalismo español.

      La actual crisis, con la vuelta a valores materialistas, salud y economía, pone a Vox en una situación contradictoria entre sus dos almas. Hasta ahora apuesta por la crítica anti-establishment, pero esta estrategia descuida su alma ultranacionalista -seguridad y orden-. El futuro dirá cuál es la evolución de las bases de Vox, pero las actuales contradicciones no auguran buenos resultados para este partido político si se vuelve a un clima de estabilidad económica y política.


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