Gasteiz responde a la provocación fascista: violencia, detenciones y una herida abierta

Gasteiz responde a la provocación fascista: violencia, detenciones y una herida abierta / Isabel Ginés

Gasteiz habló claro en las calles: al fascismo no se le discute, se le combate. Y la historia recordará no a quienes vinieron a provocar, sino a quienes tuvieron el valor de plantarles cara.
Este 12 de octubre, día de la fiesta nacional española, Gasteiz se convirtió en escenario de un enfrentamiento que no fue ni casual ni inevitable. La presencia anunciada de un grupo de ultraderecha, concretamente de Falange Española de las JONS, desencadenó un choque abierto entre simpatizantes fascistas y manifestantes antifascistas, con un operativo policial que ha levantado serias críticas.

La concentración falangista, convocada en pleno centro de la ciudad bajo el lema “La unidad de España, ni se vota ni se negocia”, reunió a varias decenas de personas llegadas en autobuses desde fuera de Euskadi. Portaban banderas españolas y símbolos franquistas, y cantaron sin obstáculos el himno falangista ‘Cara al sol’ en la plaza de la Provincia, protegidos por un fuerte cordón policial de la Ertzaintza.

Al mismo tiempo, a escasos metros, centenares de jóvenes y colectivos antifascistas se congregaron para denunciar lo que calificaban de provocación planificada.

Lo que ha ocurrido este 12 de octubre en Gasteiz no es un “enfrentamiento entre dos bandos” como han querido vender algunas instituciones: ha sido una provocación fascista planificada y amparada por el Estado, con una respuesta popular antifascista que ha salido, como tantas veces, a defender su tierra, su dignidad y su memoria.

La ultraderecha española, representada esta vez por Falange Española de las JONS, viajó en autobuses desde fuera de Euskadi, protegida desde el primer momento por la Ertzaintza. Su “manifestación” en pleno centro de la ciudad no fue un acto inocente ni espontáneo: fue un desafío político, una puesta en escena con símbolos franquistas, saludos fascistas y consignas que niegan la propia existencia nacional de Euskal Herria. Cantaron impunemente el ‘Cara al sol’ bajo protección policial.

Frente a ellos, cientos de jóvenes, vecinas y colectivos antifascistas se movilizaron para dejar claro que Gasteiz no es ni será terreno cómodo para quienes representan el legado de una dictadura. La concentración antifascista, anticolonial, combativa y legítima, fue respondida con cargas policiales, pelotas de goma y porrazos.

El balance lo dice todo: 19 personas detenidas, todas ellas del bloque antifascista. Ningún detenido entre los provocadores fascistas, pese a que los vídeos muestran agresiones por parte de falangistas armados con palos de madera, insultos, gestos violentos y golpes que causaron heridas. Esta asimetría no es un error operativo: es una elección política.

Los sindicatos policiales han criticado la “ineficacia” del operativo, pero lo que ha indignado a gran parte de la sociedad vasca son las palabras del viceconsejero de Seguridad, Ricardo Ituarte, que equiparó a los fascistas con quienes los enfrentan, llamando a los antifascistas “fascistas vascos”. Esta declaración es más que desafortunada: blanquea la violencia de la ultraderecha y criminaliza la resistencia popular.

La Ertzaintza ha vuelto a colocarse del lado más oscuro de la historia: protegiendo a quienes levantan el brazo y golpean, mientras detiene a quienes los enfrentan. Las imágenes son claras: jóvenes tirados en el suelo, reducidos, golpeados, esposados; falangistas sonrientes, impunes, escoltados hasta sus autobuses como si fueran víctimas y no agresores.

La ultraderecha no llegó a Gasteiz para dialogar, sino para agitar, desafiar y mostrar fuerza simbólica. Y lo hizo —una vez más— bajo protección policial. Mientras tanto, la respuesta antifascista, desbordada y sin un dispositivo que contuviera el choque, acabó criminalizada con decenas de detenciones.

Si se quiere hablar de convivencia, no basta con repartir culpas simétricamente: hay que cuestionar la permisividad institucional frente a expresiones públicas de ideologías que niegan la democracia y la memoria histórica. Porque al fascismo, como bien se ha repetido en las calles, no se le debate: se le enfrenta.

Gasteiz no ha vivido un simple incidente: ha sido testigo de un acto de impunidad fascista. Y ante esa provocación, la juventud y los movimientos antifascistas han actuado con dignidad y coraje, defendiendo su tierra, su historia y su memoria colectiva.

No hay equidistancia posible entre quienes homenajean a una dictadura criminal y quienes la enfrentan. Uno es un bloque reaccionario, antidemocrático y anticonstitucional; el otro, una respuesta legítima de defensa popular.

Si hoy no llega a estar la Ertzaintza como escudo de la ultraderecha, muchos de esos provocadores no se atreverían a levantar el brazo nunca más. Y eso es precisamente lo que temen: que su espectáculo pierda fuerza cuando no hay un cordón policial que lo sostenga.

Gasteiz habló claro en las calles: al fascismo no se le discute, se le combate. Y la historia recordará no a quienes vinieron a provocar, sino a quienes tuvieron el valor de plantarles cara.


Fuente → nuevarevolucion.es

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