
Brigadistas griegos en la guerra civil española
Dimitris Paleologópulos
Hombres con almas sin fronteras” fueron caracterizados por el poeta español Miguel Hernández los 35.000 jóvenes voluntarios de las Brigadas Internacionales procedentes
de 53 países de todo el mundo, que acudieron a España dispuestos a dar
su vida por la II República amenazada por el fascismo español y europeo
(1936-1939). Fueron un paradigma extraordinario de solidaridad
internacional único en la historia contemporánea mundial.
La
iniciativa de un llamamiento internacional partió del Partido Comunista
de Francia avalada por la Comintern de Moscú (septiembre de 1936), al
que rápidamente respondieron voluntarios de todo el mundo; entre ellos
un contingente de griegos que participaron al lado republicano en las
batallas más importantes de la contienda civil española.

Dimitris
Paleologópulos es un historiador autodidacta que tomó sus primeras
lecciones de historia en las "Escuelas Populares" (Laikó Didaskalío)
fundadas y gestionadas por sus compañeros comunistas, cuando la Guerra
Civil griega (1946-1949) arrasaba el Peloponeso, su tierra natal. Hemos
estado –junto con el boletín francófono GrèceHebdo-
con ese octogenario antiguo combatiente quien nos ha hablado de su vida
consagrada a la lucha por un mundo mejor y de sus investigaciones
históricas. Su infancia ha sido marcada por la ansiosa preocupación de
su padre de tener noticias sobre la evolución de la Guerra Civil
española. Refugiado político, perseguido por la junta de los coroneles,
se cruza con Rula, la mujer de su vida, con la que huye a París donde le
toca vivir la experiencia del movimiento del ´68. Ahí trabaja como
obrero en la fábrica de automóviles Simca emprendiendo, paralelamente,
sus investigaciones sobre la acción y la suerte de los voluntarios
griegos en la Guerra Civil española; un tema que en aquella época es
todavía ampliamente ignorado por la historiografía, sin contar con la
dificultades de acceso a los distintos archivos. No ocurre lo mismo con
los archivos de Maurice Thorez de París en los que Dimitris
Paleologópulos descubre la participación griega en la Guerra Civil
española. Su hallazgo le trae a la memoria la angustia de su padre por
tener noticias sobre la contienda española y enseguida se pone a
trabajar sobre el tema. El resultado de sus investigaciones fue el libro
“Griegos voluntarios antifascistas en la Guerra Civil española”, una de
la pocas -sino la única- fuentes griegas sobre el tema de los
brigadistas griegos.
Su
libro se basa principalmente en las informaciones que extrae del
archivo francés Maurice Thorez, pero recoge también los valiosos
testimonios de algunos brigadistas que habían conseguido salir con vida.
Paleologópulos
cifra en 400 los voluntarios griegos mientras otras fuentes ascienden
ese número a 600. Al llamamiento del Partido Comunista de Grecia
respondió un grupo de casi 2000 voluntarios a los que el régimen
dictatorial de Ioannis Metaxás (implantado el 4 de agosto de 1936)
impidió la salida de Grecia cerrando las fronteras. Como consecuencia
muchos de ellos fueron detenidos y encarcelados, pero los que
consiguieron escaparse pudieron llegar a España gracias a la inestimable
ayuda del sindicato de marineros griegos el cual, habiendo sido
disuelto por la dictadura de Metaxás, había trasladado su sede a
Marsella. “Desde ahí se organizó el envío no solamente de voluntarios
sino, también, de armas y municiones”, cuenta Paleologópulos.

Tras
llegar a Albacete, centro de reclutamiento de los voluntarios
extranjeros, la mayoría de los griegos fueron incorporados en la XV
División con la que participaron en la batalla del Jarama, “destacando
por su valentía y coraje” (Foro por la Memoria). Más tarde y por razones
culturales y de lenguaje obvias formaron su propia división Nikos
Zajariadis (así se llamaba el entonces encarcelado secretario general
del Partido Comunista) que más tarde pasó a llamarse Rigas Fereos (héroe
griego de la lucha contra el Imperio Otomano).
El
contingente de los griegos luchó heroicamente en todas las grandes
batallas (Jarama, Brunete, Belchite, Teruel) sufriendo muchas pérdidas
entre sus filas. Los datos e informaciones sobre la actividad de los
griegos quedan detalladamente recogidos en el libro de D. Paleologópulos
quien registra los nombres de la mayoría de ellos y sigue las huellas
de su vida tras la derrota de los Republicanos. Es de destacar que
muchos de ellos habiendo encontrado refugio en la Unión Soviética, “la
patria del socialismo”, no pudieron más tarde escaparse de las
persecuciones estalinianas, afirma el autor griego.
En los archivos del Foro por la Memoriatambién
queda constancia de la suerte de los griegos: “Los voluntarios griegos
poco a poco abandonan España. Unos hacia Inglaterra, otros hacia
América, muchos otros no tenían donde ir, puesto que no se les permitía
la entrada en su país. Algunos consiguieron embarcarse como polizones,
otros pasaron a Francia por Cataluña donde serían encarcelados y otros
se fueron a la Unión Soviética. Los que consiguieron entrar en su país
acabarían en las cárceles o en el ejército de la resistencia, puesto que
en pocos meses verían como empezaba la Segunda Guerra Mundial y serían
ocupados por alemanes e italianos. Para ellos empezaría una nueva era.
Sólo en el cementerio de Madrid hay 27 tumbas con nombres griegos,
siendo éstos una mínima parte de los fallecidos en los alrededores de la
capital”.
Y qué mejor para concluir ese “peculiar homenaje” que recordar las palabras emocionates con las que la Pasionaria se
despidió de ellos (Barcelona, noviembre 1938) y los primeros versos del
poema de Miguel Hernández con el que iniciamos ese artículo:
“De
todos los pueblos y de todas las razas, vinisteis a nosotros como
hermanos nuestros, como hijos de la España inmortal, y en los días más
duros de nuestra guerra, cuando la capital de la República Española se
hallaba amenazada, fuisteis vosotros, bravos camaradas de las Brigadas
Internacionales, quienes contribuisteis a salvarla con vuestro
entusiasmo combativo y vuestro heroísmo y espíritu de sacrificio. Y
Jarama, y Guadalajara, y Brunete, y Belchite, y Levante, y el Ebro,
cantan con estrofas inmortales el valor, la abnegación, la bravura, la
disciplina de los hombres de las Brigadas Internacionales”.

A aquellos hombres que contienen un alma sin fronteras
Hubo un tiempo no tan lejano en que muchos jóvenes apasionados o manipulados decidieron hacer la guerra. Llegaron de todo el mundo, dispuestos a morir en una edad más propicia para el amor. Jóvenes que abandonaron su familia, sus amigos, sus trabajos y sus países. Jóvenes dispuestos para la lucha y para la muerte. Y también para la vida, para apurar la vida en medio de las batallas. Esta es parte de la historia de algunos jóvenes voluntarios de luchas lejanas. De algunos exaltados, de otros dóciles, de muchos convencido y de algún escéptico. Jóvenes comunistas y anticomunistas. Jóvenes de diferentes clases sociales que, desde ideologías antagónicas, lucharon convencidos de que el mundo se podía cambiar sin saber cómo, un cuándo, ni para quién...
Fuente → depoliticaehistoria.blogspot.com
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