
Billy el Niño, mientras torturaba a Lidia Falcón: "Ya no parirás más, puta" / Alejandro Torrús:
Lidia Falcón fue torturada hasta la saciedad en el otoño de 1974. Fue
golpeada, insultada y humillada. Pero no sólo en prisión. También en los
medios de comunicación del régimen. El diario ABC no dudó en publicar
su foto en portada y relacionarla con el atentado que ETA había cometido en la cafetería Rolando de la calle del Correo,
muy cerca de la Puerta del Sol, el 13 de septiembre de 1974. Falcón no
tenía nada que ver con aquella masacre. Pero para la Policía, para el
régimen y para sus adeptos todo daba igual. Fue detenida en Barcelona y
trasladada a Madrid tres días después del atentado. Llegó a pensar que
no saldría de la cárcel. Que la matarían antes. Franco estaba a punto de
morir y el odio de su Brigada Político y Social andaba suelto por todos
los rincones del Estado. Tortura hoy que mañana ya no se podrá,
debieron pensar.
La abogada, escritora, y fundadora del Partido Feminista ha tardado 40
años en recuperar aquel dramático episodio de su vida. Aquellos nueve
meses que pasó en prisión y los nueve días que sufrió los
interrogatorios de Billy el Niño y Roberto Conesa. Lo ha mantenido
oculto, en la medida de lo posible, no sabe muy bien por qué, dice. Cada
víctima maneja como puede el trauma de la tortura. Cada persona tiene
un mecanismo de defensa. El silencio y el disimulo fue el método elegido
por Falcón.
"Me detuvieron hasta siete veces entre 1960 y 1974, pero lo que viví durante aquella detención no se lo he contado a nadie"
Ahora, cuarenta años después, se ha decidido a poner estas torturas por
escrito y presentar una denuncia ante la embajada de Argentina en Madrid
para adherirse a la llamada Querella Argentina, la única causa judicial que investiga en estos momentos los crímenes de la dictadura franquista y de la Guerra Civil.
"Me detuvieron hasta siete veces entre 1960 y 1974, pero lo que viví
durante aquella detención no se lo he contado a nadie. ¿Por qué? No lo
sé", relata a Público Lidia Falcón, que señala que finalmente se ha
decidido a dar el paso y presentar la denuncia para "ayudar a los
compañeros que tanto esfuerzo están realizando para terminar con la
impunidad del franquismo".
Nueve días en la DGS
El 16 de septiembre de 1974, tres días después del atentado de ETA, la
Brigada Político Social (BPS) acudió al despacho de Lidia Falcón para
detenerla y trasladarla a Madrid acusada de participar en el atentado
realizado con una carga explosiva en la Cafetería Rolando de la calle
del Correo de Madrid, lugar frecuentado por policías de la BPS de
Madrid. No tenían pruebas. Probablemente, incluso conocían que Falcón no
estaba implicada. Pero daba igual. La subieron a un coche y la
trasladaron a Madrid. También a su hija y a su compañero, Eliseo Bayo.
No la dejaron ni ir al baño en las 12 horas del viaje.
La colgaron con dos pares de esposas a dos ganchos que estaban en el techo, pero las muñecas de Falcón eran demasiado pequeñas
Lo peor, obviamente, estaba por llegar. Falcón pasó nueve días en aquellas dependencias del terror franquista. "Allí tiraron a Grimau por la ventana.
Han torturado hasta inutilizar. Una piensa que es posible que no lo
cuente, que no salga", relata Falcón frente a la Embajada de Argentina
en Madrid."Estaban rabiosos y deseosos de venganza. No hay que olvidar
que acababan de morir 13 personas y había 84 heridos", prosigue Falcón.
Un médico la auscultó nada más llegar. "¿Padece usted alguna afección?",
le preguntó. "Acabo de sufrir una hepatitis", respondió la mujer. Billy
del Niño y Conesa ya tenían el blanco perfecto para destrozar a su
víctima: "Me golpeaban en el estómago y en el hígado y me tiraban de los
brazos que parecía que se salían". Así durante tres días. Sin dormir,
ni comer, ni beber. Entre golpe y golpe, además, le hablaban sobre su
hija: "Está en los calabozos. Quizá se eche novio".
