Lazarillo
Víctor Pardo y Raúl Mateo son los autores de Todos los nombres. Víctimas y victimarios (Huesca, 1936-1945), un diccionario biográfico de más de quieniesta personas que trata sobre la represión desatada en la ciudad de Huesca durante la Guerra Civil y la primera etapa de la posguerra, según se especifica en el título. Acabo de recibir sus dos tomos, que configuran un total de más de casi 1.500 páginas, en los que la única pega es lo menudo de la tipografía, aunque como me apunta Pardo un punto más en la letra hubiera supuesto un kilo más de papel. Cada una de las víctimas mortales abatidas por los pelotones de fusilamiento en las tapias de los cementerios de la ciudad, y también en lugares desconocidos, aparece en estas páginas con su nombre y apellidos. También los asesinados en acciones punitivas extrajudiciales, los detenidos cuyo rastro se difumina tras haber ingresado en las cárceles, los presos que pierden la vida en intentos de fuga o los condenados a muerte que logran recobrar la libertad y salvarse tras saltar los muros de la prisión; todos tienen voz en las páginas de estos dos volúmenes. Les puedo asegurar que se trata de un trabajo tan minucioso en su documentación como duro de encajar por los hechos que se narran con todo detalle. Como por ejemplo los que tienen lugar en la festividad de san Lorenzo en 1940. Es de anotar en la fotografía que ilustra el pie de Víctor Pardo la bandera con la enseña nazi colgando de uno de los balcones de la ciudad al paso de la precesión
En los últimos días de las fiestas de Huesca de 1940, fueron pasadas por las armas treinta y cinco personas, como consecuencia de otras tantas sentencias de muerte dictadas por los tribunales militares de la ciudad. La devoción a san Lorenzo –como se aprecia en la fotografía– se vivía en la calle mientras la sangre corría y la cárcel continuaba atestada de presos.
El 13 de agosto, cinco condenados a la última pena eran abatidos por un pelotón de guardias civiles en las tapias del cementerio. Al día siguiente, otros veintiocho siguieron la misma suerte a las cinco de la madrugada. Todos quedaron enterrados en el cuadro 16, en tres sepulturas contiguas, la 64, 65 y 66, aunque lamentablemente no hay una lápida que recuerde el nombre de ninguna de las víctimas.
Estos son los represaliados de aquellos días de fiesta mayor.
13 de agosto:
- BUIL PÉREZ, Jorge
- CARDONA PALACIO, Gregorio
- CONS SESÉ, José
- FORNIÉS URGELÉS, José
- GRACIA PALACIO, Andrés
- MONCLÚS SALAS, Isidoro
- MUZÁS SUBÍAS, José
14 de agosto:
- ABENOZA ORÁN, Martín
- ARAZO GRACIA, Félix
- BALDELLOU BARINGO, Joaquín Jacinto
- BORDAS BERDALA, Benito
- CAMPO MUZÁS, Casimiro
- CARRERA GAVÍN, José
- CEBOLLERO CHAVARRÍA, Miguel
- CLEMENTE PUYUELO, José
- GAMBAU ESCUDERO, Valentín
- GRACIA RIVAS, Benjamín
- GUIRAL CÁNCER, Juan Antonio Francisco
- GUTIÉRREZ COLÁS, Leonardo
- LAFARGA SALAS, Miguel
- LAPUENTE SANZ, Pascual
- LLEIDA GRACIA, Joaquín
- LÓPEZ JORDÁN, Ángel
- LORIENTE SABÁN, Mariano
- MORA HERVERA, José
- MUR GONZALVO, Ángel
- PALACIOS SEMOLUÉ, José
- PANO CALVO, Doroteo
- PUEYO BASTARRAS, Helios Santos
- RALUY BORRÁS, Ramón
- RIBAS PISA, Esteban
- ROYO CAMARASA, Demetrio
- SALANOVA SANCHO, Mariano Victoriano
- VILLACAMPA MANCHO, Antonio
- VILLANOVA ZAPATER, Ramiro
Fuente → diariodelaire.com
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