
"Con la Iglesia hemos dado Sancho"
Juan Rivera
Colectivo Prometeo
En
la “Segunda parte del ingenioso caballero Don Quijote de la
Mancha”, capítulo IX, nuestro enjuto antihéroe lanza un “con
la iglesia hemos dado, Sancho”, a lo que el escudero responde “Ya lo veo y plega a Dios que no demos con nuestra sepultura”.
La
sabiduría popular transmutó la frase en “Con la Iglesia hemos
topado, amigo Sancho” para describir la fiera defensa que de sus
sempiternos privilegios hace la institución eclesiástica y la
intención de defenderlos a capa a espada siguiendo al pie de la letra el dicho "Cuando un tonto coge un carril...”
Hoy, abril de 2020,
tras la reacción de los obispos españoles a la aprobación por el
Gobierno del “ingreso mínimo vital” por la crisis social y
económica (unida a la sanitaria) provocada por la pandemia del Covid19,
se hace evidente la profundidad de la senda que la Iglesia
lleva recorriendo desde su conversión en el “brazo armado
ideológico del Poder” .
Maneras
apuntaba tras convertirse en el partido de Constantino, aunque las
terribles matanzas por quítame allá un Dios único o trino o si
Cristo era sólo hombre, sólo Dios o mezcla, la tuviesen entretenida en
sus cuitas internas entre los siglos IV-VI, aunque eso no le impidiera a
la par correr a gorrazos a paganos, herejes y demás malas hierbas.
Permitidme
una anécdota histórica de nuestra Alta Edad Media. Corría el año
656, época visigoda, X Concilio de Toledo. Un abad-obispo de Dumio (cerca de la actual Braga, Portugal) Ricimiro, tuvo
la (nada) feliz ocurrencia de disponer en su testamento que las
recaudaciones de tributos y el valor de los frutos fueran
entregados cada año a los pobres. Les dejó además en
herencia las riquezas conseguidas durante su mandato y los bienes que
encontró al tomar posesión.
Para incrementarles la “hucha social” vendió -sin especular, a bajo precio- bienes
eclesiásticos y liberó a más de 500 esclavos, unos pocos propios
pero la mayoría de la Iglesia1
(es curiosa la poca importancia que se le da al hecho del
mantenimiento de la esclavitud en la muy cristiana Europa. En nuestro
país se mantuvo legal hasta el siglo XIX, con un primer intento de
abolición durante la Primera República -1873- y el definitivo, 7 de
octubre de 1886, con la liberación de los últimos veinticinco mil
esclavos).
Los
“santos varones” reunidos en el Concilio toledano, analizaron
las últimas voluntades del bienintencionado Ricimiro y... decidieron
anular el testamento porque la necesidad de los pobres no era para
tanto.
Ordenaron que las rentas y frutos dejados a éstos pasaran a
poder de la Iglesia de Dumio y ésta una vez recuperada del susto,
cuando sus penurias -nada espirituales- estuviesen cubiertas si le sobraba un pico podría dedicarlo a combatir la pobreza. La
suerte de los liberados la dejó en manos del sucesor de Ricimiro,
Fructuoso, pues sin la excusa del coronavirus, la Santa Madre siempre
ha sido virtuosa en el arte de lavarse las manos y de nadar guardando
la ropa.San Poncio Pilatos y su huella. O más castizamente: dominio absoluto del arte de Juan Palomo.
Saltando
con suficiencia casi 14 siglos nos hemos encontramos un guión
adaptado, castellano en lugar de latín, de la misma película. Basta
con sentar un pobre en nuestras vidas (en algunas
mesas de la triste Navidad franquista de postguerra era adorno sentarlo
para que se comiesen las alitas, la pechuga era coto de caza del señor,
como registró magistralmente Berlanga en su "Plácido") para que el remedo de Concilio
al que llamamos coloquialmente Conferencia Episcopal ponga el grito
en “su” cielo. Y a Dios por testigo -cual Escarlatas O'Haras- para proclamar
que una cosa es dar limosna en un periodo acotado y otra crear una "especie de subsidio permanente" (sic).
La expresión huele
y suena a lo que se ha dado en llamar en nuestros días, siguiendo la línea de
la filósofa Adela Cortina, como “aporofobia” (άπορος
/φόβος ) o rechazo a los desfavorecidos que no deja de ser la nariz arrugada que la señora ponía cuando
encontraba en su camino un pobre fuera de precepto, es decir, cuando
éste no hacía de complemento en las fiestas de guardar.
Bien
poniendo la mano tras la salida de misa de doce, dejándose lavar los
pies el jueves santo o sirviendo de guiño en la homilía cuando el
Crisóstomo con sotana de turno diga en el sermón lo de “es más fácil que un
camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino
de los cielos” ante la almibarada mirada de unos feligreses que aún
adelgazando su fortuna cien veces no enhebrarían correctamente.