Pasadas las 72 horas del plazo de detención, se personó en la celda
donde estaba presa el juez instructor, el comandante del Juzgado Militar
nº 1 de Jueces y Oficiales de Madrid, y tras un largo interrogatorio,
Falcón firmó una declaración en la que no reconocía su participación en
el atentado ni relación alguna con los terroristas. "Me llegó a
preguntar sobre la implicación de la CIA en el atentado", rememora
Falcón, que describe cómo el juez se daba golpes en el pecho mientras
exclamaba: "No acepto traiciones a este uniforme".
Después el oficial se fue y la dejaron nuevamente en su celda. Y al día
siguiente Billy el Niño y Conesa volvieron a por ella. La colgaron con
dos pares de esposas a dos ganchos que estaban en el techo, pero las
muñecas de Falcón eran demasiado pequeñas. Sus 50 kilos de peso no daban
para llenar aquellas esposas. Falcón caía una y otra vez. Finalmente,
la ataron con cuerdas y comenzaron a propinarle puñetazos en abdomen,
estómago e hígado.
Los ojos de Billy el Niño
"¿Recuerda alguna frase que le dijera Billy el Niño durante el
interrogatorio?", le pregunta el periodista. "Sí. Claro. Hay una que no
se me olvidará. Nunca. Mientras me golpeaba en el estómago me dijo:
'Ahora ya no parirás más, puta'", responde Falcón, que recuerda que tras
aquellos interrogatorios ha tenido que operarse hasta cinco veces para
tratar de paliar las consecuencias de aquellas torturas en hombros,
estómago y matriz.
Cuando se desmayaba la desataban y la tendían en el suelo. La despertaban con un cubo de agua.
Como otras víctimas de Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño,
Falcón recuerda bien aquella cara. Esos ojos que chispean ante el dolor
ajeno, que disfrutan infundiendo terror y ejerciendo la superioridad que
otorga tener a la víctima atada y vía libre para torturar. "Era un
sádico. Le gustaba. Se veía que disfrutaba de esos momentos", prosigue
Falcón, que reconoce que en la mayor parte de las sesiones terminaba
perdiendo el conocimiento.
Cuando se desmayaba la desataban y la tendían en el suelo. La
despertaban con un cubo de agua. Después el médico la reconocía, miraba
el blanco de los ojos y le tomaba la tensión. "Dejénla descansar", solía
recomendar. Ella quedaba en el suelo, mojada, durante horas, hasta que
la bajaban a la celda. Al día siguiente, las torturas continuaban. Al
sexto día los torturadores no pudieron seguir con las mismas sesiones.
Ya no podían colgarla de la pared porque perdía el conocimiento
rápidamente a causa. Entonces, cuando despertaba, seguía recibiendo
puñetazos y patadas tirada en el suelo.
Pacto de silencio
Al noveno día la trasladaron a la Prisión de Mujeres de Yeserías en
Madrid. Tenía rotos los tendones supraespinosos de los dos brazos y
rasgados la matriz y los músculos del abdomen. Estuvo nueve meses en
aquella prisión. Hasta el 11 de junio de 1975 cuando le concedieron la
libertad provisional bajo la fianza de 30.000 pesetas. A pesar de estar
acusada, nunca fue juzgada. De hecho, nadie fue juzgado por aquel
atentado de ETA. Ni ella, ni los otros 21 procesados.
Falcón acudió años más tarde al Archivo Histórico a buscar aquellos
expedientes. El de esta estancia en prisión, la anterior y las siete
detenciones. No existían. Su nombre sólo aparece en documento que recoge
una conversación mantenida por dos policías. "Todo ha sido eliminado.
Es parte del pacto de silencio la Transición. Todo aquello queda atrás.
No hay culpables. No hay condenados. No hay investigaciones. España es
un país único y el bipartidismo tiene gran parte de la culpa", sentencia
Falcón.
Fuente → agendacomunistavalencia.blogspot.com
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