Al fin, comienzan a llegar los niños vascos llevados a Inglaterra en aquella desdichadísima peregrinación de dolor, ideada para fines de propaganda indigna. Se les sacó de sus casas a pretexto de un peligro que no corrían y, en la mayor parte de los casos, sin siquiera pedir el consentimiento elemental de sus padres. Desde el momento mismo de la ocupación de Bilbao por las tropas nacionales, fue deseo del Generalísimo que regresaran a sus hogares los niños expatriados. Pero la tarea no ha sido fácil. El llamado Comité Inglés para la evacuación de niños de Bilbao, al servicio de la masonería y del protestantismo, se venía oponiendo resueltamente a que los pequeños volvieran. Otro grupo, éste de buenos ingleses, el National Joínt Commities for Spanish Relief, presidido por el duque de Wellington, tomó a su cargo la tarea meritísima de desvanecer la labor de los comerciantes de la infancia y eficazmente apoyados en la que desde España venía realizando el Delegado Apostólico, Monseñor Antoniutti, que destacó a Inglaterra como enviado suyo al Padre Gábana, de la Subdelegación del Estado para Prensa y Propaganda de Vizcaya, logró que se constituyera un Tribunal de prestigiosos magistrados británicos, que dictaminara el pleito imparcialmente y en conciencia. La resolución acaba de ser dictada. Y en ella se establece, entre otras cosas:
Primero.—Que no existe ninguna clase de riesgos en Bilbao ni en sus alrededores para que los niños puedan ser devueltos a sus padres con toda seguridad. Segundo. —Que la España Nacional desea ardientemente recoger a los niños expatriados a Inglaterra. Tercero.—Que la Delegación de S. S. es plenamente favorable al regreso y que actúa en nombre de la mayoría de los padres de los niños o de sus representantes legales, que han expresado en testimonios escritos, de irrecusable legitimidad, este deseo. En su vista, el Tribunal recomienda y urge que los niños vizcaínos recogidos en Inglaterra sean devueltos a sus padres o parientes a la mayor brevedad; y que los acompañe en el viaje un representante del Delegado Apostólico, P. Gábana, con un médico de nacionalidad británica. El Tribunal termina expresando su gratitud a cuantos le han ayudado en esta labor, tan felizmente llevada a cabo, gracias al triunfo pleno de la verdad y la justicia.
N. de la R — El primer grupo de niños repatriados está ya a las puertas de España, bajo la dirección del Padre Gábana y solícitamente atendidos por un médico de nacionalidad británica. Una vez más, la verdad y la justicia han triunfado sobre todos las imposturas.
El sábado siguiente 13, y también en primera página y destacado encuadran el siguiente artículo:
Prosiguen en la misma portada con un comentario complementario:
¡Todos, a recibir a los niños que llegan hoy!
Los Flechas y Pelayos acompañarán hoy a los niños rescatados. Todo Bilbao debe estar en la calle para tributar el homenaje de su simpatía a los que retornan a sus casas por la grandeza del Generalísimo. ~ ¡Bilbaínos! Ciento sesenta y tres niños arrojados al destierro por el odio anarco – separatista, llegan hoy a sus casas. Franco, el Caudillo de la España Imperial, padre de los humildes, los entrega sus padres. ¡Todos hoy, a las ocho de la noche de la noche, formando calle de honor a los niños que ya son de España! ¡Qué Bilbao se vista de gran gala desde las primeras horas! ¡Qué no quede un balcón ni ventana sin lucir la enseña de la Patria! ¡Luces, muchas luces en todo Bilbao para que los niños se deslumbren y borren de su imaginación las miserias que pasaron!
Patria,
Pan y Justicia. Patria: La tienen ya los niños rescatados. Pan: Auxilio
Social cuidará de ellos. Justicia: La ejercida por el Generalísimo al
devolverlos a sus padres.!Esta es la nueva España! ¡Todos hoy en un
grito de ¡Franco, Franco, Franco! Toda nuestra emoción para los niños.
Quien se precie de español está obligado hoy a recibir la expedición de
niños rescatados.
El domingo 14 la exaltación patria se desborda en el entusiasta recibimiento de los pobres niños exilados.
El trayecto desde la muga hasta Donostia está repleto de enseñas nacionales y carteles alusivos. La despedida desde la estación donostiarra de los Ferrocarriles Vascongados dirección a la homónima de Atxuri en Bilbao es una explosión de júbilo popular.
