El gorro frigio, un símbolo republicano de libertad basado en una confusión histórica

El gorro frigio, un símbolo republicano de libertad basado en una confusión histórica: Una peculiar prenda de cabeza, con forma de capucha cónica y extremo curvado, se convirtió por error en un símbolo de la libertad y el republicanismo entre los siglos XVIII y XIX, a raíz de su difusión en la Revolución Francesa, por eso muchos estados americanos lo incorporaron también a sus escudos al emanciparse del dominio español. Es el gorro frigio ¿Quieren saber por qué se llama así y en que consistió dicho error?

Las recientes protestas populares en Francia dejaron, entre otras imágenes curiosas, la de una manifestante ataviada como Marianne, la personificación alegórica de la República que encarna los tres célebres principios de Libertad, igualdad, fraternidad. Como el origen del personaje parece ser artístico (incluso se suele adjudicar al pintor Honoré Daumier o al escultor François Rude, aunque el nombre es una referencia al jesuita español Juan de Mariana), es lógico que su iconografía sea bastante definida: vestimenta grecorromana, bandera en la mano y cabeza tocada con un gorro frigio. Su apoteosis la plasmó Delacroix en La libertad guiando al pueblo, una escena de la Revolución de 1830.


La libertad guiando al pueblo (Eugene Delacroix) / Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

La razón para el nombre del gorro es obvia: porque procede de Frigia, una región de Asia Menor que se extendía por la mayor parte de la península de Anatolia (actual Turquía). Una zona rica donde se desarrollaron ciudades y reinos importantes en la Antigüedad, de ahí que su posesión estuviera constantemente disputada entre lidios, persas y romanos, primero; por selyúcidas y cruzados después; y por bizantinos, otomanos y mongoles más tarde. Se atribuye a los frigios el uso común de esa prenda, tal como muestra el arte helenístico.

Hay varios ejemplos, empezando por Atis, el auriga de Cibeles. Ésta era una diosa frigia, la Madre Tierra, cuyo sirviente estaba enamorado de ella y se autocastró durante su boda forzosa con una princesa. A Atis se le representa siempre con ese aditamento y, por cierto, su frustrada esposa era, en algunas versiones del mito, hija del rey Midas, rey de Frigia, que también aparece tocado de esa manera en pinturas, esculturas y relieves. Otro caso serían los troyanos y, por extensión, los habitantes de otros pueblos bárbaros como los tracios o los escitas.

Busto de Atis con gorro frigio / Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Igualmente, era uno de los elementos distintivos de Mitra, aquel dios solar de la Persia del segundo milenio a.C. cuyo culto se extendió posteriormente entre los legionarios romanos -añadiéndole otras características- porque era quien protegía de ataques y premiaba la lealtad. Mitra ha dejado dos importantes legados culturales.

Uno es su fecha de nacimiento en el solsticio de invierno, que se supone fue imitada para la de Cristo y, así, sería el origen de la celebración de la Navidad el 25 de diciembre. No en vano, el culto mitraico se prolongó mucho, hasta el siglo IV d.C., rivalizando en popularidad con el cristianismo (por cierto, los Reyes Magos no tuvieron ese carácter real hasta el siglo III; antes eran sólo magos, sabios o astrólogos zoroastristas, a los que el arte mostraba con gorro frigio en vez de corona).

Estatua de Mitra con dos elementos iconográficos típicos: la taurotocnía (acción de matar un toro) y el gorro frigio / Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

El otro legado de Mitra es el tocado que solía llevar y que los revolucionarios franceses adoptaron al confundirlo con el píleo. Esa confusión tiene su lógica por el parecido pero, si bien en realidad hay alguna diferencia de forma, la más importante se refiere a su fondo y está en el significado que tenía: en Roma llevaban el pilleus, como símbolo identificativo, los esclavos manumitidos; es decir, los libertos, aquellos que habían alcanzado la libertad legalmente, de ahí la inspiración que supondría después.

No obstante, el pilleus procedía de Grecia, del pilos: una especie de fez cónico hecho de fieltro (eso significa en griego antiguo) o cuero que, en esencia, se trataba de un pétaso (sombrero típico de los jóvenes) sin alas. Si con pétaso solía representarse a Hermes en pintura, escultura y relieve, el pilos se empleaba para identificar a Cástor y Pólux los hermanos de Helena de Troya, hijos de Zeus y la princesa espartana Leda en la mitología. ¿Por qué? Porque el padre de los dioses se convirtió en cisne para seducirla y ella, tras el consiguiente embarazo, los alumbró en huevos, cuya forma redondeada recordaba al pilos.

Figura ataviada con píleo en una pintura sobre cerámica de Apulia / Imagen: Marie-Lan Nguyen en Wikimedia Commons

Usuarios habituales del pilos eran los peltastas, soldados de infantería ligera que, a diferencia de los hoplitas, no usaban armadura ni casco. Los hoplitas a veces dejaban el gorro debajo del casco como acolchamiento, aunque parece ser que eso provocaba que se moviera y resultara incómodo, de ahí que a partir del siglo V a.C. se pusiera de moda en Laconia un casco de bronce con forma de pilos que se hizo muy popular entre los hoplitas espartanos -que ya prescindían de armadura- hasta el período helenístico. Tucídides comenta que los piloi apenas protegían a los espartanos contra las flechas atenienses en la batalla de Esfacteria.

De hecho, si el pilos dio lugar al casco píleo, el otro gorro originó el casco frigio, que a pesar del nombre había en muchos sitios, desde Tracia a la Magna Grecia pasando por Dacia (como se puede apreciar en la Columna Trajana) o Partia (apreciable en el Arco de Septimio Severo). Fue un poco más tarde, a mediados del siglo IV a.C., cuando los nuevos métodos de combate introducidos por el tebano Epaminondas, al que siguieron los macedonios Filipo y Alejandro, obligaron a recuperar las corazas y desarrollar cascos con más protección. Así, el casco frigio, que se generalizó en las falanges, era muy parecido al tracio (a su vez similar al píleo), salvo que estaba rematado por un lóbulo, igual que el gorro.

