El Gobierno y el Régimen temen al Madrid republicano y antifascista

Ese es al Madrid al que realmente temen. Ese es el Madrid que quieren mantener amordazado
 
El Gobierno y el Régimen temen al Madrid republicano y antifascista: Por supuesto que Madrid no está preparada ni desde el punto de vista epidemiológico ni desde el punto de vista asistencial para afrontar con garantías un repunte de la pandemia de Covid-19, que es la perspectiva “teórica” con la que actúan en la desescalada para pasar de la fase 0 a la 1. Tampoco está preparada desde el punto de vista de la capacidad de la Atención Primaria, para que esta sea el eje principal en la lucha contra la pandemia, ni desde la perspectiva de la puesta en marcha de equipos de investigación de contactos de los nuevos casos, el “trabajo de rastreo” que llaman ahora. Pero cuestión muy similar se podría decir de prácticamente todos los territorios del Estado español.

El rechazo a que Madrid pase de la fase 0 a la 1 tiene en lo fundamental una matriz política, por cierto, mediáticamente bien armada. La dimisión de la Directora de Salud Pública en esa Comunidad, que hasta ahora al menos públicamente no había expresado discrepancia alguna con la línea de trabajo de la Consejería de Sanidad de Madrid, fue el instrumento clave para armar esa campaña contra el Gobierno de la Comunidad.

Es obvio que hay preocupación por el avance electoral que algunas encuestas dan al PP, pero esa parte no es el problema de fondo. La cuestión fundamental es que pretenden mantener a Madrid todo el tiempo posible bajo el Estado de Alarma/Excepción en el que se vive desde el 14 de marzo y en el que están suprimidos de facto todos los derechos civiles y políticos.

Madrid es una olla a presión en tremenda ebullición. En Madrid siguen existiendo y actuando, de la manera en que las circunstancias lo permiten, cientos y cientos de activistas que se forjaron en los últimos años al calor de las luchas sociales, barriales y políticas; los “Rodea el Congreso” de 2014 y siguientes; las masivas movilizaciones cuando la abdicación de Juan Carlos I y la Coronación de Felipe en junio de 2014; la masiva movilización contra la “investidura ilegítima” de Mariano Rajoy en octubre de 2016; las multitudinarias movilizaciones en solidaridad con Cataluña de los últimos años (más que en ningún otro lugar del Estado, incluyendo Euskal Herria); las movilizaciones del movimiento feminista; el movimiento republicano, materializado en las asambleas por el derecho a decidir y las consultas correspondientes desarrolladas en los dos últimos años… son algunos de los indicadores de esa potencialidad plenamente vigente.

Pero la historia de la lucha popular en Madrid va mucho más atrás, con el ejemplo del levantamiento popular en mayo de 1808 que inicia la derrota de la invasión Napoleónica por primera vez en Europa. El Madrid que se levanta y derrota a la insurrección fascista en julio de 1936 (también por primera vez en Europa). Las masivas y más significativas movilizaciones contra la guerra de Irak de todo el mundo en el 2003; o el Madrid que en marzo de 2004 consigue desmontar con su lucha la teoría del Gobierno de Aznar sobre los atentados del 11M, y que en una manifestación de más de un millón de personas exigía que se conociese la verdad: “Queremos saber la verdad” se gritaba, con tal contundencia que las Fuerzas de Seguridad tuvieron que evacuar rápidamente a la cabecera de la manifestación porque ven peligrar su seguridad. En esa cabecera iban los representantes de las instituciones, incluyendo los partidos políticos del Régimen del 78, y también, como no, la Familia Real. El Madrid que responde con la salida de miles y miles de jóvenes a la calle por el asesinato de Carlos Palomino en 2007 y que consiguen poner la placa de homenaje a este heroico antifascista, tal como estaba previsto, a pesar de la brutal represión policial.

Ese es al Madrid al que realmente temen. Ese es el Madrid que quieren mantener amordazado. En este sentido les viene como anillo al dedo la coartada de la pandemia del Covid-19. Los adláteres, especialmente en redes sociales, actúan de forma muy similar a “los afrancesados” durante la guerra popular contra la invasión napoleónica, justificando la invasión por la teórica superioridad cultural del invasor. Eso les permitía evadirse del compromiso con el pueblo. No les servirán de nada los alargamientos del Estado de Alarma, la olla a presión no hace más que aumentar su temperatura.En otro plano, tenemos que denunciar la absoluta precariedad argumental con que globalmente se está orientando “la desescalada” en general. Los criterios que utilizan son totalmente imprecisos y manipulables. El mantenimiento en la “clandestinidad” del Comité Asesor del Gobierno es una actitud cobarde y formalmente inaceptable, y cuyo único objetivo es intentar salvaguardar a esa gente de posibles querellas, tal como ha ocurrido con diferentes responsables políticos a nivel estatal y de la Comunidad de Madrid.

La pandemia de Covid-19 en el Estado español está siguiendo en lo fundamental lo que podríamos llamar la “evolución natural de la epidemia”. Las medidas de control que se han tomado han tenido una incidencia mínima en su contención, tal como se puede desprender de los datos objetivos: la segunda mayor incidencia de mortalidad del mundo y la mayor incidencia de afectados entre personal sanitario. Hay medidas tan elementales como el uso obligatorio de mascarillas en la vía publica y en todos los espacios públicos que curiosamente aún no se han tomado.

Es en esa perspectiva de que estamos asistiendo a la fase final, al menos de la primera ola de la pandemia, la que les permite afrontar con esta frivolidad el proceso de desescalada. Los datos concretos aisladamente de ese contexto son peores que los que había cuando se decretó el Estado de Alarma. El Gobierno y no sólo él, sino todos los agentes mediáticos, partidistas y sindicales, están haciendo política de la forma más grosera posible con el tema de la pandemia; y aún por encima tenemos que soportar a Pedro Sánchez diciendo que él no quiere hacer política con este asunto, solo salvar vidas. Se puede ser más hipócrita pero no es fácil.


Fuente → lahaine.org

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