Franco no ha muerto, Franco vive
 

Franco no ha muerto, Franco vive: Contesté a esas preguntas que yo misma me hacía en un artículo. La llamada memoria histórica choca contra un muro de miedo que sobrevivió a la dictadura porque Franco no ha muerto. Franco vive. Aquí mi artículo de 2018 con una ligera actualización.

Franco vive

El Valle de los Caídos no es solo un simple e inocuo monumento para recordar a las nuevas generaciones las glorias del Caudillo por la gracia de la guerra. El Valle de los Caídos todo, nos recuerda que, aunque la tumba de Franco ya no esté allí, Franco vive.

Franco vive en la jerarquía de la Santa Iglesia Católica que convirtió a Dios en romano y a los españoles de bien, en sus hijos predilectos; en la Iglesia llamada por su Dios y su Santiago a preservar las santas costumbres y exigir el poder para implantarlas. Franco vive en el poder de la Iglesia sobre las conciencias de sus fieles, que la Iglesia utiliza para no perder sus privilegios.

Franco vive en el hombre y en la mujer que han vivido largos años atrincherados en sus parcelas enseñando los dientes al extraño. Hay pueblos y aldeas donde el puñado de ancianos que las habitan votan casi todos a quienes les dicen que nada ha cambiado desde los tiempos en que el orden y la Santa Iglesia se impusieron a sangre y fuego, y les prometen que nada cambiará.

Franco vive en el hombre y en la mujer a quienes el dinero ganó el título de señor y señora con una serie de privilegios concomitantes. No quieren verse, el señor y la señora, obligados a confundirse con obreros y menesterosos, mucho menos a compartir con ellos una parte de su dinero. Estos votan a quienes entienden que la igualdad es cosa de radicales y la solidaridad un término buenista, por lo que les prometen rebajar impuestos y facilitarles la evasión. Para estos, la libertad y la democracia consisten en que el gobierno les permita que aumenten su fortuna, libre y democráticamente, sin incordiarles con asuntos ajenos a sus asuntos.

Franco vive en los jóvenes que se unen a un partido con la esperanza de medrar y subir a los estrados y tribunas que cámaras y alcachofas rodean buscando al personaje que les ofrece fotos y noticias. Jóvenes que, militando en un partido, recuerdan y observan al pie de la letra el consejo del Caudillo de no meterse en política. Jóvenes que entienden que para cumplir sus sueños basta repetir lo que manden los de arriba sin cometer la insensatez de aportar algo nuevo. Jóvenes que no quieren que algo cambie excepto su fortuna para bien.

Franco vive en el pobre, amargado por lo que considera el fracaso de su vida, que alivia su amargura despreciando al más pobre, arrimándose a los líderes del partido de los más ricos porque, aunque nada le den, al menos le permiten engañarse sobre su condición desgraciada. Y para no avergonzarse de sus motivaciones miserables, este tipo de pobre se viste de patriotismo y ensalza y vota a quienes le prometen que no permitirán la entrada de extranjeros que amenacen su miserable bienestar.

Franco vive en las glándulas donde se cuece el odio al vecino; en los hombres y mujeres que ocultan sus complejos de inferioridad sintiéndose ciudadanos de una nación superior; en los que se vendan los ojos con banderas para no verse obligados a soportar la inmensa anchura del mundo y la realidad de que todos sus habitantes son iguales. Estos patriotas votan a quienes ensalzan sus banderas particulares despreciando a todas las demás.

Franco vive en el cobarde que heredó el miedo de sus padres a oponerse a lo que manda el poder y a señalarse por defender la libertad y el progreso. Vive en quienes no se atrevían a tocar sus huesos para enterrarlos en la ignominia de un lugar anónimo. Vive en quienes se oponen a negar el derecho de la familia del dictador a heredar su fortuna y sus privilegios, obtenido todo con la sangre y el sudor de los españoles.pobresp

Encima de centenares de miles de cadáveres y del dolor de los que aún viven y recuerdan la venganza de los vencedores contra los vencidos, Franco vive.


Fuente → lahoradigital.com

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