El rey emérito español, Juan Carlos , ha vuelto a irrumpir en la actualidad política española con un libro de memorias que traerá cola. Reconciliación , que ha sido escrito por Laurence Debray , se publicará el 5 de noviembre en el estado francés, pero los medios ya han publicado algunos extractos polémicos sobre su relación con el dictador Francisco Franco , el intento de golpe de estado del 23-F, el escándalo de las comisiones, entre más. "Seré atacado, habrá que comprarse un escudo", afirma.
Cabe señalar que Felipe VI quería impedir la publicación del libro, teniendo en cuenta la situación delicada que vive la monarquía y la proximidad del quincuagésimo aniversario de la muerte del dictador. Sin embargo, Juan Carlos ha decidido tirar por el derecho y hacer la suya. De hecho, mientras los medios y la opinión pública se frotan las manos, él ha decidido volar hoy mismo al País Vasco, donde se someterá a una visita médica y asistirá a una regata.
Un discípulo de Franco
Juan Carlos, que detesta el apelativo de emérito –prefiere que se le llame “rey padre”–, aprovecha las 500 páginas de las memorias para vindicarse como el hombre que llevó la democracia a España. "La quería desde el principio", afirma, aunque reconoce el aprecio que le tenía a Franco, con quien mantenía una relación casi paternofilial.
"Por qué mentir si fue él quien me convirtió en rey y, en realidad, lo hizo para crear un régimen más abierto", asegura. La ex-monarca defiende que "la democracia no cayó del cielo" y que la política actual debe recuperar "el espíritu de la transición". “Después de cuarenta años de dictadura, di a los españoles una democracia que todavía sigue viva, es mi herencia”, añade.
Un giro cínico que culmina con la idea de que él nunca ha sido libre porque siempre ha vivido en el dictado de las exigencias de España y su trono. "Di la libertad a los españoles instaurando la democracia, pero nunca he podido beneficiarme yo misma de esa libertad. Ahora que mi hijo me ha dado la espalda por deber, me doy cuenta de que nunca he estado libre", argumenta.
El fantasma del golpe de estado del 23-F
El ex-monarca se desmarca del intento de golpe de estado de 1981, en plena investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo , y afirma que fue víctima de un engaño por parte de su antigua mano derecha, Alfonso Armada : "No hubo un golpe, fueron tres. El golpe de Tejero, el de Tejero, el de los Tejero, el de Tejero. Armada estuvo 17 años a mi lado. La amaba mucho y me traicionó.
El error de Corinna y los 100 millones
Las memorias también pasan de puntillas por uno de sus asuntos más mediáticos, la relación con Corinna Larsen –al que no llega a nombrar por su nombre–, quien asegura que nunca interfirió en sus deberes como jefe del estado. "Esta relación fue un error que lamento amargamente", dice.
La relación se hizo pública a raíz del accidente en una cacería en Botsuana en el 2012, en la que se rompió la cadera. "Tuvo un impacto nocivo en mi reinado y en mi vida familiar, erosionó la armonía y la estabilidad de estos dos aspectos esenciales de mi existencia, llevándome finalmente a tomar la decisión difícil de abandonar España", añade.
Asimismo, Juan Carlos también habla con la boca pequeña de sus negocios turbios –”regalos que algunos pueden parecerles inapropiados”–, como los 100 millones de dólares que en el 2008 le dio el rey Abdalá de Arabia Saudí , que se investigó como una comisión por la adjudicación del TGV entre Medina y la Meca.
La ex-monarca lo describe simplemente como "un acto de prodigalidad de una monarquía hacia otra" y asegura que "100 millones de dólares son una suma considerable […] un regalo que no supe rechazar". Según detalla, aceptó el dinero –“un grave error”– para velar por su familia y “proveer la jubilación, lejos de la vida oficial española”.
La huida a los Emiratos Árabes
En el 2020, acosado por las revelaciones periodísticas y las investigaciones judiciales, Juan Carlos huyó a Abu Dabi, donde fue acogido por el actual presidente de los Emiratos Árabes Unidos, Mohamed bin Zayed. Según él, la idea inicial consistía en desaparecer sólo unas semanas del radar hasta que se calmaran las aguas. “Decidí marcharme para no lastrar el buen funcionamiento de la corona, ni perjudicar a mi hijo en el ejercicio de sus funciones como soberano”, relata.
El ex-monarca admite que vive desarraigado y en aislamiento el final de su vida. "Estoy resignado, herido por un sentimiento de abandono", afirma. En este sentido, entiende que en público, por deber, Felipe VI le haya dado la espalda, pero lamenta que se haya mostrado tan insensible con su situación. "Espero, durante mi vida, tener una jubilación tranquila, renovar una relación armoniosa con mi hijo y, sobre todo, volver a España, mi hogar", concluye.
Fuente → vilaweb.cat


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