'El 14 de abril que nunca olvidaremos'
Rosa María Escobar Molina
El Ateneo de Granada Republicana UCAR
La economista Rosa María Escobar Molina firma un nuevo
artículo de El Ateneo de Granada Republicana UCAR, entidad de la que es
miembro, con una reflexión que no te dejará indiferente.
El domingo 15 de marzo nos levantamos confinados, en pleno
estado de alarma, con una sensación de desconcierto, unos asustados,
otros tantos alucinados y muchos apenados. No se sabe qué será de
nosotros cuando todo pase, no tenemos ni idea de cuándo será ese día en
que esta pesadilla termine; parece una letra de una canción, pero es la
sintonía de nuestra cabeza cada jornada.
Los días pasan, la incertidumbre no acaba y nos vemos envueltos en un
fallo sistémico, creándose una nueva profesión, “experto en pandemia de
redes”, ejercida por aquellos que saben lo que hubiera pasado si se
hubieran aplicado sus teorías. Paralelamente, se extiende una pandemia
más fuerte que la propia generada por el virus, surge lo que yo denomino
la pandemia del odio
Los días pasan, la incertidumbre no acaba y nos vemos envueltos en un
fallo sistémico, creándose una nueva profesión, “experto en pandemia de
redes”, ejercida por aquellos que saben lo que hubiera pasado si se
hubieran aplicado sus teorías. Paralelamente, se extiende una pandemia
más fuerte que la propia generada por el virus, surge lo que yo denomino
la pandemia del odio.
En este periodo aparecen lo mejor y lo peor del individuo: el ser
humano empático, coherente, agradecido y solidario que contrasta con el
ser no humano, egoísta, cruel, estúpido y arrogante.
Contrastan los episodios de balcón y los de salón. En los primeros
salen los seres humanos, cita obligada cada día a las 20:00 horas para
aplaudir la valentía de ese sector público (con sus imprescindibles
heroínas), pero luego cuando vamos al salón se nos olvida y sale el ser
humano incoherente y estúpido, despotricando contra las medidas que se
toman: yo lo haría mejor que tú si estuviera en tu lugar. ¿Les suena de
algo?
Todos conocemos a ángeles y demonios en esta crisis, muchas veces más
cerca de lo que quisiéramos y que nos ayudan a hacer una crítica de lo
incomprensible que puede llegar a ser el ser humano y más aún el ser no
humano. Pero vamos a intentar ser optimistas y positivos y vamos a
levantarnos la moral y así podremos contrarrestar la inhumanidad que
habita en nuestra sociedad.
Ya ha pasado un mes desde el encierro. Estamos a miércoles. Sí, es 14
de abril, una fecha que celebrar, el día de la República más especial
que nuestras mentes van a recordar. Por delante, los valores
republicanos: en primer lugar, la libertad, la igualdad y la
fraternidad, pero también la solidaridad, la ejemplaridad, la
deliberación, la responsabilidad, la austeridad, la laicidad, la defensa
de lo público y la racionalidad
Ya ha pasado un mes desde el encierro. Estamos a miércoles. Sí, es 14
de abril, una fecha que celebrar, el día de la República más especial
que nuestras mentes van a recordar. Por delante, los valores
republicanos: en primer lugar, la libertad, la igualdad y la
fraternidad, pero también la solidaridad, la ejemplaridad, la
deliberación, la responsabilidad, la austeridad, la laicidad, la defensa
de lo público y la racionalidad.
Defensa de nuestros servicios públicos, que contrasta con quienes
jalean en el balcón, pero no han defendido con la razón, las
consecuencias de esas políticas destructivas que no cuidaron de esas
heroínas a las que ahora se aplaude. Se vitorea a un sector, el de la
sanidad pública, que está trabajando en unas condiciones lamentables,
carentes de una protección suficiente; pero ahí están ellos, al pie del
cañón, sin dudarlo ni cesar. Nuestros grandes héroes van cada jornada al
hospital para defender con dignidad los que otros no han sabido
salvaguardar.
Surge una nueva pregunta en nuestra mente: ¿es el momento de luchar por una III República? Por supuesto que sí, más que nunca.
Después de la tormenta del coronavirus, habrá que repensar si una
monarquía obsoleta, retratada en mitad de una pandemia como una
institución superflua, corrupta e inútil, es la mejor alternativa para
regir los destinos de nuestra patria.
No se puede cambiar lo de arriba si todos seguimos igual. No podemos
conseguir avanzar si los de abajo no tenemos responsabilidad. Debemos
cultivar mentes críticas para poder alcanzar el objetivo final: una
República de la ciudadanía, en la que merezca la pena vivir
Cuando esto acabe y podamos hacer autocrítica, en nuestras manos
estará generar cambios. No se puede cambiar lo de arriba si todos
seguimos igual. No podemos conseguir avanzar si los de abajo no tenemos
responsabilidad. Debemos cultivar mentes críticas para poder alcanzar el
objetivo final: una República de la ciudadanía, en la que merezca la
pena vivir.
Solo las clases trabajadoras y las capas populares, esa mayoría que
produce y crea la riqueza de nuestro país (y de la que esos parásitos,
que se llaman falsamente patriotas, se apropian), podrán finiquitar la
monarquía y traer la República. Nuestra labor como republicanos será
ayudar a esa toma de conciencia colectiva, difundiendo el ideal de un
nuevo país sin súbditos ni vasallos (un espacio común en el que los
seres humanos vayan venciendo progresivamente a los no humanos),
alumbrando el camino hacia la libertad.
Fuente → elindependientedegranada.es
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