La Querella Argentina y los Bebés Robados
Pablo Mayoral, presidente de La Comuna.
Hace muy poco, en estas mismas páginas, Jesús Rodríguez Barrio escribía un magnífico artículo, con motivo del X aniversario de la Querella Argentina, en él se hablaba de todo lo que la Jueza María Servini había realizado, en aras de la Justicia Universal, contra los responsables de la dictadura franquista. Hablaba Jesús de algunos de los protagonistas de esta querella, de los que han perdido su vida en este largo camino de lucha contra la impunidad franquista y, por desgracia, también se veía obligado a denunciar que la justicia española, en sus diversas instancias, ha ido rechazando hasta el momento todas las querellas presentadas por los crímenes del franquismo. Pero sobre todo, hablaba de que luchamos en el presente por un mundo mejor para el futuro y, en palabras de Carlos Slepoy, luchamos para conseguir que: "Los genocidas se sientan acorralados… que se respire mejor en el mundo… y [por] los derechos de la humanidad que soñamos".
En las pocas líneas de un artículo no se puede reflejar toda la riqueza, diversidad, distintos enfoques y aportaciones que conllevan 10 años de la Querella Argentina, ni siquiera se pueden enumerar todas las asociaciones, organizaciones y personas que bien a través de la Coordinadora de Apoyo a la Querella Argentina (CEAQUA) o mediante otros organismos o iniciativas han estado durante estos diez años arrimando el hombro para hacer de la Querella Argentina una formidable herramienta contra la impunidad franquista. Esta querella agrupa más de 300 querellas particulares y miles de querellantes, que han aportado su denuncia y testimonio. Querellantes que a veces han tenido que viajar cientos y miles de kilómetros desde sus domicilios hasta los consulados y embajadas argentinas o incluso a Buenos Aires, ante las puertas mismas del Juzgado Criminal y Correcional Federal número 1 que dirige la jueza María Servini.
Es por lo tanto necesario –y yo diría imprescindible–, lograr la mayor unidad de todas las organizaciones memorialistas para que iniciativas como la Querella Argentina tengan la mayor efectividad posible, en el largo camino de nuestra lucha contra la impunidad de la dictadura franquista y por la Memoria, Verdad y Justicia para todos los represaliados del franquismo. A veces resaltar algún aspecto de esta lucha puede parecer que minimiza otras realidades y enfoques. La Comuna de presas y presos del franquismo somos un colectivo especifico de entre los cientos de Asociaciones que luchan en el terreno de la memoria histórica. Formamos parte de la Coordinadora de Apoyo a la Querella Argentina desde su creación en 2012 y apoyamos la necesaria unidad memorialista en todos sus frentes de lucha y lo hacemos desde nuestra condición de resistentes contra la dictadura en sus últimos años.
Pero no quiero hablar de nosotros, hoy quiero escribir sobre una de esas otras realidades. Ni qué decir tiene que el robo de bebés, arrebatados a sus madres republicanas porque estaban encarceladas o porque habían sido asesinadas, es uno de los crímenes mas horrendos que cualquiera se pueda imaginar. Se estima que 30.000 niños fueron arrebatados a sus madres por diversos estamentos y responsables de la dictadura franquista, incluso después de muerto Franco. Todo ello amparado por las teorías de Antonio Vallejo-Nágera Lobón, Jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares de la dictadura franquista, conocido también como "el Mengele español" por sus experimentos genético-ideológicos supuestamente científicos inspirados en el racismo nazi y las teorías eugenésicas. Dicho individuo manifestaba que "el marxismo es una enfermedad y en nuestras manos está en buena parte su tratamiento" y, por ello, comenzaron una sistemática labor de apartar a los bebes y los niños de sus familias para dárselos a familias adictas al Régimen. Lo que empezó siendo una operación de limpieza ideológica, se extendió y generalizó por diversas maternidades hasta los años 80, afectando entonces a madres simplemente pobres o solteras y convirtiéndose en un lucrativo negocio.
