VOX: la dialéctica de los puños y las pistolas
 

VOX: la dialéctica de los puños y las pistolas: Fue José Antonio Primo de Rivera, el líder indiscutible del fascismo español, el que acuñó la frase de “dialéctica de los puños y las pistolas” y fue mientras enterraban a José Calvo Sotelo, capo mafioso, filonazi declarado, creador y financiador de las bandas de sicarios de ultraderecha que asesinaban sindicalistas en los años treinta. Como “el que a hierro mata, a hierro muere”, a Calvo Sotelo, cómplice del dictador Primo de Rivera y conspirador contra la república, le llegó su hora después de que sus sicarios falangistas asesinaran a tiros al teniente Castillo, militar de la Unión Militar Republicana Antifascista.

La Falange de la Sangre

La conocida como “Falange de la Sangre” (más tarde como “Primera Línea”) era un comando de ataque que tenía como objetivo el exterminio de toda organización sindical que defendiera obreros o trabajara en su educación y formación. Para ellos, los obreros debían dedicarse sólo a trabajar; no necesitaban ser educados. Las ofensivas de los falangistas iban especialmente dirigidas hacia organizaciones de inspiración marxista o partidos que atacaran la unidad de la patria. El desprecio a la democracia era su bandera. Siguiendo las tácticas de los nazis alemanes, su principal objetivo era atacar colectivos indefensos, sembrar el terror en las calles y provocar pánico entre la población. Desde que fue fundada, esta fue la forma de imponerse que tuvo la Falange española.

Esa dialéctica joseantoniana de los puños y las pistolas fue financiada desde el principio por la derecha española; la ultraderecha católica y apostólica, la que predicaba el amor al prójimo y armaba terroristas para asesinar obreros; la derecha que nunca ha estado dispuesta a hacer de España un país más igualitario y más justo; la misma ultraderecha que ahora defienden Vox y su ejército en la sombra de matones cobardes, de despreciables hienas que se aplican para atacar en manada.

Sembrar el terror en las calles

Con el triunfo en las urnas del Frente Popular (febrero de 1936) y la puesta en marcha de su programa de reformas agrarias, las acciones criminales de los pistoleros falangistas se redoblaron. Su objetivo era sembrar el terror en las calles para castigar así el voto a las izquierdas del electorado. Los asesinatos se hicieron más selectivos: el de un catedrático de derecho y el de un juez fueron los más indignantes. La Falange dejaba bien claro que jamás se sometería al gobierno democrático del Frente Popular, nacido de las urnas, y que destruirían España, como realmente hicieron, antes de verla convertida en un país donde el bienestar, la educación, la salud y la riqueza estuvieran mejor repartidas.

Sólo entonces, en marzo de 1936, cuando la Falange española reveló su auténtico rostro criminal, fue ilegalizada y disuelta por conspiración contra la república. A su fundador, José Antonio Primo de Rivera, se le encarceló cuando se encontraron armas en su casa.

Faltaba poco para que los militares fascistas que había en el gobierno de la república -que ni siquiera fueron encarcelados por sus intentonas de golpes de estado-, recabaran fondos del magnate criminal Juan March, concretaran la ayuda indispensable que recibirían de Mussolini y de Hitler y se lanzaran, sin más, a aplastar con una sangrienta guerra todos los dignos deseos de convertirse en un país europeo que habían nacido en España.

El error que se repite

Ahora, a casi noventa años de aquel craso error que fue legalizar a una pandilla de criminales bajo el nombre de Falange Española, que no tenían otro objetivo político que sembrar el pánico en las calles y amenazar la democracia, aparece de nuevo la ultraderecha, Vox clama por una rápida actuación de los poderes facticos contra la amenaza del separatismo catalán y llama a los militares a tomar cartas en el asunto de la unidad de España (“Es hora de pasar a la acción”: twitter de Alonso_dm 30.12.19).

Tras echar un vistazo a cómo actúan las jaurías de hienas infrahumanas que nutren las filas del Vox del siglo XXI (pag web: https://www.ccma.cat/324/tensio-i-corredisses-al-centre-de-barcelona-on-els-mossos-intenten-separar-ultres-i-antifeixistes/noticia/2956413/) se comprueba que sus métodos son los mismos que los de aquella “Falange de sangre” que lideraba José Antonio Primo de Rivera, donde se instruía a sus descerebrados sicarios con instrucciones de ataque como estas: “Los individuos (falangistas) se distribuirán estratégicamente, procurando rodear al contrario y, a una señal convenida del jefe de la falange, actuarán con la mayor violencia (…) Sus objetivos están en todas partes: en la calle y bajo techado, de día y de noche, sobre personas o sobre cosas, y son de un efecto tan grande que, llevado y ejecutado con precisión y audacia, pueden resolver situaciones muy comprometidas”. Son instrucciones de un documento aparecido en un piso franco de la Falange que publicó la prensa de 1934 sobre los grupos de choque falangistas; posiblemente, este “manual interno” fue escrito por Juan Antonio Ansaldo, el filonazi falangista al mando del cual puso Primo de Rivera a estas jaurías de degenerados terroristas.

Una ilegalización inaplazable

Todos sabemos que la ultraderecha española es antieuropeísta, un sentimiento que se ha reforzado tras la sentencia del TSUE que exige que Oriol Junqueras sea inmediatamente excarcelado. Las declaraciones de Vox sobre la decisión de este alto tribunal dejan claro que ellos nunca reconocerán una justicia que defiende los derechos humanos ni se someterán a una autoridad supranacional que venga de Europa. Por lo tanto, y dado que ha quedado claro que nunca respetará las decisiones de magistrados europeos, Vox debe ser inmediatamente ilegalizada, desarticuladas sus “falanges” de choque y encarcelados todos aquellos de sus miembros que se hayan visto implicados en ataques como el que se ve en el espeluznante video de más arriba.

La ilegalización de partidos de ultraderecha en el año 2020 resulta ya inaplazable, si no queremos que estas alimañas acaben imponiendo el pánico en las calles y destruyendo el sistema democrático que tanto detestan. Si se les deja que sigan operando libremente, como ocurrió en la España de los años 30, no tardarán mucho en imponerse por la fuerza. Será entonces cuando empiecen a construir campos de concentración y crematorios, su “solución final” para deshacerse de todos los que no entren dentro de sus depravados propósitos: esa es la España, Una, Grande y Libre que tanto anhelan.

Si se permite a Vox y a todas las organizaciones de ultraderecha que mantiene en la sombra que sigan atentando impunemente contra ciudadanos en las calles; si se les deja seguir contando con la abyecta complicidad de policías y jueces para llevar a cabo sus acciones terroristas; si siguen incitando, cada vez con más insistencia, a los militares para que saquen los tanques a las calles, la historia se repetirá. Vox entonces se frotará las manos, orgullosa de haber provocado un baño de sangre en España.


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