Guardianas de la Memoria. El olvido no tiene nombre de mujer
Guardianas de la Memoria. El olvido no tiene nombre de mujer
Angelo Nero
 
Francisco Artacho bucea en las memorias de mujeres como su bisabuela, con las que va reconstruyendo un capítulo de su pueblo que, como en la memoria de muchos de los pueblos de Andalucía, había quedado sepultada por una fosa

 

Benamejí es un pueblo situado en el norte cordobés, a poco más de noventa kilómetros de la capital provincial. En 1936 el golpe de estado fracasa en buena parte de Andalucía, tiene éxito en Sevilla, en Cádiz y en Córdoba. La represión desatada por las fuerzas sublevadas, atendiendo a las instrucciones radiadas por uno de sus generales, Queipo de Llano, riegan de sangre las tapias del cementerio. Se impone la ley del silencio, y conforme van ganando territorio, van imponiendo también su relato.

Francisco Artacho, nacido en Benamejí en 1984, periodista, guionista y editor de vídeo, decidió, en 2022, romper ese silencio, y darle la voz a las mujeres, unas auténticas “Guardianas de la Memoria”, que dieron nombre a su proyecto, que nació con la intención de recuperar la historia real que había sido sepultada por la historia oficial. Como relata su director: “Me crié escuchando que mi bisabuelo, concejal del PSOE con el Frente Popular en Benamejí, y que sobrevivió a la Guerra y a la represión, había elaborado un listado con las personas asesinadas por el franquismo, que lo había escrito en un libro. Y desde 2009, buscando ese libro, he realizado Guardianas de la Memoria.”

En la búsqueda de ese listado, Francisco bucea en las memorias de mujeres como su bisabuela, con las que va reconstruyendo un capítulo de su pueblo que, como en la memoria de muchos de los pueblos de Andalucía, había quedado sepultada por una fosa. Obsesionado con las historias que le contaba su tita Gracia, la Morena, que nació después de la guerra, pero que había recogido los fragmentos de la memoria familiar, fue preguntando por una guerra de la que en el pueblo no se hablaba, como si no hubiera existido. “Tengo que reconocer que siempre les preguntaba a hombres, porque pensaba que la guerra era eso, una cosa de hombres. Como si las mujeres no tuvieran memoria, como si ellas no hubieran estado allí. Y precisamente todo cambió el día que le empecé a preguntar a ellas, a las mujeres de mi pueblo. Ahí fue cuando empecé a conocer la verdad.”

Descubre que la violencia política es anterior al golpe de estado fascista, como le señala el historiador Arcángel Bedmar: “antes de la guerra civil hubo una violencia previa, y esta violencia socio-político, junto al posible peligro de una revolución comunista, fueron los argumentos de los militares sublevados para justificar el golpe de estado del 36. Aquí tuvo un papel muy importante la Falange, que ocasiona la mitad de las víctimas en los actos de violencia de la derecha.”

Artacho consigue que su bisabuela Momá Josefa rompa el silencio y que le vaya abriendo el camino para que otras mujeres del pueblo hablen delante de una cámara, y también cuenta con la colaboración de otra mujer que le ayuda a comprender la magnitud de la represión sobre las mujeres, la profesora Pura Sánchez, que en 2009 escribió una obra fundamental sobre el tema: “Individuas de dudosa moral. La represión de las mujeres en Andalucía (1936–1958).” Para la profesora cordobesa: “La vida se mantuvo gracias a estas mujeres, el centro de sus vidas fue la supervivencia, la suya propia para que los demás sobrevivieran. Estas mujeres fueron las que cuidaron a sus hijos huérfanos, las que se convirtieron en cabezas de familia, porque eran las únicas que podían aportar a una economía de supervivencia, muy precaria, para que sus hijos no se murieran de hambre. Hicieron frente a la violencia económica que ejercían los vencedores sobre los vencidos, como una manera de continuar la guerra. Y además estas mujeres crearon redes de apoyo y de solidaridad.”

El documental nació de las ganas de conocer su pasado, para Francisco Artacho “fue la curiosidad el principal motivo para recoger testimonios. También la necesidad de contar la verdad, que estaba oculta y había fuerzas vivas que seguían queriendo que esa historia no saliera a la luz. Incluso a mi padre alguien le llegó a decir “dile a tu hijo que deje de remover la mierda”. Esas amenazas, lejos de amedrentarme, lo que me daban era vidilla para seguir indagando. Porque la verdad siempre, siempre, se abre paso entre la oscuridad. Para eso estamos los y las periodistas, para poner luz sobre la oscuridad.” Ahora constituye otra de las piezas imprescindibles de nuestra Memoria Colectiva, de la que se construye entre todos y todas, y que debe conservarse como un preciado patrimonio, para que las generaciones venideras no olviden lo que fue el fascismo.


Fuente → nuevarevolucion.es

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