Otro aspecto de la memoria histórica: Hemos podido escuchar y leer algunos aspectos por los que la ley de Memoria Histórica fue votada y aprobada en nuestro Parlamento. El espíritu de la ley es fácil de entender. Todos los que tenemos un sentido mínimo de Justicia, no solo la acatamos, la apoyamos.
Pero hay otro aspecto que (creo) aún no se ha valorado. Para ello, permítanme explicar una teoría que lleva años animando a sanadores, terapéutas, y médicos fuera de la ortodoxia, a solucionar problemas de salud con una disciplina llamada bioneuroemoción transgeneracional o biodescodificación, ahora, ratificada por la reciente ciencia llamada epigenética.
Ambas aseguran que las emociones o los traumas se heredan; la primera corriente, por medio de la impresión en los ovocitos y éstos transformados en óvulos, transpasados a generaciones siguientes, y la otra teoría, la científica, asegura que la emoción o el tráuma quedan grabados tanto en óvulos como en espermatozoides provocando mutaciones o alteraciones en el funcionamiento del código genético. Estas emociones podrían originar todo tipo de enfermedades.
Al comprender estas teorías ya podemos entender aún más a muchos de aquellos que "les va la vida" en encontrar a su familiar (a veces lejano) para identificarlo y poder darle digna sepultura. Reviven esa emoción de aquella primera mujer que vio desaparecer a su padre, a su hermano o a su hijo. Una hija, hermana o madre que sufrió, de mil formas distintas, las represalias por su consanguiniedad con aquel o aquellos que fusilaron y enterraron en cualquier lugar.
Ahora podemos entender que ayudándolos y apoyando la ley hacemos que se limpien y se liberen esas emociones haciéndose una justicia más completa. No solo reconocemos a aquel que dio su vida en defensa de los valores democráticos, además, hacemos que los hoy niños de esas familias que aún buscan a sus ancestros, se liberen de esas emociones cuando sean identificados y enterrados dignamente. Es "verdad, Justicia, reparación y no repetición" lo que la nación les debe.
Del mismo modo, también podríamos identificar las emociones contrarias cuando observamos a los descendientes de los golpistas, hoy en muchos espacios de poder, oponerse a la ley o jactándose de no acatar la ley y de no haberla financiado, como declaró sin pudor el hijo de un juez, todo un presidente español y muy español.
Es evidente que un estudio epigenético de esos guerracivilistas, que destilan tanto odio, cuando tratan de justificar aquella masacre oponiéndose a cualquier vía que mimetice la injusticia sufrida por los represaliados directos y sus familiares, sería un estudio árduo porque no finalizaría con la solución al conflicto emocional, ellos posiblemente no escapen a esos tráumas y sus efectos colaterales, porque la aceptación es clave y nunca reconocerán la verdad.
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Joaquín Navas Cabezas es socio de infoLibre
Fuente → infolibre.es
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