Así torturaba 'Billy el Niño'
Virginia González Más
Antonio González Pacheco, alias 'Billy el Niño', ha fallecido "habiendo vivido una vida al margen de la ley",
comenta una de sus víctimas, cuyo nombre no ha querido facilitar por
represalias de su entorno más cercano. Comenta que la noticia ha
supuesto "un jarro de agua fría", ya que al final no ha cumplido condena por "ninguno de sus atropellos".
"Fíjate los años que han pasado, y aún tengo pesadillas", confiesa nuestro interlocutor. "Recuerdo perfectamente su cara frente a la mía, muy cerca, y esos ojos llenos de ira. No le deseo el mal a nadie, y lamento su muerte, porque los pecados se pagan en vida".
Un relato que nos recuerda la experiencia vivida por el exparlamentario y concejal del PSN-PSOE, José Luis Úriz Iglesias,
quien nos contaba en primera persona cómo fue su encuentro con el
conocido expolicía a tenor de la decisión de la Mesa del Congreso el
pasado mes de febrero, cuando daba el visto bueno para que viese la luz
el expediente de la concesión de las medallas a González Pacheco, pese a
que finalmente se rechazó hacer pública la “hoja de servicios” del torturador.
Aquí os dejamos el texto íntegro para que conozcáis un poco mejor los
métodos y las vivencias de una víctima contadas en primera persona:
Yo fui torturado por 'Billy El Niño'
Yo fui torturado por José Antonio González Pacheco, alías Billy
El Niño en 1970. Fue en mi época de lucha anti franquista, militando en
el PCE en sus dos vertientes, la sindical a través de CC.OO. de Artes
Gráficas, y estudiantil, en la Escuela de Telecomunicaciones de la
Complutense.
Hoy nuevamente su negra sombra se abate sobre mí, mientras leo la
noticia del voto en contra de PSOE y Podemos (de mi izquierda) en la
junta de portavoces del Parlamento, a una propuesta para que se haga
pública la hoja de servicios de mi torturador.
Por eso si aún les queda un atisbo de vergüenza les animo a que
lean estas líneas, que son mi testimonio en primera persona, escritas
desde lo más profundo de mi ser, indignado, avergonzado, dolido.
En 1970 se estaba discutiendo el Estatuto para la Politécnica, y
la izquierda lideró esa lucha, yo era representante de Teleco, y después
de una reunión clandestina en Caminos, al salir camino del autobús paró
bruscamente un Seat 124 negro a mi lado, supe enseguida qué suponía
aquello, bajaron dos policías de la Brigada Político Social, uno de
ellos era “Billy el niño”.
Creo que nunca se borrará de mi mente aquella cara. Ahora la he
vuelto a ver de nuevo al saber este acto de traición, vuelven a mí los
recuerdos de aquellos interminables días en la DGS, en la Dirección
General de Seguridad de la Puerta del Sol.
Aquel tétrico edificio que aún me da escalofríos al pasar
delante, por más que ahora sea la sede del Gobierno de la Comunidad de
Madrid.
En el camino unas cuantas, muchas, hostias, casi todas venidas de
Billy, especialmente cuando me quejé de que las esposas me hacían daño,
y el aviso de lo que vendría después.
Reconozco que no fue miedo lo que sentí, quizás porque mis
convicciones ideológicas eran tan profundas que estaba preparado para
ello, era una mezcla de rabia, impotencia, e incertidumbre. Luego
recuerdo que ya en la tenebrosa celda mi única inquietud era que mi
madre estaría preocupada porque no llegaba a casa, y así era porque en
aquel tiempo cuando te detenían simplemente desaparecías.
Menos mal que una persona muy próxima a mí, que también militaba
en el PCE de Standar, imaginaba dónde podía estar y se lo advirtió ya de
madrugada, por eso acabaron las dos en la DGS descubriendo que me
encontraba allí después de recorrer todos los hospitales y Casas de
Socorro de Madrid.
En ese lugar, en mi soledad, me preparé para lo que venía, había
leído las instrucciones que nos daba mi partido, y por nada del mundo
podía dejar de dar la talla, ni podía, ni debía “cantar” nada, porque de
eso dependían otros camaradas, y aguanté, aguanté duro, y quizás el
aguantar entonces me haya hecho la persona que soy.
Puede ser que en aquellos días, y en los que vinieron
posteriormente en nuevas detenciones se forjó mi acero, me curtí
definitivamente, quizás me prepararon para aguantar los envites de la
vida. Por eso ahora al ver su cara, al recordar sus interrogatorios, sus
“métodos”, la piscina, la bolsa, los siento aún en mis carnes, en mi
memoria y me repugna aún más la tortura como método de interrogatorio.
Desde aquí alzo mi voz contra ella, la manera más degradante que
tiene de manifestarse el ser humano, más aún si se llega a practicar
desde instituciones del estado.
Recuerdo ahora de nuevo cuando Billy “actuaba” dando fuertes
golpes en mi nuca situado justo detrás mía y uno de sus compañeros le
decía “ten cuidado que se te va a ir la mano otra vez y lo vas a matar”,
resuenan esas palabras en mi mente, las heridas se reabren, y las
recuerdo como si fueran ahora, y cuando él respondía cínicamente “no
importa, hacemos como con Ruano, lo tiramos por la ventana y decimos que
se quería escapar”, rememorando así la muerte de otro compañero de
lucha supuestamente asesinado en los interrogatorios y luego lanzado por
una ventana para disimularlo.
Hoy pienso en Enrique, en todos los Enriques que dejamos por el
camino, como un homenaje a quienes lucharon codo con codo conmigo y se
lo recuerdo a los representantes de PSOE y Podemos que hoy han votado en
el Parlamento traicionando la memoria de esas víctimas.
Hoy estamos en otro tiempo, pero esta tarde de invierno vienen a
mi memoria aquellos duros momentos, aquellos días, aquellos
interrogatorios crueles, aquellas gentes, con sensaciones profundas, muy
profundas, y alguna lágrima asomando por mis ojos.
Veo a quien fue mi abogada de entonces; Cristina Almeida, con la que luego me unió una gran amistad.
Solo espero y deseo que a esa “persona” -por denominarlo de
alguna manera-, tenga al fin lo que se merece, aunque desde luego esta
tarde lo dude aún con más razón.
Hago un llamamiento a la izquierda, al PSOE y Podemos, a Pedro
Sánchez y Pablo Iglesias, que tiene ahora la oportunidad de liderar que
se haga justicia con gentes que ahora luchamos por la democracia sin
fallarnos, dando la talla y no como hoy.
Les emplazo a que no exista de nuevo un silencio cómplice, que
rompan con ataduras del pasado y estén en el lugar que deben situarse
como partidos de izquierdas.
Se lo reclamo, se lo exijo, se lo exigimos todas y cada una de sus víctimas.
Esta tarde nos han fallado y por eso me siento, nos sentimos
decepcionados, pero tiene la posibilidad de enmendar su terrible error,
no sólo pidiendo excusas sino desde la acción inmediata.
Veremos…
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