Por todo ello, multitud de mujeres y familias de bebés robados crearon un buen número de asociaciones y organizaciones a lo largo del Estado español, para luchar contra estos crímenes detestables, buscar justicia contra los culpables y sus cómplices y, lo que es más importante, tratar de localizar a sus seres queridos, arrebatados sin piedad por gente depravada. Alguna de estas asociaciones forman parte de la CEAQUA y han contribuido de forma sustancial al desarrollo de la Querella Argentina.
Se trata de la asociación "Todos los niños robados son también mis niños", una de las más activas, que todos los primeros domingos de cada mes se manifiesta en la Puerta del Sol de Madrid, para hacer públicas su denuncias y reivindicaciones. Una de las dirigentes de esta asociación, Soledad Luque Delgado, una de sus dirigentes, fue de las coordinadoras, junto a Chato Galante, Iosu Ibargutxi y Sabino Cuadra, del viaje que hicimos más de veinte personas a Buenos Aires en noviembre del 2013 para presentar las querellas individuales y colectivas contra la dictadura, querellas que los gobiernos del que el Estado español, en aquellos tiempos, nos estaba impidiendo hacer en los consulados y embajadas argentinas. En aquella ocasión fuimos a Argentina represaliados de los Consejos de Guerra que dieron lugar a los últimos fusilamientos del 27 de Septiembre de 1975, represaliados de los asesinatos del 3 de marzo de 1976 en Vitoria, familiares de Puig Antich asesinado el 2 de marzo de 1974, representantes de asociaciones andaluzas, vascas, catalanas, mallorquinas, asturianas, curas de Euskadi que habían sido encarcelados en la dictadura, alcaldes, parlamentarios… Pero para todos quedó en la memoria de aquel viaje Ascensión Mendieta. Con sus 88 años, viajó más de 10.000 kilómetros para pedir amparo al poder judicial de Argentina y recuperar los restos de su padre Timoteo Mendieta, afiliado a UGT y fusilado el 16 de noviembre de 1939 y enterrado en una fosa común junto a otras decenas de asesinados. Gracias a aquel viaje, a la abogada Ana Messuti, a la ARMH y sobre todo a la jueza argentina, Ascensión Mendieta pudo recuperar los restos de su padre y enterrarlos, en 2017, en el Cementerio Civil de la Almudena, en unos de los actos más emotivos que recuerdo.
Aquel viaje también sirvió para que la jueza María Servini emitiera orden de detención internacional, bajo la acusación de crímenes de lesa humanidad, contra una veintena de responsables, jueces, policías y ministros de la dictadura franquista. Y entre ellos quedó reclamado por la justicia el médico Abelardo García Balaguer, imputado en la desaparición de un bebé en 1967, en el Línea de la Concepción (Cádiz). Este sujeto, al igual que los otros imputados, ha sido amparado hasta ahora por los distintos gobiernos del Estado español, que ha negado su extradición a Argentina. Por nuestra parte, seguimos reclamando su interrogatorio y, si procede, su procesamiento con las garantías judiciales que a las victimas del franquismo nos negaron.
No quiero dejar de señalar el apoyo inestimable que las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo argentinas han brindado a nuestra Querella. Ellas iniciaron en 1977 una heroica y titánica lucha (les costó la vida a más de una, asesinadas en los vuelos de la muerte) para encontrar a sus más de 30.000 hijas e hijos, nietas y nietos, secuestrados y desaparecidos por la Dictadura de Videla. Su lucha continuada hizo posible que en Argentina los responsables y asesinos de la Dictadura fuesen juzgados, condenados y encarcelados y que por todos los rincones de Argentina se abrieran lugares de memoria conmemorativos de los crímenes. Y las Madres de la Plaza de Mayo se convirtieron también en las Abuelas de la Plaza de Mayo, porque al igual que en España, la dictadura militar en Argentina secuestró a los bebés de las mujeres detenidas embarazadas, a las que se asesinó después de robarles sus hijos. Aproximadamente 500 hijos de las desaparecidas, nacidos en la detención clandestina, fueron repartidos entre militares y familias fieles a la Dictadura. Hasta ahora, la lucha de estas madres y abuelas de la Plaza de Mayo ha logrado la restitución de su identidad a 125 de aquellos bebés robados, que han podido saber quiénes son realmente, el nombre de sus madres y padres, conocer a sus abuelos y familiares. Esa lucha nos inspira aquí para, algún día, conseguir lo mismo a propósito de nuestros bebés robados, que también son nuestros niños.
