Una nube Hispana : Liberación de París

El semi-oruga “Santander”, escoltado por milicianos de las F.F.I., hace guardia en una esquina de la Rue Rivoli durante los combates callejeros para liberar París del yugo nazi.

Una nube Hispana : Liberación de París: El pasado 24 de agosto, con motivo del 75 aniversario de la liberación de Paris, la alcaldesa de la ciudad inauguraba un mural de homenaje a “La Nueve”, la compañía de republicanos españoles encuadrada en las Fuerzas Francesas Libres que encabezó la entrada de las tropas aliadas en la capital francesa, poniendo punto y final a la ocupación nazi. Un homenaje más que debido, dado que durante décadas el propio estado francés había ocultado, salvo alguna que otra placa dispersa por las calles de la “Ciudad de la Luz”, que los primeros soldados que, tras un sprint contra reloj se atrevieron a romper las líneas alemanas para acudir en auxilio de los civiles que se habían alzado en armas contra el ejército invasor cuatro días antes, había sido una columna formada casi en su totalidad por republicanos españoles de la “9ª compañía del Regimiento de Marcha del Chad”, adscrita a la “2ª División Blindada de la Francia Libre” y capitaneada por el general francés Phillippe Lecrec, una unidad popularmente conocida como “La Nueve” y “La Española”.


Durante años y años, historiadores “oficialistas”, escritores y periodistas obviaron, salvo honrosas excepciones, que los primeros semi-orugas que entraron en París la tarde-noche del 24 de agosto de 1944 por la Porte D’Italie llevaban izada en sus antenas la bandera tricolor española y tenían pintado en el morro nombres como “Ebro”, “Madrid”, “Belchite”, “Gernika”, “Teruel” o “Don Quijote”. El primero de todos en llegar a las puertas del Ayuntamiento de la capital y de la prefectura de policía, donde estaba atrincherado el comité militar de los sublevados, fue el “Guadalajara”, un vehículo exclusivamente tripulado por extremeños. Y el primer “half-track” que respondió al fuego nazi en aquel mismo lugar con su potente ametralladora Browning de 50mm fue el “Ebro”, mandado por el canario capitán Campos y conducido por el catalán Bullosa.

Días después de la liberación de la capital francesa, la prensa no hizo referencia alguna a la nacionalidad de los libertadores ni a los nombres pintados en sus vehículos. Solo se mencionó el nombre del único carro de combate que acompañó a la avanzadilla republicana, el “Romilly”, tripulado por franceses. Aquellos días tampoco figuró en ningún periódico que aquel 24 de agosto, cuando la avanzadilla aliada estaba a la altura del Arco del Triunfo e intentaba abrirse paso hacia el corazón de París entre decenas de civiles que comenzaban a echarse a la calle cantando La Marsellesa y  vitoreando a los libertadores, una joven francesa trepó a uno de los semi-orugas para abrazar a su tripulación diciendo a uno de ellos: “¡Eres el primer soldado francés al que beso!”, a lo que el soldado Francisco Izquierdo respondió: “No somos franceses, somos rojos españoles”. Constatando así, para sorpresa de los parisinos, que los primeros soldados que liberaban su ciudad eran, salvo unos pocos franceses, todos españoles. Algo que el entonces miembro del Consejo Nacional de la Resistencia y años después secretario de estado del gobierno de Jacques Chaban-Delmas, Leó Hamon recordaba emocionado en sus memorias: “Hablaban muy mal el francés, con mucho acento. Eran los republicanos españoles de la división Leclerc. Aquella noche del 24 de agosto de 1944, antes de irme a dormir escuché a los españoles cantar sus himnos de batalla. Recuerdo que cantaban canciones como ¡A las barricadas! y ¡Ay Carmela!”.

Aquel olvido relativo a la nacionalidad de los primeros soldados aliados que entraron en la capital no fue debido a ningún error, fue absolutamente premeditado. No era conveniente que, en un momento en el que la propaganda “Gaullista” intentaba apropiarse de la autoría de la sublevación que había forzado la improvisada marcha hacia París, arrebatando el protagonismo al auténtico motor de la revuelta, los llamados “Franc-tireurs et Partisans” (F.T.P.), brazo armado en la resistencia del movimiento comunista francés, los primeros soldados que acudiesen en auxilio de los amotinados fuesen españoles y, además, rojos. Un olvido que se mantuvo durante décadas para mayor vergüenza de De Gaulle, máximo representante de la derecha francesa no colaboracionista y acérrimo enemigo de todo aquello que oliese a izquierda.