Cinco tipos de cascos usados en la Antigua Grecia; de arriba a abajo y de izquierda a derecha: ilirio, corintio, frigio, píleo y calcídico / Imagen: MisterPluss65 en Wikimedia Commons

Pero, como decíamos, fue la versión romana de esa prenda, el pilleus, la que verdaderamente trascendió como símbolo. Cuando el dueño de un esclavo quería concederle la libertad tenía dos posibilidades de manumisión: solemne o no solemne. La primera, conocida como pretoria, se subdividía en Inter amicos (con cinco amigos como testigos), Per epistolam (mediante una carta escrita por el amo) y Per mensam (el esclavo era invitado a comer a la mesa de su amo).

En la segunda, el esclavo pasaba a ser latini iuniani (ciudadano latino, no romano), algo que se alcanzaba también de varias formas: Per censum (inscribiendo al esclavo en el censo), Per vindicta (ante un magistrado), In sacrosasanta ecclesia (en la iglesia, en tiempos del Bajo Imperio) y Per testamentum (por testamento).

Parte del ceremonial incluía que el pretor tocase al esclavo con una vara llamada vindicta y le declarase libre. Entonces el liberto se rapaba la cabeza y la cubría con un píleo como símbolo de su nuevo estatus social; a menudo, todo se limitaba a esa última parte del proceso, de ahí que al rito se lo considerase manumissio minus iusta, o sea, una forma de manumisión menos burocrática o formal que las anteriores.

Inscripción funeraria de un liberto romano hallada en el Castillo de Bellver / Imagen: ILA-boy en Wikimedia Commons

Tito Livio incluso reseña una expresión, servos ad pileum vocare, que literalmente significa “llamar a los esclavos al uso del píleo”; es decir, a la libertad, pues era lo que se les prometía cuando Roma estaba en peligro y se necesitaba de su colaboración en la defensa. Otro ejemplo de su carácter metafórico es el píleo que los asesinos de Julio César exhibieron sobre un palo porque habían librado a los romanos de su tiranía. Se entiende, pues, su recuperación metafórica en el siglo XVIII.

Hubo precedentes de por medio: durante la que se conoce como Révolte du papier timbré (Revuelta del papel sellado), un levantamiento popular ocurrido en la Bretaña francesa en 1675 contra la elevada fiscalidad decretada por Luis XIV (que afectaba, entre otras cosas, al papel timbrado, de ahí su nombre), los insurrectos adoptaron como elemento identitario un bonete azul o rojo. Pero es cierto que fue en 1790 cuando el gorro frigio hizo aparición asimilado a los revolucionarios.

El asesinato de César (Jean-Leon Gerome) / Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Se documenta por primera vez en mayo, adornando una estatua improvisada durante las fiestas de Troyes y que, junto con otra realizada en Lyon, constituyeron las primeras figuras de Marianne, aunque entonces aún se la designaba como Libertas. El gorro frigio pasó a ser un distintivo de las clases populares alzadas, tanto como el pantalón ancho que les hizo ganarse el apodo de sans-culote (el culotte era el pantalón que se usaba con medias de seda, típico de la nobleza). La cosa se asumió de tal manera que el marqués de Villette lo describió como “la corona cívica del hombre libre y la regeneración francesa”.

Para no degradar su carácter alegórico, el duque de Valmy (François Christophe Kellermann, padre de François Étienne, el famoso mariscal de Napoleón) propuso que el gorro frigio tuviera una consideración honorífica que sólo pudieran usar los que hicieran méritos especiales. No lo logró y, en cambio, se lo declaró “peinado simbólico”, de uso obligatorio para los funcionarios en sustitución de las pelucas de los aristócratas; sólo los convictos lo tenían prohibido. La demanda dio lugar a otra estampa típica del momento: la de las mujeres que tejían los bonnets phrygien mientras la guillotina funcionaba a destajo.

Revolucionarios franceses / Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

El gorro frigio quedó proscrito al llegar la Restauración, aunque resurgía esporádicamente con cada brote revolucionario. Luis Felipe de Orleáns tuvo la agudeza de asumir aquel símbolo -y otros, convirtiéndolo en patrimonio nacional, si bien otros grupos insurgentes posteriores lo reivindicaron también, como los anarquistas o los contrarrevolucionarios de extrema derecha de las primeras décadas del siglo XIX. Como decíamos al comienzo, todavía hoy se ve alguna de esas prendas en las manifestaciones.


En realidad, Francia no fue el único sitio donde se usó como alegoría de libertad y, de hecho, había pasado a formar parte de los movimientos republicanistas incluso antes, cuando los colonos norteamericanos tocaban con uno a Columbia (la personificación de América, a la manera de Marianne). Los recién nacidos EEUU sirvieron de ejemplo a los países latinoamericanos que se desgajaron de España y otras potencias europeas, de ahí que muchos de sus escudos y banderas ostenten un gorro frigio; el ejemplo más puro sería Haití, al fin y al cabo una nación surgida de la esclavitud.

Escudo de Haití / Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

También hay quien identifica la barretina catalana con el gorro frigio, aunque el origen no está claro y lo cierto es que se trataba de un tipo de prenda de cabeza muy extendido por todo el Mediterráneo, especialmente entre los marineros; por eso la encontramos en numerosos sitios, desde Levante a los Balcanes pasando por Ibiza, Nápoles, Córcega, Cerdeña, Alta Provenza, Sicilia…



Fuente → labrujulaverde.com

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