La República marichalada
 
La República marichalada
Arturo del Villar

No podían hacer peores matrimonios los tres hijos de Juan Carlos I de Borbón y Borbón. La mayor, Elena, está divorciada de Jaime de Maricha-lar, a quien no se puede clasificar porque entabla demandas judiciales por difamación a quien lo menciona. La segunda, Cristina, creó una banda de-lincuente con su marido Iñaki Urdangarin, actualmente en la cárcel, en donde también debiera estar ella. Y el tercero, Felipe, en quien abdicó para así poder ocuparse con dedicación exclusiva de sus negocios de comisio-nista, casó con mujer tan brava que quiso estrangular públicamente a su suegra el 1 de abril de 2018 ante las puertas de la catedral de Palma de Ma-llorca y unos maravillados fotógrafos: imaginemos lo que hará en privado.

Puesto que la infausta Elena y Jaime de Marichalar se casaron en una so-lemne ceremonia de la Iglesia catolicorromana celebrada en la catedral de Sevilla en 1995, su matrimonio es un sacramento indisoluble, según creen-cia de esa secta, de modo que aun divorciados legalmente en 2009 siguen siendo matrimonio canónicamente hasta que la muerte los separe, según les dijo el arzobispo. En consecuencia, el rey católico nuestro señor Felipe VI es cuñado de Jaime de Marichalar, y concuñado de su hermano Álvaro.

Este Álvaro de Marichalar, más conocido como El Marichalado, es noti-cia frecuente en las revistas por sus disparates. El último lo protagonizó du-rante un mitin organizado en Miami, en donde pasa la cuarentena impuesta por el coronavirus, el 24 de mayo de 2020. Es un político errante, candidato fallido al Congreso por Unión Progreso y Democracia. Al desastre de ese grupúsculo fundó Omnia Europa, en donde ocupó todos los cargos directi-vos por ser el único militante. En busca de mayor audiencia para exponer sus ideas se afilió a Fuerza Ciudadana, que no la tiene, y finalmente a Vox. Todo un carrerón que no le ha permitido sentar la cabeza hasta ahora.

DISPARATES HISTÓRICOS

Su errancia política se ha paseado siempre por la extrema derecha, como es lógico en un concuñado de su majestad el rey de España. Aunque ofi-cialmente no pertenezca a la familia irreal después del divorcio de su her-mano y la infausta Elena, canónicamente siguen siendo concuñados, y eso no hay ley humana que lo impida, teniendo en cuenta que Felipe VI ostenta el título de rey católico de España, como sucesor de Isabel y Fernando, por bula del infame papa Alejandro VI concedida en 1496.

Este 24 de mayo quiso exponer su pensamiento político en Miami, en donde no lo conocen, y después lo resumió en un mensaje enviado a la red para que así pueda difundirse urbi et orbi. Y esto es lo que escribió:

El 14 de abril de 1931 se impuso por la fuerza de un golpe de Estado de la izquierda una república ilegal, ilegítima y criminal que arruinó España y pro-vocó la guerra entre españoles. No permitamos que se repita algo parecido hoy, por mucho que la MAFIA CHAVISTA lo esté buscando.


Hasta para sus colegas de Vox debiera resultar este mensaje un disparate histórico tan enorme que tendrían que romper toda relación con él. Este Marichalado ignorante y mal intencionado, por muy concuñado que sea de su majestad nuestro señor el rey, es una vergüenza para España, que ni esos grupúsculos políticos por los que ha desfilado debieran haberlo admitido ni una hora siquiera.

La II República era legítima, ya que fue proclamada para llenar el vacío de poder dejado por la apresurada huida de Alfonso XIII, al conocer los re-sultados de las votaciones municipales celebradas en España el 12 de abril, con claro triunfo de la conjunción republicano—socialista. El rey sí había dado un golpe de Estado militar por la persona interpuesta del general Mi-guel Primo en 1923, para impedir que el Congreso juzgara su intromisión desastrosa en la guerra de Marruecos. Al ser conocidos sus delitos econó-micos y sus escándalos sexuales, Alfonso XIII temió que el pueblo harto de soportarlos se vengase con el triunfo republicano, y le diera el mismo trato que los revolucionarios británicos aplicaron a Carlos I, los franceses a Luis XVI y los rusos a Nicolás II. Pero en España no hubo revolución, sino vo-tación, por lo que se permitió exiliarse a la familia irreal con sus dineros bien colocados en bancos suizos.

Y la guerra entre españoles no la provocaron los republicanos, sino los militares monárquicos al dar un golpe de Estado contra la República en 1936, al que se opusieron los militares leales y el pueblo mayoritariamente. O es un imbécil ignorante El Marichalado o es un canalla calumniador. O las dos posibilidades juntas. En cualquier caso, un elemento pernicioso.

Esa acusación de la injerencia de Venezuela en los asuntos internos de España es lo contrario de la realidad: es el reino de España el que acoge a los golpistas y sus familiares tanto en la Embajada en Caracas como en sue-lo español, además de mantener una continua difusión de descalificaciones contra la República Bolivariana. Es una costumbre inaugurada el 10 de no-viembre de 2007 por el entonces rey titular Juan Carlos I, impuesto por el dictadorísimo sin consultar al pueblo, durante la XVII Cumbre Iberoaméri-ca celebrada en Santiago de Chile, al increpar soezmente al presidente Hugo Chávez libre y legítimamente elegido por el pueblo venezolano.

Vaya familia irreal ha formado Juan Carlos. Claro está que tratándose de borbones no se podía esperar otra cosa. En ese grupo no desdice el concu-ñado de Felipe VI, aunque a este Álvaro de Marichalar convendría mante-nerlo en una cuarentena efectiva encerrado en una jaula, atado y amordaza-do, para que no continúe avergonzándonos a todos con su verborrea fascista.


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