La malla de olvido sobre una herida nunca cerrada, donde los vencidos jamás tuvieron voz:

La malla de olvido sobre una herida nunca cerrada, donde los vencidos jamás tuvieron voz: El baño de sangre de la represión franquista se complementó con una fuerte represión en todos los ámbitos de la vida ciudadana, libertad, empleo, sindicatos, partidos, propiedades, religión, cultura, costumbres, fiestas populares, nacionalidades, ejército, etc… En todas y cada una de estas facetas, el vencido sufrió terribles penalidades que le impidieron rehacer y en definitiva normalizar su vida.

La población se vio obligada a olvidar para sobrevivir. El país ignoró la propaganda más grosera del estado franquista pero no pudo evitar que años de adoctrinamiento y de represión hicieran mella en sus comportamientos civiles modificando en definitiva las mejores actitudes y valores de los españoles. El miedo como forma de dominación política impregnó de tal forma la vida cotidiana, que LA POBLACIÓN NUNCA VOLVIÓ A SER LA MISMA.

El amor a la libertad individual de los españoles quedó enterrado en la guerra civil española. La cultura y la inteligencia se encontraban en el exilio, bien interior, bien exterior. La educación y los valores morales imperantes abocaban ineludiblemente a la aceptación del régimen como mejor que una vuelta atrás. España no dejó de ser diferente, pero justo por los motivos contrarios.

La miseria de los quince primeros años de franquismo dejaron tal huella en el “Ánima Mundi” de los españoles que inevitablemente la asociación miseria, hambre, terror y guerra civil quedaron selladas en las mentes de los ciudadanos. La nación se convirtió en otra cosa. Y ESPAÑA DEJÓ DE SER ESPAÑA para convertirse en un extraño país al sur de Europa, único en el mundo donde los militares gobernaban con validos civiles.

Durante la transición no hubo voces republicanas de ningún tipo, fue obligada implícitamente la renuncia a cualquier veleidad Republicana, lo que también obligaba a mantener la política de pérdida de memoria histórica aceptada de grado por los franquistas y como mal menor por todos los gobiernos socialistas de la transición.

De este modo se fue tejiendo la malla del olvido sobre una herida nunca cerrada, donde los vencidos jamás tuvieron voz, ni pudieron en muchos casos honrar debidamente a sus muertos, ni a sus vivos, ni a nada que no fuera la aceptación obligada del nuevo estado monárquico, que mayoritariamente dejó a la vista pública todos los símbolos, monumentos y estructuras del régimen anterior, la administración, el ejército franquista, su policía represora, la justicia, etc, mientras las reparaciones a las vencidos se hacían anecdóticas, cicateras y hasta humillantes.


Imagen: Antoni Estruch – Manifestación por la República, 1904. Documento original en: S.B.H.A.C. MEMORIA REPUBLICANA

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