En febrero de este año he podido comprobar personalmente el apoyo de Nora Cortiñas, una de las fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo, a la Querella Argentina. Norita estuvo llamando y removiendo a todas las personas que conocía en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina para impedir que se anulase el viaje que la Jueza María Servini iba a hacer el 20 de marzo pasado a España para, entre otras cosas, interrogar a Rodolfo Martín Villa, exjefe nacional del Sindicato Estudiantil franquista y exministro de Arias Navarro, uno de los encausados en 2013.
Quiero recordar en estas líneas a María Martín, la mujer que a todos nos emocionó en el documental "El silencio de otros", por su lucha inquebrantable para recuperar los restos de su madre salvajemente asesinada y arrojada a una cuneta. María fue constantemente amenazada a lo largo de toda su vida por las autoridades franquistas por querer rendir un merecido homenaje a su madre, una víctima más de la dictadura. Desgraciadamente murió sin poder haber visto cumplido su deseo, pero sus hijos han recogido el testigo y siguen activamente tratando de recuperar los restos de su abuela, como dijo Mª Ángeles en la película. Continuarán, si es preciso, "hasta que las ranas críen pelo". Pues bien, se da la circunstancia de que María aseguraba que, en 1965, también había sido victima del robo de una hija en el hospital, y a pesar de que como tantas otras madres no tenía pruebas concluyentes, durante toda su vida mantuvo la convicción de que le habían robado a su hija; de hecho, el resto de sus hijos los tuvo en casa porque no se fiaba.
Por todo lo que aquí he expuesto pienso que el robo de bebés, niños y niñas, por parte de las autoridades de la dictadura franquista es uno de sus crímenes más abyectos y de mayor transcendencia para las víctimas que lo sufrieron. La lucha para su esclarecimiento y para llevar ante la justicia a sus responsables es uno de los objetivos primordiales de todas las asociaciones memorialistas. Y en este sentido todavía estamos a tiempo de desandar el camino del olvido para llenarlo de memoria.
Pablo Mayoral, presidente de La Comuna.
Hace muy poco, en estas mismas páginas, Jesús Rodríguez Barrio escribía un magnífico artículo, con motivo del X aniversario de la Querella Argentina, en él se hablaba de todo lo que la Jueza María Servini había realizado, en aras de la Justicia Universal, contra los responsables de la dictadura franquista. Hablaba Jesús de algunos de los protagonistas de esta querella, de los que han perdido su vida en este largo camino de lucha contra la impunidad franquista y, por desgracia, también se veía obligado a denunciar que la justicia española, en sus diversas instancias, ha ido rechazando hasta el momento todas las querellas presentadas por los crímenes del franquismo. Pero sobre todo, hablaba de que luchamos en el presente por un mundo mejor para el futuro y, en palabras de Carlos Slepoy, luchamos para conseguir que: "Los genocidas se sientan acorralados… que se respire mejor en el mundo… y [por] los derechos de la humanidad que soñamos".
En las pocas líneas de un artículo no se puede reflejar toda la riqueza, diversidad, distintos enfoques y aportaciones que conllevan 10 años de la Querella Argentina, ni siquiera se pueden enumerar todas las asociaciones, organizaciones y personas que bien a través de la Coordinadora de Apoyo a la Querella Argentina (CEAQUA) o mediante otros organismos o iniciativas han estado durante estos diez años arrimando el hombro para hacer de la Querella Argentina una formidable herramienta contra la impunidad franquista. Esta querella agrupa más de 300 querellas particulares y miles de querellantes, que han aportado su denuncia y testimonio. Querellantes que a veces han tenido que viajar cientos y miles de kilómetros desde sus domicilios hasta los consulados y embajadas argentinas o incluso a Buenos Aires, ante las puertas mismas del Juzgado Criminal y Correcional Federal número 1 que dirige la jueza María Servini.
