Juan Antonio Gilabert Gil
Siempre he sentido una atracción hacia un personaje histórico que se enfrentó al sistema establecido con un objetivo claro y conciso: que las mujeres tuvieran derecho a votar.
Esto le costó caro más tarde, pero sin dudarlo, luchó por lo que pensaba. Este personaje fue Clara Campoamor.
Campoamor nació el 12 de febrero de 1888 en Madrid, en una familia obrera. Cuando murió su padre diez años más tarde, tuvo que dejar los estudios. Pero en 1909, consiguió una plaza como auxiliar femenina de telégrafos, lo que le permitió volver a estudiar. Fue bautizada con el nombre de Carmen Eulalia, pero en honor a su hermana mayor, que falleció poco después de su nacimiento, utilizó el nombre de Clara Campoamor.
En plenos años 30, durante la II República, Clara Campoamor, abogada y política de izquierdas, se encontró en medio de un debate crucial. Se debatía si la mujer debería tener derecho a votar. En ese momento era diputada por el Partido Radical. Cuando se declaró la II República, Campoamor fue elegida para el Congreso de los diputados por Madrid, dándose la paradoja que las mujeres no podían votar, pero podían ser parlamentarias.
Su lucha no fue fácil. Campoamor se enfrentó incluso a su propio partido y a muchas feministas. Victoria Kent, también feminista, se le puso en contra directamente, por el partido Republicano Radical Socialista. Su argumento era que recién instaurada la II República, la situación no era la propicia, dado que, según su opinión, las mujeres estaban aún influenciadas por la Iglesia y el conservadurismo. Campoamor no se amilanó y siguió con su argumentario: la igualdad en el derecho al voto era esencial para construir una sociedad más justa y equitativa.
Su discurso en las Cortes de la II República el 1 de octubre de 1931 ha pasado a la historia: “No tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen de la República a la mujer”. La votación fue para aprobar el voto femenino, con 161 votos a favor, 121 en contra y 188 abstenciones. Por fin, las mujeres mayores de 23 años tuvieron reconocido su derecho al voto en la Constitución de 1931.
El movimiento de mujeres, que comenzó a conocerse internacionalmente a finales del siglo XVIII, con la Revolución Francesa e industrial, se consolidó como una fuerza social más. En seguida tomó la lucha sufragista como bandera. En el Estado español, el movimiento de mujeres y el sufragista, siempre fueron cuestiones minoritarias, por la opresión de la mujer y la poca industrialización del país.
Ya en el siglo XX, el movimiento sufragista tuvo momentos álgidos, como —paradójicamente— en la dictadura de Primo de Ribera, cuando se aprobó el derecho al voto de la mujer para las elecciones municipales de 1925: por varias causas, estas elecciones nunca se produjeron.
En 1927, se creó la Asamblea Nacional Consultiva, para crear una constitución nueva. En esa asamblea, donde se eligió a cada miembro a dedo, había 13 mujeres y Concepción Loring fue la primera mujer en hablar en una asamblea política institucional española. El artículo 58 de esa nueva futura constitución puso negro sobre blanco que mujeres y hombres votaran en condiciones iguales para todos los sufragios. Pero la dictadura acabó en 1930 y con ella, se vino abajo este proyecto.
Clara Campoamor también fue importante por su lucha a favor del divorcio y la igualdad jurídica en el matrimonio. Además, luchó para que las mujeres pudieran estudiar en igualdad de condiciones con los hombres.
En 1931, Campoamor creó la Unión Republicana Femenina (URF), que rápidamente se convirtió en una organización feminista a favor del voto femenino. En 1934, Clara Campoamor, abandonó el Partido Radical, por su postura contra la revolución de Asturias y su derechización y unión a la ultra católica CEDA. Un año más tarde, junto con la URF, se sumó a Izquierda Republicana y en cierta forma, la organización que fundó acabó siendo su sección femenina.
Clara Campoamor era, según todas las fuentes, socialdemócrata, pero se alejó del PSOE por el apoyo de este a la dictadura de Primo de Rivera. Se incorporó al Partido Radical porque se autodefinió como republicana y contra la dictadura de Primo de Rivera. Luego, cuando se sumó a Izquierda Republicana, tuvo mucho rechazo por su pasado político.
Por eso, cuando inicialmente falló el golpe de Estado fascista del 36, Clara Campoamor tuvo miedo de ser represaliada por la propia izquierda y se exilió a varios países donde tendría varios oficios intelectuales. Lamentablemente, la mayoría de la izquierda de su tiempo la acusó de ser la culpable de la derrota electoral de 1933, por luchar con tanta fuerza por el voto femenino.
Murió de cáncer el 30 de abril de 1972 en Lausana, Suiza. Sus cenizas entraron de nuevo en el Estado español clandestinamente, ya que el régimen franquista la juzgó a distancia, acusándola de masonería.
En mi opinión, Campoamor es un referente para la izquierda en el Estado español. Comprendió que los derechos de las personas oprimidas no pueden esperar.
En medio de una sociedad machista, luchó por todos los derechos de las mujeres: educación, aborto, divorcio, igualdad en el matrimonio y voto. Los derechos humanos y civiles no pueden esperar. Estos se crean o se logran en las luchas y hay que implementarlos inmediatamente. Son pilares fundamentales de la lucha obrera.
Fuente → marx21.net


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