La Fiscalía suiza acorrala al ex rey (por la Gracia de Franco), y Felipe VI trata de desmarcarse
 

La Fiscalía suiza acorrala al ex rey (por la Gracia de Franco), y Felipe VI trata de desmarcarse: No ha sido España, ni el Congreso, ni su propio hijo los que hayan denunciado o judicializado las posibles irregularidades, aunque este domingo Felipe VI pretendiera colgarse la medalla de la transparencia. Han sido la Fiscalía de Suiza y el periodismo los que han acabado por desentramar que Juan Carlos I aparece en dos fundaciones, una suiza y otra panameña. La Fiscalía suiza investiga si el monarca recibió 100 millones en comisiones por la construcción del AVE a La Meca y luego desvió 65 a Corinna Larsen. Nada que ver con labores de estado ni ser "nuestro mejor embajador", sino el suyo propio. 
 
Junto a él -después de él, que para eso los borbones son muy disciplinados y dinásticos- aparece como beneficiario en esas dos fundaciones el rey Felipe VI. En un comunicado insólito que pretende deshacer cualquier responsabilidad del hijo, una tarea difícil si tenemos en cuenta que el derecho de trono va por procreación y que el actual monarca conocía la situación hace un año, la Casa Real viene a decir que avisó a las "autoridades competentes" en 2019. 

Obviamente, esas autoridades o no se tomaron al rey muy en serio, algo poco probable, o justamente se les informó con la idea de que no saliera a la luz, como así ha sucedido hasta que el periódico británico The Telegraph lo ha publicado y la fiscalía suiza ha avanzado en la investigación.


Si un español, no cualquiera sino el jefe de Estado, sospecha de la posible comisión de un delito, como su propio comunicado sugiere, debe denunciarlo y debió hacerlo con contundencia en 2019 o al menos sacarlo a la luz pública cuando lo conoció, si lo que pretendía era dejar claro que él no tenía nada que ver en el asunto.

Pero teniendo en cuenta que es su padre (otra vez la sangre interponiéndose a la transparencia) podemos ser humanos y benévolos y pensar que se dejó llevar por el respeto filial. Sin embargo, tampoco encaja que en 2020 no sepa que además de ser beneficiario en una sociedad panameña, lo es también en la fundación Zagatka, constituida en Liechtenstein: ha tenido un año para averiguarlo o preguntar a su padre. 

Un año es demasiado tiempo para mantener un secreto de esa envergadura: que su padre presuntamente manejaba y gastaba dinero de paraísos fiscales, mucho más del que le asignaron durante 40 años los españoles a través de los Presupuestos Generales del Estado.

El comunicado de Felipe VI es mejor que no decir nada, pero se apunta a la fiesta cuando un país extranjero está tirando de la manta y cuando un medio británico ya tiene los papeles y los ha publicado.

Es difícil no concluir que la intención de nuestro rey era que no se conociera o se conociera lo más tarde posible, cuando fuera irremediable, como demuestra que lo haya confirmado solo después de hacerse público. Este comportamiento es incompatible con la idea de transparencia y dignidad con la que arranca el preámbulo del comunicado. Es lo que pasa cuando mezclas familia y trabajo, que casi siempre yerras. Si mezclas reyes y jefatura del Estado, la transparencia y la rendición de cuentas salta por la ventana.


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