Es por lo tanto necesario –y yo diría imprescindible–, lograr la mayor unidad de todas las organizaciones memorialistas para que iniciativas como la Querella Argentina tengan la mayor efectividad posible, en el largo camino de nuestra lucha contra la impunidad de la dictadura franquista y por la Memoria, Verdad y Justicia para todos los represaliados del franquismo. A veces resaltar algún aspecto de esta lucha puede parecer que minimiza otras realidades y enfoques. La Comuna de presas y presos del franquismo somos un colectivo especifico de entre los cientos de Asociaciones que luchan en el terreno de la memoria histórica. Formamos parte de la Coordinadora de Apoyo a la Querella Argentina desde su creación en 2012 y apoyamos la necesaria unidad memorialista en todos sus frentes de lucha y lo hacemos desde nuestra condición de resistentes contra la dictadura en sus últimos años.
Pero no quiero hablar de nosotros, hoy quiero escribir sobre una de esas otras realidades. Ni qué decir tiene que el robo de bebés, arrebatados a sus madres republicanas porque estaban encarceladas o porque habían sido asesinadas, es uno de los crímenes mas horrendos que cualquiera se pueda imaginar. Se estima que 30.000 niños fueron arrebatados a sus madres por diversos estamentos y responsables de la dictadura franquista, incluso después de muerto Franco. Todo ello amparado por las teorías de Antonio Vallejo-Nágera Lobón, Jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares de la dictadura franquista, conocido también como "el Mengele español" por sus experimentos genético-ideológicos supuestamente científicos inspirados en el racismo nazi y las teorías eugenésicas. Dicho individuo manifestaba que "el marxismo es una enfermedad y en nuestras manos está en buena parte su tratamiento" y, por ello, comenzaron una sistemática labor de apartar a los bebes y los niños de sus familias para dárselos a familias adictas al Régimen. Lo que empezó siendo una operación de limpieza ideológica, se extendió y generalizó por diversas maternidades hasta los años 80, afectando entonces a madres simplemente pobres o solteras y convirtiéndose en un lucrativo negocio.
Por todo ello, multitud de mujeres y familias de bebés robados crearon un buen número de asociaciones y organizaciones a lo largo del Estado español, para luchar contra estos crímenes detestables, buscar justicia contra los culpables y sus cómplices y, lo que es más importante, tratar de localizar a sus seres queridos, arrebatados sin piedad por gente depravada. Alguna de estas asociaciones forman parte de la CEAQUA y han contribuido de forma sustancial al desarrollo de la Querella Argentina.
Se trata de la asociación "Todos los niños robados son también mis niños", una de las más activas, que todos los primeros domingos de cada mes se manifiesta en la Puerta del Sol de Madrid, para hacer públicas su denuncias y reivindicaciones. Una de las dirigentes de esta asociación, Soledad Luque Delgado, una de sus dirigentes, fue de las coordinadoras, junto a Chato Galante, Iosu Ibargutxi y Sabino Cuadra, del viaje que hicimos más de veinte personas a Buenos Aires en noviembre del 2013 para presentar las querellas individuales y colectivas contra la dictadura, querellas que los gobiernos del que el Estado español, en aquellos tiempos, nos estaba impidiendo hacer en los consulados y embajadas argentinas. En aquella ocasión fuimos a Argentina represaliados de los Consejos de Guerra que dieron lugar a los últimos fusilamientos del 27 de Septiembre de 1975, represaliados de los asesinatos del 3 de marzo de 1976 en Vitoria, familiares de Puig Antich asesinado el 2 de marzo de 1974, representantes de asociaciones andaluzas, vascas, catalanas, mallorquinas, asturianas, curas de Euskadi que habían sido encarcelados en la dictadura, alcaldes, parlamentarios… Pero para todos quedó en la memoria de aquel viaje Ascensión Mendieta. Con sus 88 años, viajó más de 10.000 kilómetros para pedir amparo al poder judicial de Argentina y recuperar los restos de su padre Timoteo Mendieta, afiliado a UGT y fusilado el 16 de noviembre de 1939 y enterrado en una fosa común junto a otras decenas de asesinados. Gracias a aquel viaje, a la abogada Ana Messuti, a la ARMH y sobre todo a la jueza argentina, Ascensión Mendieta pudo recuperar los restos de su padre y enterrarlos, en 2017, en el Cementerio Civil de la Almudena, en unos de los actos más emotivos que recuerdo.
