Este es el museo portugués sobre la resistencia y la libertad que España aún no tiene

 Se cumplen 5 años de la creación de un centro dedicado a la memoria de la dictadura, la oposición y la “Revolución de los claveles”.

Este es el museo portugués sobre la resistencia y la libertad que España aún no tiene / Pablo Tata Alcantara:

Hoy se cumplen 46 años de la Revolución de los Claveles, la revolución portuguesa que acabó con 48 años de dictadura más larga de Europa Occidental y que estuvo a punto de llevar a su país hacia la transformación radical de la sociedad. La Constitución portuguesa de 1976, no lo olvidemos, definió a Portugal como un país en transición hacia hacia el socialismo. A pesar de nuestra relación de vecindad, conocemos muy poco sobre la dictadura portuguesa derrocada aquel 25 de abril de 1974.

Una de las cosas que podemos aprender en España de las políticas de memoria democrática en nuestro vecino peninsular es el Museo do Aljube, un antiguo centro de detención de presos políticos reconvertido en museo sobre el salazarismo, la PIDE, policía política portuguesa, la lucha contra la dictadura y la Revolución de los Claveles. Se encuentra en pleno centro de Lisboa y hoy justo se cumplen 5 años de su inauguración.

Aljube como centro de detención.

Aljube, palabra que viene del árabe, en castellano aljibe, significa pozo de agua, cisterna, pero también prisión o mazmorra. Desde la época romana e islámica de la ciudad, se tienen indicios de que en ese lugar había un edificio. Sin embargo, no será hasta la conquista cristiana de la urbe cuando se tenga certeza de que ahí ya había una prisión. Muy cerca de este lugar está situada la Catedral de Lisboa.

En 1558, a partir de órdenes del Arzobispado de la ciudad, es cuando se tienen las primeras informaciones fehacientes de que el Aljube se utilizaba como centro de detención y prisión de eclesiásticos. Había más cárceles de este estilo en Oporto, las Azores o Brasil.

La policía política de Salazar llegó a contar con más de 4.000 agentes
 
Con el terremoto que sufrió Lisboa en 1755, que arrasó prácticamente toda la ciudad, el edificio sufrió una profunda remodelación. Con las revoluciones liberales y las desamortizaciones eclesiásticas, la cárcel de Aljube perdió su función en 1833. A partir de 1845, se convirtió en un presidio para mujeres, primero para presas comunes (prostitutas por ejemplo) y después, durante la I República Portuguesa (1910-1926) sirvió de cárcel para presas políticas. En aquel tiempo, mujeres que participaban en el movimiento por el regreso de la monarquía.

Sala del museo dedicada a la revolución del 25 de abril.

Con el ascenso de Salazar al poder, la instauración de la dictadura del “Estado Novo”, el Aljube de Lisboa se convirtió en centro de detención y prisión utilizado por la policía política del país (llamada primero Policía de Vigilancia y Defensa del Estado (PVDE) y a partir de 1945 Polícia Internacional e de Defesa do Estado, la temiblemente conocida PIDE) entre 1926 y 1965.

Esta policía llego a contar con 4.418 agentes en 1974 entre la metrópoli y las colonias. Fue la encargada de las miles de detenciones (solo entre 1936 y 1948 se produjeron 16.364) que se llevaron a cabo durante la dictadura contra los opositores a la misma, entre los que se encontraban comunistas, socialistas, anarquistas y otros opositores. Muchos de esos detenidos acabaron en el Aljube de Lisboa, a la espera de ser juzgados por tribunales militares. Se calcula que entre 15.000 y 20.000 personas fueron juzgadas entre 1933 y 1974 solo en Lisboa. Entre las celdas de dicho centro se practicaron todo tipo de torturas con total impunidad.

El 26 de enero de 1965, tras una manifestación de estudiantes y familiares de presos exigiendo la libertad de 50 universitarios que habían sido detenidos el día 21 frente al Aljube y después frente al Ministerio del Interior, se clausuró este lugar como centro de detenciones y tortura.

