Hace 83 años, nuestros antifascistas no pudieron evitar la invasión enemiga de Otxandio: Este sábado 4 de abril se cumplen 83 años de la ocupación de los golpistas en el pueblo de Otxandio. Ocurrió cuatro días después de que el general cubano-español Mola puso en marcha su maquinaria de guerra con la pretensión de eliminar el Frente del Norte que se extiende desde Otxandio y Ondarroa hasta Asturias.
Antes de pasar a narrar los hechos gracias al trabajo Otxandio en la guerra civil (1936/1937), escrito por el investigador iurretarra Jon Irazabal, detallaremos que durante la jornada se ha llevado a cabo un acto en el que se ha solicitado a la ciudadanía poner ikurriña en los balcones, y a las 13.00 hora se ha hecho sonar la sirena de la empresa Vicinay. Al finalizar, ha habido aplausos de recuerdo.
El histórico corresponsal de guerra sudafricano George L. Steer en su libro El árbol de Guernica refiriéndose al día 4 de abril indica que en Otxandio “desde el mediodía a las cinco de la tarde siempre estuvieron sobre las posiciones cuarenta aparatos. Al final contaron hasta cincuenta y cinco”, transcribe Jon Irazabal.
El nazi Wolfram Von Richthofen indica en su diario, al hacer balance de los efectos de la aviación que comandaba: “Por todas partes muertos y mutilados, camiones pesados, que llevaban parte de la munición, explotados”.
El periódico falangista Unidad sobre “la toma de Ochandiano”.
El fascista Javier Nagore Yárnoz narra en su libro En la primera de Navarra sus vivencias bélicas. “La entrada en Ochandiano fue una tarde de sol bajo, con grises nubes primaverales. Entramos con la batería por la carretera. En las cunetas, milicianos muertos, con cartuchos de dinamita en las manos crispadas. Heridos y muertos por las ametralladoras de los tanques a los que intentaron detener… Las vanguardias de la Brigada se detuvieron en el cruce hacia Olaeta. Nosotros, pasada la iglesia parroquia, totalmente destrozada en su interior con imágenes de los Santos descabezados, sin ojos algunas, emparejados en posturas obscenas… Nos alojamos en la casa de la confitera del pueblo. En la habitación que me correspondió –cuadros, vajilla y muebles rotos y jergón desvencijado– encontré detrás del “pichatoki” (orinal) una magnífica pistola Astra del nueve largo y cachas de madera. Me acompañó toda la guerra”.
Soldados fascistas de Mola frente al ayuntamiento. PHOTO. Sabino Arana Fundazioa / Gerediaga Elkartea
Los prisioneros se cuentan por centenares. El día 4 son más de 400 los milicianos y gudaris que han sido capturados y trasladados a Vitoria-Gasteiz, entre ellos el comandante Víctor Lersundi apresado cuando se dirigía en su coche de Oleta o Otxandio.
Según las fuentes consultadas por Irazabal, los muertos de Otxandio y las posiciones circundantes oscilan entre los 400 y más del millar, de cualquier manera una gran tragedia humana circunda la villa ferrona. Los bombardeos afectan también a la población civil. “A modo de muestra señalar el fallecimiento el 2 de abril de Antonio Garaigordobil Berrizbeitia, de 11 años y natural de Abadiño, o de Francisco Olabarria Arruabarrena de 30 años y natural de Otxandio. También era de Otxandio Félix Pildain Saez, de 25 años, que falleció el citado 2 de abril en el cruce de Eleizabarri”, enumera el investigador de Iurreta.
Larga noche hasta 1975
Tras la entrada de las tropas franquistas en Otxandio, Irazabal valora que “se inicia una larga noche de la que saldrá tras la muerte del dictador en 1975. Muchos vecinos sufrieron años de prisión en cárceles o batallones de trabajadores. Otros tuvieron que partir para el exilio dejando atrás casa, familia, etc. como medida preventiva ante el temor de ser detenido, encarcelado e incluso fusilado”.
Los que quedaron libres en la gran cárcel en que se constituyó el Estado español, debieron sufrir multas arbitrarias, hambre, prohibiciones de hablar euskera, censuras y un largo etcétera de limitaciones de sus libertades. “Ni los curas se salvaron de esta represión. Es de recordar a Luis Angoitia Uriarte de Ceanuri y coadjutor de Dima que estuvo preso en la alhóndiga de Otxandio antes de ser trasladado a los Jesuitas franceses de Vitoria”, agrega Irazabal. “Todos los esfuerzos del fascismo para hacernos desaparecer como pueblo no dieron su preciado fruto pero también que los hechos han de ser recordados para que nuevas generaciones no hayan de sufrir trágicos sucesos de esta índole nunca más”, concluye Irazabal.
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Fuente → mugalari.info
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