En el andén de la estación bilbaína, adornado con innumerables banderitas nacionales, esperaron a los expedicionarios el general gobernador militar con su ayudante; el gobernador civil; el comandante de Marina; el delegado de Hacienda; el diputado señor Arrola; el señor Calle Iturrino, en representación del alcalde de Bilbao; el presidente y el fiscal de la Audiencia; el arcipreste de Bilbao; el teniente coronel jefe de Milicias; el cónsul de Inglaterra en Bilbao, acompañado de su señora; el cónsul de Portugal; la Junta de Protección de Menores, la subdelegada de Auxilio Social y otras varias personalidades y representaciones. Formaron en el andén varios grupos de las infatigables muchachas de Auxilio Social que habían de atender a los niños a su llegada. A las nueve menos diez hizo el convoy su entrada en agujas, mientras la Banda interpretaba el Himno Nacional. Les pequeños, asomados a las ventanillas, rebosantes de júbilo, tocados con boinas rojas, eran portadores de una gran bandera nacional. Las autoridades acudieron a saludar a Monseñor Antoniutti, que descendió del tren acompañado por el Padre Enrique Gábana. Los niños se trasladaron al exterior de la estación y tomaron los cinco tranvías engalanados que habían sido puestos a su disposición. Se inició la comitiva hacia el Palacio de la Diputación, dando escolta a los coches los Flechas y Pelayos. En todo el recorrido un público numerosísimo, que formaba calle, ovacionó a los pequeños, que correspondían con vítores a España y a su Caudillo. Los niños repatriados se mostraban satisfechísimos por verse nuevamente entre los suyos, en este Bilbao magnífico, en fuerte contraste con aquel que dejaron hace unos meses, y por las acogidas calurosas de que habían sido objeto desde que pisaron tierra española.
Multitud de banderas monárquicas, Señoritas camaradas de Auxilio Social, miembros de la Guardia civil, loas al Caudillo salvador que se preocupa por los chiquillos inocentes…; caras de niños recién llegados con expresión de cierta desorientación, incertidumbre, perplejidad…
¿Qué hay detrás de todo esta parafernalia?
Propaganda.
El régimen franquista, ya encaminado a la victoria militar, quería
acabar con el poco prestigio y apoyo efectivo que le restaba a la
República entre las naciones europeas. Eran los nuevos adalides de la
reunificación familiar, deshacedores de canalladas rojo- separatistas;
su misión, devolver a unos padres afligidos los hijos arrebatados de sus
brazos por unas hordas inmorales sin escrúpulos. Aunque pueda parecer
increíble, en lugares como la perfecta democracia de Inglaterra, los
simpatizantes de la Cruzada se movilizaron desde un primer momento,
cuando los primeros niños evacuados llegaron en el Habana a Southampton.
No los querían allí, eran utilizados en el juego político sin ningún
rubor. A pesar del esfuerzo de las asociaciones no gubernamentales de
ayuda a los pequeños refugiados, periódicos como el Daily Mail los
tachaba como Bad Basque boys.1 O no se privaron el 20 de junio de,
megafonía en mano, informarles de que Bilbao había sido liberado por las
tropas golpistas.
Naturalmente quedaba fuera del guión otra realidad: el ensañamiento contra la población civil de la retaguardia vasca, en forma de bombardeos indiscriminados continuos, la represión sistemática en las áreas liberadas, el pánico a una muerte que les ronda de cerca, el miedo y las penalidades generadas por el ejército nacional.
Cuentan con muchos colaboradores, uno de los principales Monseñor Antoniutti, Nuncio Apostólico en la España franquista enviado por el Vaticano y que actúa como embajador encubierto. A través de él y su influencia, el régimen franquista presiona a los padres para que pidan la vuelta de sus hijos a la Nueva España, que los recibirá con los brazos abiertos. Un acto de caridad cristiana que es nexo de continuación a las bombas caídas en Bilbao, pueblos de la margen izquierda y zonas aledañas. Pero de eso último no toca hablar en dicho momento.
El Padre Gábana fue un activo interlocutor franquista con la el Vaticano para fomentar la imagen de humanidad del régimen golpista frente a la barbarie roja con el asunto del retorno de los niños evacuados.
Obviando con descaro el origen del problema, el Régimen franquista
utiliza la vuelta de los exilados cmo un enorme escenario de autobombo
buenista, una imagen de benefactor inmaculado de cara a Europa. Se les
acoge con loas, slogans, fotos y una buena merienda.
No existen
números definitivos sobre la cantidad de niños vascos que salieron en
los barcos al exilio para huir del terror franquista. Oscila entre los
32 y 38.000 mil.
EDUARDO RENOBALES
Las fotos de este trabajo provienen de: Biblioteca Digital Nacional de España y La Gaceta del Norte
Fuente → errepublikaplaza.wordpress.com











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