Aljube como museo y centro de memoria.

La PIDE fue abolida el mismo 25 de abril, después de que 100 soldados del Ejército Naval asaltaran las oficinas centrales en la capital y consiguieran su rendición. Una serie de fotos de los policías portugués siendo cacheados en calzoncillos sembrarían el pánico entre sus homólogos franquistas. De los 4.418 agentes que formaban la PIDE, 2.323 fueron juzgados por delitos de torturas y de participación en la represión de la dictadura y 344 fueron condenados, aunque con penas muy bajas la mayoría, que no sobrepasaron los seis meses. No obstante hubo algún policía que fue a condenado a 8 años de prisión por la gravedad de sus delitos. En estos años se han ido publicando diversos estudios sobre la policía política, como los trabajos de la historiadora Laura Pimentel y se han ido abriendo los archivos de la dictadura salazarista.

De los 4.418 agentes de la PIDE, 344 fueron condenados a penas de cárcel. 
 
Fue a partir de 2013 cuando se tuvo la idea de construir en el antiguo centro policial un museo sobre la historia de la dictadura de Salazar, la represión del régimen y la lucha contra el mismo. El 25 de abril de 2015 fue inaugurado. El edificio cuenta con 6 pisos. En el piso -1 hay una sala donde están los vestigios arqueológicos que se encontraron en las excavaciones arqueológicas que se hicieron en los últimos años, restos romanos y árabes del lugar y una explicación sobre la historia del edificio antes de convertirse en prisión política durante la dictadura de Salazar. En la planta baja esta la recepción y las exposiciones temporales, que suelen abordar diferentes aspectos de la dictadura de Salazar o la oposición al régimen.

En el primer piso comienza la exposición permanente, con una muestra sobre la dictadura de Salazar, su llegada al poder y sus principales aspectos políticos. También sobre la lucha clandestina, las diferentes policías políticas y los tribunales militares. Hay fotografías, periódicos clandestinos, esquemas sobre la evolución de la PIDE, datos sobre los juzgados, paneles sobre los diferentes sectores sociales y organizaciones políticas que se oponían a la dictadura e incluso maniquís imitando una reunión clandestina y la impresión de panfletos.

Espacio dedicado a la memoria de la oposición democrática.

En la segunda planta se hace un recorrido sobre los centros de detención, las torturas policiales, las prisiones y campos de concentración y sobre la lucha dentro de las cárceles. Hay un panel donde se explican las diferentes torturas que realizaba la policía política, una exposición de lo que serían las celdas del centro de detención (también con maniquís dentro) y testimonios de alguno de los torturados, en formato vídeo. Hasta se puede ver un corto Quem e Ricardo? , de José Barahona, sobre las torturas de la PIDE.

En el tercer nivel termina la exposición permanente con unos paneles sobre las colonias que Portugal tenía en África y la lucha anti colonial en los llamados territorios de ultramar. Al final, un listado de los asesinados por el régimen salazarista y un panel lleno de claveles, en alusión a la revolución, además de fotografías de esos días posteriores al 25 de abril de 1974. Además, hay un centro de documentación con libros y manuscritos de la época de la dictadura de Salazar. En la última de las alturas hay una cafetería y un auditorio, donde se realizan conferencias y se presentan libros relacionados con esta temática.

Una de las salas del museo.

España, con una larga lucha por la recuperación de la memoria histórica debería tomar nota de lo que han hecho en el país vecino. Un museo en pleno centro de la capital del país, que explica, paso a paso, la historia política de la dictadura, las luchas contra ese régimen, la represión que sufrieron los que se opusieron a él, y que homenajea a todos los represaliados. Un buen ejemplo de lo que puede hacerse con los lugares de memoria de las dictaduras.


Fuente → nortes.me

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