Ha sido necesario que pasasen 44 años desde la muerte del dictador Franco para que, a pesar de la falta de interés por el asunto que durante todo ese tiempo han demostrado los sucesivos gobiernos españoles -ora socialistas, ora del PP o de la UCD- se haya roto el silencio institucional español hacia aquellos héroes. Durante todo este tiempo tan solo ha habido algún tímido evento recordatorio de aquella hazaña, como fue el fallido homenaje a “La Nueve” del Borbón y su esposa en su viaje a París de marzo de 2015, oportunamente abortado por coincidir con un accidente aéreo en el que murieron 51 españoles, o la inauguración en Madrid por la exalcaldesa Carmena del llamado “Jardín de los combatientes de La Nueve” en abril de 2017.

Así pues, no ha sido hasta este pasado mes de agosto, cuando el gobierno de Pedro Sánchez, representado por la ministra de Justicia en funciones, Dolores Delgado, se ha visto obligado a hacer acto de presencia en el homenaje a “La Nueve”, impulsado con decidido empeño por la gaditana Anne Hidalgo, alcaldesa de París e hija de exiliados republicanos. Un acto en el que el estado español ha tenido que reconocer de forma clara y explícita la hazaña de aquellos combatientes republicanos que liberaron París. Un retraso de 4 décadas que no deja de ser sorprendente si consideramos que durante ese mismo periodo sí que se han celebrado numerosos reconocimientos, algunos incluso con participación institucional, a los miembros de la llamada “División Azul” que durante la 2ª Guerra Mundial acudió en socorro de los genocidas nazis durante su invasión militar a la U.R.S.S., o los dedicados a los caídos de la “División Cóndor” alemana, al “Corpo di Truppe Volontarie” (CTV) y a la “Aviación Legionaria” italiana, responsables de salvajes bombardeos indiscriminados contra población civil durante la guerra provocada en nuestro país por el golpe de estado fascista de 1936.

Un silencio que también se ha patentizado en la escasa bibliografía existente en España para ilustrar aquella gesta, que solamente ha visto la luz en contadas ocasiones gracias al empeño de un puñado de voluntaristas escritores e historiadores que, contra viento y marea, han conseguido editar algunas obras, en la mayoría de ocasiones de una difusión mínima y un nulo apoyo institucional. Por no hablar del desprecio que siempre ha demostrado hacia aquella hazaña de “La Nueve” la industria cinematográfica española, o el más absoluto desinterés existente en el panorama musical de esta tierra, incapaz de contar ni tan siquiera con una sola canción que hable de aquellos luchadores sin tierra dedicados durante 5 largos años a liberar patrias ajenas. Y como muestra de esta última afirmación, basta con decir que para ilustrar musicalmente las andanzas de “La Nueve” he tenido que recurrir a un cantautor francés, también hijo de republicanos exiliados, como la alcaldesa de París, de nombre Serge Utgé-Royo. La única persona que se ha preocupado por escribir, interpretar y publicar una canción expresamente dedicada a aquellos héroes desconocidos durante décadas.

Sirva esta canción de sentido homenaje y reconocimiento a los que con tanto valor y generosidad nunca dudaron en recorrer, en ocasiones en muy precarias condiciones, miles de quilómetros en África y Europa para llevar hasta el final su compromiso de derrotar al fascismo allá donde estuviese.

¡HONOR Y GLORIA A LA NUEVE!



El “Almiral Buiza”, también conocido como “Teruel”, con bandera tricolor al viento por los Campos Elíseos parisinos. Agosto de 1944.
UNA NUBE HISPANA

En el pleno calor, la cosa comenzó ;
Cerebros de cañón desgarraban el sol ;
La sangre de Sevilla y Guernica secó ;
Europa se ahogó en el horno español…

Con un canto republicano,
España huyendo el « Cara al sol »,
Polvo de tierra en la mano,
Una esperanza girasol…

Con su casco americano,
Reía como el Nuevo Mundo
Llevando paz al mundo viejo
Cuando dormían las palomas…

« Te escribo, mi amor, desde el pozo mayor,
Entre luto español y Alemania en guerra ;
Vamos subiendo al Norte,
en medio del horror,
Para ahogar de paz la llama infernal. »

Habían peleado por el desierto ardiente,
La humanidad cansada dentro del corazón,
África, Inglaterra, y sobre el continente,
Hasta untar de luz al humano y la flor.

En el pueblo francés, la gente sonrió,
Mirando, sin temor, al extraño fusil ;
Un día, se sabrá gritar en el silencio
Que una nube hispana libertó París…

Con un canto republicano,
España huyendo el « Cara al sol »,
Una bandera negriroja…
Una esperanza girasol…

Con su casco americano,
Reía como el Nuevo Mundo
Llevando paz al mundo viejo
Cuando dormían las palomas…

Letra: Serge Utgé-Royo.

Música: Léo Nissim. 2014.



La tripulación del “Guadalajara” posa con otros miembros de “La Nueve” camino de la frontera franco-alemana en septiembre de 1944.
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