Aquel viaje también sirvió para que la jueza María Servini emitiera orden de detención internacional, bajo la acusación de crímenes de lesa humanidad, contra una veintena de responsables, jueces, policías y ministros de la dictadura franquista. Y entre ellos quedó reclamado por la justicia el médico Abelardo García Balaguer, imputado en la desaparición de un bebé en 1967, en el Línea de la Concepción (Cádiz). Este sujeto, al igual que los otros imputados, ha sido amparado hasta ahora por los distintos gobiernos del Estado español, que ha negado su extradición a Argentina. Por nuestra parte, seguimos reclamando su interrogatorio y, si procede, su procesamiento con las garantías judiciales que a las victimas del franquismo nos negaron.
No quiero dejar de señalar el apoyo inestimable que las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo argentinas han brindado a nuestra Querella. Ellas iniciaron en 1977 una heroica y titánica lucha (les costó la vida a más de una, asesinadas en los vuelos de la muerte) para encontrar a sus más de 30.000 hijas e hijos, nietas y nietos, secuestrados y desaparecidos por la Dictadura de Videla. Su lucha continuada hizo posible que en Argentina los responsables y asesinos de la Dictadura fuesen juzgados, condenados y encarcelados y que por todos los rincones de Argentina se abrieran lugares de memoria conmemorativos de los crímenes. Y las Madres de la Plaza de Mayo se convirtieron también en las Abuelas de la Plaza de Mayo, porque al igual que en España, la dictadura militar en Argentina secuestró a los bebés de las mujeres detenidas embarazadas, a las que se asesinó después de robarles sus hijos. Aproximadamente 500 hijos de las desaparecidas, nacidos en la detención clandestina, fueron repartidos entre militares y familias fieles a la Dictadura. Hasta ahora, la lucha de estas madres y abuelas de la Plaza de Mayo ha logrado la restitución de su identidad a 125 de aquellos bebés robados, que han podido saber quiénes son realmente, el nombre de sus madres y padres, conocer a sus abuelos y familiares. Esa lucha nos inspira aquí para, algún día, conseguir lo mismo a propósito de nuestros bebés robados, que también son nuestros niños.
En febrero de este año he podido comprobar personalmente el apoyo de Nora Cortiñas, una de las fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo, a la Querella Argentina. Norita estuvo llamando y removiendo a todas las personas que conocía en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina para impedir que se anulase el viaje que la Jueza María Servini iba a hacer el 20 de marzo pasado a España para, entre otras cosas, interrogar a Rodolfo Martín Villa, exjefe nacional del Sindicato Estudiantil franquista y exministro de Arias Navarro, uno de los encausados en 2013.
Quiero recordar en estas líneas a María Martín, la mujer que a todos nos emocionó en el documental "El silencio de otros", por su lucha inquebrantable para recuperar los restos de su madre salvajemente asesinada y arrojada a una cuneta. María fue constantemente amenazada a lo largo de toda su vida por las autoridades franquistas por querer rendir un merecido homenaje a su madre, una víctima más de la dictadura. Desgraciadamente murió sin poder haber visto cumplido su deseo, pero sus hijos han recogido el testigo y siguen activamente tratando de recuperar los restos de su abuela, como dijo Mª Ángeles en la película. Continuarán, si es preciso, "hasta que las ranas críen pelo". Pues bien, se da la circunstancia de que María aseguraba que, en 1965, también había sido victima del robo de una hija en el hospital, y a pesar de que como tantas otras madres no tenía pruebas concluyentes, durante toda su vida mantuvo la convicción de que le habían robado a su hija; de hecho, el resto de sus hijos los tuvo en casa porque no se fiaba.
Por todo lo que aquí he expuesto pienso que el robo de bebés, niños y niñas, por parte de las autoridades de la dictadura franquista es uno de sus crímenes más abyectos y de mayor transcendencia para las víctimas que lo sufrieron. La lucha para su esclarecimiento y para llevar ante la justicia a sus responsables es uno de los objetivos primordiales de todas las asociaciones memorialistas. Y en este sentido todavía estamos a tiempo de desandar el camino del olvido para llenarlo de memoria.
Fuente → blogs.publico.es
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