El historiador gijonés desgrana en “El agente suizo” la “inoperatividad de la dictadura en el plano económico”
La que ha escrito el historiador gijonés Quique Faes en “El agente suizo. Fuga de capitales en la España de Franco” (Galaxia Gutenberg) es, en sus palabras, “una historia personal con una gran proyección pública”. En su libro, presentado la semana pasada en Asturias, se narra la vida de Georges Laurent Rivara, un empleado de la Société de Banque Suisse-una de las mayores corporaciones bancarias suizas-y cómo su detención en Barcelona en 1958 precipita “lo que acaba siendo el primer gran escándalo financiero de la dictadura”.
Rivara, explica Faes, al igual que hacían otros muchos de sus colergas “hacía un trabajo legítimo y hasta codiciado, pero ilegal en la España de 1958 donde, en virtud de la Ley de Delitos Monetarios, aprobada en 1938 en plena guerra, estaba prohibido meter cualquier tipo de divisas o valores en empresas extranjeras sin permiso previo del Estado”. Su libro se sustenta sobre las veinte cajas depositadas en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares que componen el sumario judicial del caso Rivara. Como el propio autor ha explicado, encontró en esa historia “ciertos ingredientes de novela negra: había ambición, peligro y castigo”.
Pero, además, Faes, buen conocedor de la historia económica y financiera de la España del siglo XX, halló también “ciertos paralelismos” con otros casos de corrupción posteriores, como el escándalo Matesa, que estalló apenas una década después. “Estos paralelismos hablan de la pervivencia de asuntos no resueltos que facilitan la evasión de capitales, el fraude fiscal o la corrupción”, reflexiona, “ y existe una conexión política evidente: las peleas internas en el seno del régimen acaban por estallar en este tipo de escándalos”.
Durante esos años de la dictadura, y en lo referente a la economía financiera, “había una especie de neurosis entre lo que se quería que se hiciera, lo que se decía que se podía hacer y lo que se hacía en la práctica y cómo se movían los capitales”. Lógicamente, “las empresas españolas estaban interconectadas con los mercados internacionales, aunque fuera ilegal hacerlo. Por supuesto, el franquismo lo sabía, pero es que sin eso no podía moverse la economía”.
“Se sabía lo que estaba pasando en los pisos subterráneos del régimen”, asegura, “otra cosa es que no se actuase. Una forma de dejación o inoperatividad era insistir en mantener vigente esa ley que ya no tenía sentido cuando se estaba al borde del estallido transnacional de las finanzas”.

Una dosis de hipocresía y otra de “descoloque entre muchas personas que eran poseedoras de esas cuentas en el extranjero y que fueron multadas por la justicia franquista”. En total, 369 personas fueron sancionadas con multas de entre 1000 pesetas y 26 millones. Y a mitad de la partida, pocos meses después de la detención de Rivara “cambian las reglas con el plan de estabilización de 1959, y lo que era delito cinco meses antes deja de serlo”. El Boletín Oficial del Estado publicó los nombres y apellidos de las personas involucradas, detallando la cantidad de divisas que atesoraban en Ginebra. “Los falangistas querían que aparecieran lo más señalados posible los nombres de los defraudadores porque entendían que eran una especie de traidores”.
Bajo su punto de vista, lo inédito de este caso es que se termina “castigando a personas que están movilizando sus capitales para obtener maquinaria o hacer pagos en el extranjero. Huyo de un relato plano de la corrupción, del “son los de siempre haciendo lo mismo de siempre”. Había apellidos sonados, pero también había ambición de unos españoles que tenían una mínima capacidad de inversión y querían reproducir sus ahorros abriendo una cuenta en Suiza”.
“Lo que el libro pone de manifiesto”, continúa, “es la inoperatividad de la dictadura franquista en el plano económico. Muy singularmente, en la forma de gestionar las transacciones internacionales. En ese momento, la dictadura no tiene proyecto económico”. Finalmente, “lo que la salva y le permite sobrevivir otros veinte años es la llegada masiva de ayuda del bloque occidental”.
Fuente → nortes.me


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