Y por supuesto considerando abominables a quienes en la propia Iglesia
hacen opción preferencial por los pobres siguiendo la teología de
liberación latinoamericana. Descienden al mismo infierno donde desde 1999
habita Helder Cámara, aquel obispo brasileño que decía: "Cuando doy comida a los pobres me llaman santo. Cuando pregunto
por qué son pobres, me llaman comunista”.
Es llamativa la aversión y el asco que le tiene al “ subsidio
permanente” una institución permanentemente subsidiada
por el Estado desde tiempos inmemoriales.Y a la que todos los
españolitos de a pie , sean patriotas de bandera o seamos traidores a
la causa, regamos año tras año con decenas de miles de millones de euro sacados de nuestros impuestos.
Y para mas inri (marca de la casa) con un Estado que le guiña,
mientras disimula mirando a otro lado, al ponerle en bandeja una
ley de Inmatriculaciones que ha permitido el expolio de bienes
públicos más descomunal de la historia contemporánea española. Siempre a
beneficio de sus Ilustrísimas, que para esa labor de rapiña no han
estado ni estarán, a diferencia del chiste, "cansadísimas” (“Su
Ilustrísima vendrá cansadísima...” preguntaba el alcalde al recibir
la visita del Obispo en su pueblo).
¡Menos
mal que las Constituciones liberales y pactos con el Estado español , la han perseguido,tal
como osan decir sus dirigentes más fanatizados!
Por eso no obtuvo
ningún beneficio de los Concordatos de Narváez (1851) y Franco (1953) que además de entregarle el control social, educativo e
ideológico la mimaron económicamente. Ni tampoco ha sacado
trato de favor por el acuerdo firmado -enero de 1979- entre la Santa
Sede y el Estado español postcontitucional (aunque el articulado estuviese escrito en período preconstitucional).
Siempre han visto escrito, negro sobre blanco, los artículos de odio en las
distintas Cartas Magnas como las de 1812 (art.12: "la religión
de la nación española es y será perpetuamente la católica,
apostólica, romana, única verdadera. La nación la protege por
leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra"); 1845 (Art.10: “La religión de la nación española es la
católica, apostólica, romana. El Estado se obliga a mantener el culto
y ministros”); 1876 (calco en el Art.11: "La
Religión católica, apostólica, romana es la del Estado. La Nación
se obliga a mantener culto y ministros") o la del impío Napoleón (estatuto de Bayona, 1808, Art.1; "La religión Católica, Apostólica y
Romana, en España y en todas las posesiones españolas, será la
religión del Rey y de la Nación, y no se permitirá ninguna otra").
El mismo trato vejatorio de mantener a cargo de los
presupuestos a sus burócratas ("ministros") y cultos lo sufrieron en
otras Constituciones de menor vigencia
o no nacidas como 1837, 1856, 1869 hasta aflorar toda la bilis
de manera manifiesta en la de 1931 (Art.3: "El Estado no tiene religión
oficial") y soterrada en 1978 (Art.16: "Los poderes públicos tendrán
en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y
mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación -vulgo “
money, money, money”- con la Iglesia Católica...)
Es fácil ver el tortuoso camino de dos siglos empedrado de trampas y
martirologio... para los bolsillos de la Ciudadanía.
Por eso
chirría aún más que la Jerarquía eclesiástica ni disimule al incumplir
el dicho de ser
bien nacidos cuando se es agradecido, y aunque sea con la boca chica
salga en defensa de los débiles pensando en sus carencias, no en el
propio bolsillo. No negar
a los demás una pizca lo que ella lleva disfrutando desde siempre con
descontrol y
desmesura.
Aunque
viendo el pelaje de algunos paisanos de Carpetovetonia (no conciudadanos, no alcanzan
ese nivel de preocupación por lo colectivo) aunque sean beneficiarios
posibles del mínimo vital, no extrañaría que, tras salir a
aplaudir al balcón a las 8, en las próximas elecciones sigan
votando a quienes han intentado cargarse la Sanidad Pública. Si
pudiesen por ingresos también pondrían la cruz en la casilla de la Iglesia en la próxima
declaración de la Renta. ¡Donde esté un lote de Cáritas
(subvención que también pagamos todos) que se quite cualquier idea
de Justicia Social!.
Y
así en la próxima pandemia puede que no se curen porque no exista
ya un sistema sanitario eficiente pero al menos el cielo lo tendrán
ganado. En éste, al parecer, sí han puesto la pancarta que reza: “Bienvenidos refugiados”. Perdón,“Bienvenidos pobres”.
1Si
no te fías de los datos consulta Martín, José Luis :”Historia
de España .Alta Edad Media” o cualquier trabajo de investigación
serio sobre los Concilios Toledanos
Fuente → colectivoprometeo.blogspot.com
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